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El arte de la Política
Paco Piniella – ATTAC Cádiz
Han Fei Zi escribió hace siglos su obra “El arte de la Política” donde resalta el papel de tres grandes instrumentos básicos en la gestión del poder: la autoridad, el método y manejo de los hombres, y la ley. Son muchos los filósofos tradicionales que al tratar de la política la relacionan con algo creativo, diferente a lo propuesto, obviamente cuando lo propuesto deja de ser satisfactorio para el gobernante o para el ciudadano según de donde venga la vindicación. Estamos en un momento que no hace falta describir, que todos detectamos como agotado, antiguo, sin respuesta a los desmanes que se producen, sin control sobre los poderosos, donde la democracia se resuelve con la simplificación más burda que son los partidos políticos, normalmente en la mayoría de los países, como España, con solo dos partidos políticos. La situación, por tanto, requiere de esa creatividad, vivimos huérfanos de un “Picasso político” o de un Sartre, o de un Galileo, o de un Carlos Marx, de alguien que rompa el molde.
Quizás la mejor estrategia de los llamados poderes ocultos haya sido la de enfangar la política de uso diario, nada creativa y mucho menos “artística”, consiguiendo de los ciudadanos el hartazgo de las instituciones y eliminando un instrumento que al darlo por inútil deja de ser, consecuentemente útil. Si te asomas a la Prensa, en general escuchas lo previsible: el gobierno echa la culpa de la crisis al anterior gobierno, la oposición dice que el gobierno lo hace mal, los sindicatos convocan huelga general porque toca, y todos damos por cierto que nada va a cambiar y que el capitalismo devorará sin pudor lo que tenga que devorar hasta que otra onda vuelva a traer la falsa prosperidad de la selva. Los gobernantes, y en general los políticos, están devaluados, algunos fueron jóvenes que ni siquiera terminaron sus carreras y fueron de enchufe en enchufe en puestos de “libre designación” hasta alcanzar con sumo esfuerzo la más alta cota de ignorancia y la mínima de rebelión e indignación. Por otra parte, los de fuera no se acercan al circo por miedo a desprestigiarse profesionalmente y los curritos militantes de dentro se limitan (nos limitamos, asumo) a debatir cuándo dejarán de pagar una cuota que no les vale ni si quiera para elegir a sus representantes dentro del partido. Para Han Fei era axiomático el que las instituciones políticas debían cambiar al variar las circunstancias históricas y que tenían que adaptarse al patrón imperante del comportamiento humano. Quizás hoy Han Fei Zi no sería obligado a beber el veneno que le llevó a la muerte, se moriría de pena al ver lo que hoy es “el arte de la Política”.
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