Bajo licencia de Creative Commons.
Las Nieves menguantes
Roberto Bueno
Aunque solo fuera en un tema concreto, es Béjar una comunidad dividida. Como ocurre con tantas comunidades en tantas regiones y naciones de este mundo, también comúnmente dividido.
La división no tiene porque ser intrínsecamente mala o perjudicial. Pero tiene dificultades añadidas. El esfuerzo para poder llevar a cabo mejoras que aporten beneficios a las comunidades, se multiplica proporcionalmente al grado de división existente en ellas. Claro está que, en numerosas ocasiones, la división viene generada por la diferente concepción de lo que cada uno cree que es, o no, un beneficio global.
Hace unas semanas, bejar.biz abrió una encuesta virtual sobre el siguiente asunto: “¿Debería cerrarse La Covatilla?”. La encuesta surgió tras un artículo publicado en el mismo periódico digital, en el que se cuestionaba la gestión de la misma y se adjuntaban unas imágenes que mostraban, presuntamente, abandono o falta de mantenimiento en las instalaciones, en plena temporada de esquí. Apuntar que, en esas fechas, la falta de nieve no permitía la apertura de la estación para la práctica del esquí.
Las quejas sobre mantenimiento, gestión o sobre problemas medioambientales derivados de la operación de la estación de esquí, han sido frecuentes durante años y suelen repetirse y salir a la luz con bastante frecuencia. Esas quejas, y los argumentos utilizados para defenderse de ellas, evidencian la división, persistente en el tiempo, que tiene la sociedad bejarana en este asunto.
El resultado de la encuesta virtual de bejar.biz, con 67 votos emitidos, 38 a favor del cierre y 29 en contra, confirma algo que ya se presumía: la división importante de la sociedad bejarana en este asunto.
Pero la encuesta ha sentado una base como primer foro donde, una pequeña parte de la población bejarana, ha podido manifestarse sin tener que enfrentarse. No se trataba de hacer comentarios más o menos educados o mordaces. Simplemente se trataba de un Sí o un No.
Pero esta encuesta, valiente, oportuna y necesaria, ha carecido de algo muy importante. Los bejaranos hemos votado sin tener datos fiables y rigurosos en los que basar sólidamente nuestro voto. Especialmente se echan a faltar tres tipos de datos que se han generado durante la larga operación de la estación: los económicos, los referentes a las disponibilidades de nieve anuales y, por último, los datos del impacto ambiental real en la zona.
No se conocen a nivel de calle los datos económicos que ha generado la operación de La Covatilla desde su apertura. Conocer en detalle y con rigor, al menos, los de los diez últimos años, ayudaría a conocer tanto la tendencia temporal de su rentabilidad o sus pérdidas, aportando cifras concretas, que podrían ayudar a la dividida sociedad bejarana a “etiquetar” con conocimiento aquello que defiende. Los diferentes gestores, pasados y actuales, deben conocerlos bien. Y deberían hacerlos públicos al tratarse de una empresa pública gestionada por el Ayuntamiento.
De igual manera, la sociedad bejarana no conoce, en su conjunto y con detalle, los datos de espesores de nieve, kilómetros de pistas abiertas o días de apertura por temporada, de los últimos 10 años al menos. Sería muy probable que la tendencia nos confirmara un patrón de descenso continuado de nieve disponible para el esquí. No sería una sorpresa: está pasando en una mayoría de estaciones de esquí de España, y también de Europa. El cambio climático es un hecho innegable, y no solo una percepción de la que hablamos a menudo en la calle. Así que conocer los datos históricos de nieve anuales, en poder de los gestores actuales y pasados, ayudaría también a ver con claridad, a que se enfrenta La Covatilla en años venideros. A la espera de que alguien dé a conocer esos datos, el siguiente enlace:
https://www.infonieve.es/estacion-esqui/sierra-de-bejar/historico-nieve/...
puede darnos una idea de lo que está ocurriendo al respecto.
Por último, no se conocen datos reales del impacto ambiental que ha generado la estación de esquí durante su puesta en marcha y con su funcionamiento. Aunque la percepción personal es que ha sido importante, debería también corroborarse en detalle, para que no quede minorado frente a los aspectos económicos.
Los tres tipos de datos deberían formar la base argumental para abrir un debate en la sociedad bejarana, que ayude a decidir si La Covatilla debe seguir formando parte del sueño bejarano, o debe cerrarse como estación de esquí.
