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Lo que queda del mapa: en el delta del Ebro
Horizonte plano y bruma lejana, el delta recibe al grupo o, más bien, lo engulle en su vasta extensión de límites imprecisos, mientras los flamencos dibujan, indolentes, su ballet de curvas rosadas. Por aquí estuvo, por aquí pasó J X durante la guerra civil, chófer impostado en un batallón de soldados errantes. En el relato repetido del recuerdo más indeleble de su vida, insertaba la letanía de pueblos apenas entrevistos, y entre ellos, Amposta, Sant Carles de la Ràpita resuenan aún en mis oídos, jalones anclados entre los arrozales que hoy recorremos. Este paisaje, seguro que no es el mismo ahora que entonces, el río trajinando su cargamento incesante de barro.
La caravana se pone en marcha. L, en cabeza, se dirige hacia el sur, M le sigue a dos o tres pasos. El delta que cambia, la tierra que crece alimentada por los lodos que vienen de dónde, la barra arenosa desplegada ante el mar y el viento que arrecia. S se queda pasmado, perpluso, ante las estelas que forma el fino material granular, ¿antes o después de las piedras? Debería haber traído la maleta de la magia consigo. C entorna los ojos, la semana que viene quizá pase por el quirófano, tardan tanto. M levanta su brazo de pájaro en cabestrillo, mientras trata de seguir las huellas del archibebe esquivo.
La arena del tiempo se extiende ante los ojos que miran y se miran. E traza un plan para defender el campamento hoplita del ataque de los romanos, levantaremos un fuerte inexpugnable, dice. E podría haberse puesto esta tarde la túnica blanca, contesta alguien. Ella piensa en su hija en Francia. A se pregunta si su padre, tan fuerte siempre, resistirá esta vez la tormenta.
Canales y lagunas, espejismos entre cañas, una grulla levanta el vuelo, los ánades reales ensayan su número favorito para la habitual exhibición aérea del atardecer que se acerca. A está pensando en cómo optimizar su huerto de tomates ingrávidos, con el polipasto moverá las cargas verticales. A, por su parte, medita sobre los insondables registros de los recursos humanos. M se sienta sobre una duna efímera, quizá no esté ahí mañana. Mira con nostalgia la maqueta del mundo, cómo se forman las formas, cómo se destruyen, mientras siente a esta gente dentro de su corazón.
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