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Genes, especies, ecosistemas y... culturas campesinas
Por Jaime Izquierdo
Trenzando diversidad. ASAM
La gestión agroecológica, multifuncional y sostenible del medio ambiente.
Jaime Izquierdo, que ha colaborado en ocasiones con ASAM, ha publicado recientemente un interesante artículo del cual ofrecemos un resumen aquí, el artículo completo lo puedes leer en www.asamdiversidad.es/documentos
La vida, como es sabido, fluye por medio de la información contenida en tres eslabones sucesivamente imbricados: los genes, las especies y los ecosistemas. Los genes son los encargados de transmitir la información codificada para conformar las especies y éstas, a su vez, a través de las relaciones entre sí –para comerse unas a otras, para ayudarse o para aprovecharse–, y con el medio, conforman los ecosistemas.
Esos tres niveles de información han sido controlados e intervenidos por un cuarto nivel: el cultural. Es decir, el conjunto organizado de conocimientos generados por los humanos imprescindible para regular los aprovechamientos del medio, reprimiendo, domesticando, filtrando, troquelando, seleccionando o estimulando genes y especies.
A través de esas culturas –ciñéndonos a lo que aquí interesa– las comunidades campesinas acabaron por conformar unos ecosistemas en continua producción cíclica y regular y, paradójicamente, en muchos casos, más diversos que los prehistóricos y originales. Baste pensar que la domesticación de especies silvestres para generar razas ganaderas o cultivos agrarios ha supuesto la aparición en España de miles de nuevas variedades.
En Europa, hace varios milenios que no existe una naturaleza separada del hombre y sus culturas. Información y conocimiento campesino, biodiversidad y naturaleza están inextricablemente unidos formando parte de un único sistema y, en consecuencia, no pueden ser estudiados, diagnosticados y, mucho menos, gestionados por separado.
Cualquier paisaje forma parte de un colosal trabajo de control cultural gestado por las comunidades campesinas a lo largo de los siglos y la geografía. Y si la naturaleza y la cultura llevan milenios evolucionando juntas, ¿qué le pasará a la primera si desaparece la segunda?
En Alemania conocen la respuesta desde hace tiempo, en concreto desde principios del pasado siglo XX. Por aquel entonces el brezal de Luneburgo fue declarado espacio protegido gracias a la influencia del pujante movimiento romántico que pretendía conservar los paisajes que inspiraron las emotivas descripciones de Goethe, precursor de su movimiento. Para ello se prohibieron los seculares usos consuetudinarios de los campesinos, extractores de turba, que, además, manejaban el fuego en dosis homeopáticas y el pastoreo de ovejas con maestría. Las consecuencias no se hicieron esperar y, desaparecido el manejo cultural, la bella y colorista landa de multitud de brezos distintos entró en sucesión y comenzó a ser invadida por monótonos abedules y enebros que arruinaron aquello que se quería conservar.
La conclusión cae por su propio peso: si quieres conservar la forma y el estatus en la que se expresa la naturaleza en tu tierra tienes que mantener activas las culturas que la han creado. Todo lo que no sea eso nos llevará a la deriva, la selva, la naturaleza ajena al hombre, los desequilibrios entre especies a favor de las oportunistas, la pérdida de biodiversidad y el aumento de riesgos potenciales, en especial los incendios.
La sociedad urbana no puede fiar sólo a la ciencia especializada, o a las nuevas tecnologías, las soluciones. Éstas se encuentran además en los conocimientos, las instituciones y las organizaciones de las culturas vernáculas que supieron hacer para cada lugar el traje que mejor le sentaba. Tenemos que ponernos con urgencia a revisar la memoria de los viejos campesinos para encontrar la forma de actualizar y rehabilitar las claves, los principios y los límites de sus estables modos culturales.
Y tenemos que poner a funcionar la innovación para generar sistemas viables de gestión territorial para que los campesinos del siglo XXI, convertidos en ecocultores, manejen con soltura y precisión las interrelaciones pertinentes que se dan en lo local entre lo doméstico y lo silvestre, entre los genes, las especies y los ecosistemas, tal como hicieron sus antepasados.
Jaime Izquierdo
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hace 2 días 17 horas - DEsde que te levantas hasta
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