Este debate deberían pilotarlo con valentía las diferentes formaciones políticas, algunas de ellas con responsabilidades en las sucesivas gestiones. No cabe duda que ni fueron ni son fáciles, pero la autocrítica es una herramienta de valientes. Para evitar enfrentamientos verbales inútiles, propios de sociedades divididas, el rigor y los datos en el debate deben de ser los cimientos.
Este debate, por su transcendencia y las emociones que despierta, debería estar moderado por una institución de prestigio en Béjar. En mi opinión, la institución cultural más importante de la ciudad: el Casino Obrero. Y sus salas podrían albergar las sesiones informativas, en que los responsables de la estación expusieran todos estos datos a los bejaranos.
Con información veraz, las opiniones de la gente estarán basadas en realidades, y se pueden dejar un poco más de lado las emociones. Con ello, las reflexiones de cada uno pueden encontrar argumentos antes no contemplados, en un sentido u otro, aminorando esas profundas divisiones que ahora existen.
Es hora de informarse, confrontar argumentos, reflexionar y poder decidir. Tal vez entonces, la encuesta de Béjar.biz pueda cerrarse definitivamente en una consulta popular consensuada, para evitar que sigamos siendo una comunidad dividida en este tema.
- Pueblos sin gente / 3 (primera parte). Las Casas del Robledo junto a San Bartolomé (CA. 1479-1667)
- Es lo que hay 7: Necesidad de perderse por Sangusín
- A quienes están hartos y mareados con el asunto de La Covatilla
- Tras las huella de la familia Veyrat en Béjar
- Más allá de las nieves menguantes (yIV)
- Coincido con usted en pedir
hace 2 días 1 hora - Se ha reunido, muy bien,
hace 2 días 5 horas - Parece que el estómago del
hace 2 días 14 horas - Hay que leerlos para decir
hace 3 días 3 horas - La demanda de un vecino es
hace 3 días 3 horas - Por fin, el alcalde toma la
hace 3 días 4 horas - A mí me gustan. No los leas
hace 1 semana 23 horas - Tan difícil es aceptar que
hace 1 semana 1 día - Nos ha tirado el anzuelo de
hace 1 semana 1 día - Pues eso, no se apropie
hace 1 semana 3 días
El planteamiento que hace Roberto me parece de lo más sano, sensato, razonable y operativo, y creo que facilitaría la gestión del espinoso asunto a los representantes políticos que quieran afrontar el debate con la necesaria información y valentía.
Por si sirve de algo, vuelvo a reiterar datos que he expuesto en otras ocasiones. El proyecto para La Covatilla fue aprobado en 1998 por el consejero de Medio Ambiente, Francisco Jambrina, en contra del resultado desfavorable del estudio de impacto ambiental, que estimaba una afección "en grado severo" sobre el ecosistema alpino y algunas especies particularmente amenazadas, como el desmán ibérico (Galemys pyrenaicus), y también en contra del dictamen de la Ponencia Técnica de Impacto Ambiental de Salamanca (Junta de Castilla y León), por no mencionar los numerosos informes de otros técnicos propios y expertos externos, igualmente contrarios a la ejecución de la estación de esquí. Por otra parte, en el proyecto se calculaban de una forma muy extraña los días en que se podría esquiar; ahora no tengo a mano ese documento, impreso en papel, pero recuerdo que en el supuesto estudio de viabilidad que contenía, la suma de días festivos y entre semana durante los meses de diciembre, enero, febrero y marzo resultaba superior a suma de días reales de tales meses (!!!), sin considerar los períodos en que la estación tendría que cerrar forzosamente por fuerte viento, falta de nieve u otro tipo de inclemencias e imponderables en el mismo lapso temporal. Sólo bajo semejantes cálculos forzados, maximalistas y tramposos, se entendía "viable" la puesta en marcha del proyecto. En cuanto a las afecciones ambientales, la estrategia de Jambrina fue la opuesta: minimizar la incidencia ambiental del denominado "Centro Turístico Sierra de Béjar" en La Covatilla al considerar que "no se trata de proyectar una estación de esquí (!!!), sino de la construcción de un núcleo de servicio con las infraestructuras necesarias para el aprovechamiento de un recurso natural, la nieve", pues, según él, existían "razones de Utilidad Pública y de interés social que se estiman prevalentes a las cuestiones medioambientales". Con dos cojones.
Ya ven, bajo semejantes trampas, eufemismos y subterfugios pudo prevalecer el interés político de sus promotores (el Gobierno del PP en Béjar y su primo de Zumosol en Valladolid) frente a la verdadera Utilidad Pública e interés social de proteger y conservar un medio alpino de gran valor ambiental, candidato a formar parte de la Red Natura 2000 de la Unión Europea.
No olvidemos que esa fue la respuesta partidista de la Administración ante un proyecto muy lesivo para el ecosistema, pero en el que todavía no se contemplaban las ampliaciones del dominio esquiable, del aparcamiento y de otras instalaciones y artefactos, como los cañones de nieve y la necesaria captación de agua. Tampoco olvidemos que, por entonces, sólo los grupos ecologistas advertían del calentamiento global y del cambio climático, aunque los técnicos de la Junta estaban igualmente al tanto. Si la estación de esquí no tendría que haberse construido entonces (cuando todavía caía nieve para algunas semanas de esquí y las instalaciones eran relativamente reducidas), qué decir ahora, después de sucesivas y costosas ampliaciones y con esas nieves menguantes de las que habla Roberto, que en esta temporada no han llegado hasta finales de enero y posiblemente se perderán en breve tiempo, "como lágrimas en la lluvia" (información complementaria en este artículo de 2008, publicado en Bejar.biz: https://bejar.biz/candelario-un-parque-natural-secuestrado-en-sierra). La Covatilla siempre fue un proyecto inviable en lo económico y muy agresivo contra los valores ambientales, aunque tuviera algunos años de explotación que, sin dejar de destrozar la sierra, haya provocado entre muchos bejaranos ese espejismo de estación de esquí que no hay forma de deshacer. Cerrando el espejismo dejaremos de despilfarrar fondos públicos para permitir que la Naturaleza se abra paso y recupere el espacio robado durante décadas. José Muñoz Domínguez
Hola José. Me alegro que te parezca razonable y operativo.
He tratado de esbozar una pequeña hoja de ruta para un debate que pueda conducir a una consulta entre los bejaranos.
Espero que puedan irse conociendo los datos indispensables para hacer un debate serio y útil. Para ello, los responsables de la gestión de La Covatilla, deberían facilitar esos datos a la ciudadanía, a la que no pueden hurtarle el derecho a saber los datos concretos de pérdidas económicas. También de históricos de nieve y previsiones cercanas.
En fin, ojalá sea más pronto que tarde porque alargar durante años las perdidas económicas empobrecerá aun más las arcas públicas de la ciudad.
Y sobre el tema medioambiental, para mi esta clarísimo. Recuerdo perfectamente todo lo que expones en tu comentario sobre lo que ocurrió. Es la tercera pata del debate.
Gracias y un saludo,
Roberto Bueno
Veremos si se echan al barro quienes disponen de esa información. Para animar un poco el debate, me permito emplazar a Alberto Segade, responsable de GECOBESA en su momento, perfecto conocedor de las cifras y alguien que no se esconde bajo el anonimato. Su posición es claramente partidaria de la continuidad del engendro, pero, salvo que se guarde algunos datos, su aportación será sin duda valiosa. José Muñoz Domínguez
Recojo el guante que me brinda Pepe Muñoz, al hilo de la cuestión que plantea Roberto Bueno, a quien aprecio como amigo desde hace muchos años, Ambos me garantizan una conversación basada en argumentos y no en descalificaciones. Creo que tanto ellos como yo están convencidos de que, a partir de la discusión, surge la luz.
¿Debería cerrarse la Covatilla? Esta es la pregunta de partida. Yo defiendo que no. Lo hago justificando mi respuesta en una serie de argumentos que expondré a continuación de manera resumida para no agotar la paciencia del lector, pero también matizaré mi respuesta a la vista de una serie de condicionantes que considero de capital importancia.
Es cierto que el cambio climático afecta de manera directa a las estaciones de esquí (A todas, no solo a la nuestra). Pero este fin de semana todas las estaciones de la península ibérica (incluyo Serra da Estrela) han abierto sus pistas con una enorme afluencia de público que ha llenado hoteles, restaurantes y carreteras en sus zonas de influencia. Incluso aquí, con la estación cerrada, la poderosa llamada de la nieve ha provocado titulares en los periódicos.
La mayor parte del resto de las estaciones (que no provocan agujeros económicos a sus entidades gestoras, sino más bien beneficios) han abierto sus pistas desde mediados de diciembre, algunas antes, incluidas todas las del Sistema Central (donde no ha nevado hasta este último temporal) gracias a la producción mecánica de nieve. El problema de La Covatilla no es el clima (o por lo menos lo es en la misma medida que el resto) es la mala gestión y la falta de planificación a corto, medio y largo plazo, en un desastre que es público y notorio.
Aún así, tenemos una de las 29 estaciones de esquí que existen en España (la más alta del Sistema Central y una de las más altas de la península) lo que es, sin duda una singularidad a tener en cuenta (El Bosque y la Plaza de toros, son otros dos ejemplos de singularidades destacadas que no brillan como deberían). De la misma manera hay que significar que, igualmente, es una de las únicas 29 instalaciones deportivas en alta montaña que existen en nuestro país, donde se pueden desarrollar a lo largo de todo el año multitud de actividades en relación con el ocio activo y familiar. Quien siga la actualidad internacional en el sector de la nieve, podrá conocer como las grandes compañías están invirtiendo cada vez más en instalaciones cara a la época estival; pero no tanto porque vean en peligro el negocio del esquí, sino porque durante la última década se ha generado un importante mercado turístico, que antes apenas existía, en relación con las actividades mencionadas y que no se limita sólo a unos meses del año.
En cuanto a las cuestiones ambientales, debo apuntar que desde 2008 está vigente la D.I.A. publicada en el Boletín Oficial de Castilla y León nº 11 de fecha 17 de enero de ese año, en la que se incluyen todas las actuaciones comprendidas en el “Anteproyecto para Acondicionamiento de la Estación de Esquí `Sierra de Béjar´ en los términos municipales de Béjar, Navacarros y La Hoya (Salamanca) y Solana de Ávila (Ávila), promovido por el Ayuntamiento de Béjar” (Así de largo es el nombre). Esta D.I.A., que es la actualmente vigente, vino a complementar y precisar las medidas aplicadas en la anterior, que firmó Francisco Jambrina en 1998, homologando las instalaciones y limitando posibles ampliaciones de las mismas a los terrenos situados fuera de la Red Natura 2000 (LIC y ZEPA de Candelario).
No hay, pues, incertidumbres en este sentido, Existe una norma clara y definida (aprobada tras un largo proceso de estudio, elaboración y resolución de multitud de alegaciones) que señala lo que se puede y lo que no se puede hacer. A ella tendrá que sujetarse cualquier actuación que se pretenda realizar. Además la D.I.A. define las medidas a adoptar durante el periodo de explotación, que incluyen la elaboración y realización de un Plan de Vigilancia Ambiental del que debe informarse anualmente (Hasta 2014 este Plan se llevó a cabo con regularidad y se redactaron todos los informes anuales. No me consta que, desde que el Ayuntamiento se hizo cargo de las instalaciones, dicho Plan e informes se hayan realizado ningún año).
Mientras escribo estas líneas en las primeras horas del lunes tres de febrero, la Sierra luce esplendorosamente blanca bajo el cielo azul en una gélida mañana de invierno, pero La Covatilla está cerrada, Sus pistas tienen nieve, pero no están preparadas ni balizadas, los sistemas de producción de nieve están apagados; los principales remontes están fuera de servicio, no hay personal en la mayor parte de las dependencias ni dirección técnica; no hay información ni explicaciones en la página web y acabamos de vivir un fin de semana en el que las informaciones contradictorias han despistado a gran cantidad de personas que se encontraron con las pistas cerradas. De todo esto, repito, ninguna culpa tiene el clima.
Según las previsiones meteorológicas, nos esperan quince días de situación predominantemente anticiclónica a la espera de posibles precipitaciones de nieve a partir de mediados de mes, provocadas por un calentamiento súbito estratosférico que prevén los modelos meteorológicos. Sea como sea, el panorama es claramente favorable para el mantenimiento del manto nivoso, la producción mecánica de nieve y la práctica del esquí. Este mes de febrero será, casi con toda seguridad, muy rentable para todas las estaciones y sus áreas de influencia, con excepción de la nuestra.
Yo creo que no hay que cerrar La Covatilla, pero condiciono mi opinión a que la estación funcione. Por lo menos como funcionó hasta 2014 (Cuando se llenaban los hoteles hoy cerrados en gran parte, las casas rurales y los restaurantes, era la primera en abrir y la última en cerrar y no suponía un coste económico para las arcas públicas sino todo lo contrario). También la condiciono a que se desarrollen todas sus potencialidades de manera sostenible y de acuerdo a la D.I.A. para convertirla en una estación de montaña con actividades durante las cuatro estaciones del año y a que su gestión y desarrollo a medio y largo plazo se vincule a la creación de una sociedad pública, o de titularidad mixta con socios tecnológicos, que englobe todos los activos turísticos con los que contamos y que, como es el caso de La Covatilla, merecen mejor suerte. Tenemos, además, fondos económicos pendientes de aplicación para ello.
No debo extenderme más. Si es preciso, puedo aportar datos históricos de ocupación y afluencia, referencias económicas y de población comparadas o proyecciones de futuro, pero ya me he pasado tres pueblos de lo que se supone que debe ser un comentario y creo que no hace falta, porque lo importante no es lo que ha pasado, sino lo que puede pasar a partir de ahora.
Si todo va a seguir igual, con unas instalaciones inoperantes, con unos gerentes incompetentes, sin planificación alguna de futuro, con un coste económico elevado para las arcas públicas, con la repercusión negativa en la economía de la zona que no ve cumplidas sus expectativas de negocio o inversión y todos los cantares que nos están sacando en las redes…, puede que sea mejor que la cierren.
Alberto Segade Illán.
Desde luego puede ser tremendamente útil ir conociendo los datos indispensables para hacer un debate serio. Ahora bien, la realidad está ahí y solo hay que querer verla en lo referido a la ciudad de Béjar. Entre otras, menos plazas hoteleras, menos bares y restaurantes, menos comercio, menos población, menos turismo y todo ello referido al periodo de funcionamiento de la Covatilla.
Podemos esperar otros 25 años, total nada, para sacar conclusiones. Poblaciones parejas a Béjar han tenido una evolución diferente en este periodo de tiempo.
Tengo la sensación que hay políticos a los que les viene bien este tema como justificación a su inutilidad.
El mismo espacio robado del Prado sanjuanigo propiedad del común , robado hace siglos para que un duque se construyera un palacio con estanque, huertas y cazadero privado ? ???.
Pues que vuelva también a su estado original y se terminaron los problemas .
Cerreariamos los espejismos, y se dejaría de despilfarrar dinero público sin ton ni son y dejar la naturaleza sin ser manipulada artificiosamente.
Vaya comparación más absurda! Dos hechos sucedidos con siglos de diferencia, no comparables en absoluto, en dos contextos históricos diferentes. Dos marcos legales, el del siglo XVI y el del siglo XX, radicalmente distintos. En fin, así no avanzamos!
Usted no se entera o no se quiere enterar: ¿desde cuándo un prado es Naturaleza? Pregunte a la gente que tiene ganado cuánto supone preparar y mantener un prado. El Prado Sanjuaniego, que sólo era la parte occidental de la villa de recreo (coincidente con el hodierno Prado Bajo), era tan artificial como ahora y como El Bosque entero, la villa de recreo ducal que, a diferencia de tal prado, supone una aportación extraordinaria de España a la cultura universal (no lo digo yo, lo dicen nuestras leyes de Patrimonio en relación con los bienes declarados de interés cultural, los BIC: le recuerdo que El Bosque está declarado BIC-Jardín Histórico). Como ve, la parte "sanjuaniega" ni siquiera dejó de ser un prado cuando pasó a formar parte de la villa suburbana de los duques, y lo sigue siendo, así que se columpia usted soberanamente con esa comparación que tan ingeniosa le habrá parecido. Pero le digo algo más: El Bosque y la Sierra tienen más en común de lo que a usted le gustaría: ambos lugares son parte de nuestro Patrimonio declarado (Patrimonio Cultural en el primer caso y Patrimonio Natural en el segundo), elementos destacados de esa herencia que por Ley y por responsabilidad generacional tenemos la obligación de dejar en las mejores condiciones posibles a los que vengan después de nosotros, lo que supone gastar dinero público en proteger, conservar y mantener la villa de renacentista El Bosque y en proteger y conservar la Sierra, particularmente su piso alpino, y en ambos casos de forma íntegra o, como mínimo, en las mismas condiciones en que nosotros lo recibimos de nuestros mayores, y eso pasa por recuperar El Bosque adecuadamente (muy lejos de lo hasta ahora ejecutado, desgraciadamente) y por cerrar el horrendo chiringuito-espejismo de la estación de esquí, desmantelar sus roñosas instalaciones, vender al peso la chatarra, restituir el terreno a su estado anterior al invento y dejar que la Naturaleza (aquí sí) haga su trabajo hasta recuperar lo que nunca debimos arrebatarle. Y aclárese las ideas antes de opinar y patinar. José Muñoz Domínguez
Estoy de acuerdo en que la Covatilla supuso un grave impacto ambiental y que, desde luego, la mejor forma de conservar un valor como la Sierra de Béjar es mantener los usos tradicionales y preservarla al máximo de otros usos.
Pero la estación ya está hecha y destruirla generaría también un impacto ambiental negativo. Por eso mi propuesta es mantener y actualizar lo que hay , sin ampliar el espacio ocupado. Y proteger al máximo el resto de la sierra, impidiendo apertura de caminos, carreteras y nuevos accesos, restringiendo las talas de espacios forestales, etc. Y olvidarse de usos no montañeros durante el resto del periodo anual.
Respecto al uso de la estación, evidentemente nieva menos y hace menos frío, por lo que hay que mantenerla en la dimensión adecuada. Es decir, no contar con más de 2 o 3 meses de actividad, que , bien gestionada, generara una dinamización turística aceptable en los negocios de hostelería y otros relacionados. Poner a la ciudad en la lista de las privilegiadas localidades que tienen estaciones de nieve redunda en su difusión a efectos de inversores de todo tipo, que se mueven en estos sectores.
Y está claro que la estación de esquí nunca va a ser directamente rentable, como no lo son tampoco, por ejemplo, las extraordinarias pistas de tenis de la Cerrallana, en las que, gracias a la buena gestión del Club de tenis con las competiciones de alto nivel que organizan, pasan por las pistas tenistas y familias, que tienen la oportunidad de conocer nuestro atractivo entorno y pueden decidir hacer algo aquí o tener su segunda residencia. Precisamente por ser cada vez más escasa la nieve, más valor tienen los lugares donde se encuentra.
No nos engañemos. Si no hay estación de esquí , también seguirán subiendo a la sierra los vecinos de las localidades próximas, que no necesitan ni alojarse ni utilizar los restaurantes y que por tanto no crean riqueza en la zona. Si logramos mantener la estación con inteligencia, nuestros visitantes pernoctarán y repetirán , haciendo posible la viabilidad de hoteles, casas rurales, restaurantes, tiendas, etc. Rafael Muñoz
Desmantelar las instalaciones y llevarse la chatarra no supondría ningún impacto negativo, todo lo contrario. Mantener abierto el engendro durante dos o tres meses es más un deseo que una realidad: ¿cuántos días –no ya meses ni semanas– ha estado abierta La Covatilla en lo que va de temporada? Y quiero recordar que estamos ya en febrero. Aportemos cifras, no sólo letras.
En Béjar y comarca tenemos activos de mayor interés que una estación de esquí inviable, y la Sierra es uno de ellos, pero no por albergar esas instalaciones, sino como tal espacio natural de alta montaña (el único medio alpino de la provincia de Salamanca y de los pocos de Castilla y León), por no mencionar la media montaña, con sus castañares y rebollares, fresnedas, alisedas y conjuntamente el paisaje, los núcleos de población catalogados BIC-Conjunto Histórico y el Patrimonio Cultural asociado, con otros BIC de gran interés y alguno tan singular como el Jardín Histórico El Bosque, único en España por su tipología (uno de los tres de su categoría en Castilla y León y entre el escaso centenar de toda España). Todo ese Patrimonio Natural y Cultural está declarado Reserva Mundial de la Biosfera por la UNESCO desde 2006, pero a nadie le ha parecido importante: somos así de paletos. Tal Patrimonio y tal distinción mundial sería el mayor activo en cualquier parte de España donde rentabilizan el turismo rural en auténticos secarrales, mientras aquí somos incapaces de proteger, conservar, mantener y promocionar ese conjunto de bienes porque hemos puesto todos los huevos en la cesta ruinosa de La Covatilla. Ciérrese el engendro y bórrese del mapa cuanto antes. José Muñoz Domínguez
Enviar un comentario nuevo