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Memoria de Béjar. Episodio 4: Habla Juan Belén Cela Martín (I de 2)
Las puertas interiores del Ateneo Cultural, abatibles, madera y cristal, cruzadas por barras cromadas para empujar, filtraban un poco de la luz hacia el pasillo en una mañana bastante gris.
Me dirigía al encuentro de Juan Belén Cela Martín. Nacido en la segunda década del siglo XX. Empresario desde los quince años hasta su jubilación. Primer alcalde democrático tras la dictadura, durante dos legislaturas.
Habíamos quedado citados a las once en punto, en la planta baja del Casino Obrero de Béjar, junto a los billares. Tras bajar los pasos de acceso, un cambio de luz me traslumbró; un leve siseo forzó mi mirada hacía una de las primeras mesas.
Él esperaba de pie, nos sentamos sobre el mismo lado del sofá, grabadora en medio, sillones listados y, tras los “buenos días”, me pidió que le explicara qué quería hacer y, por favor, que no grabara.
Hablamos. Habla más él y yo escucho, naturalmente; intentando siempre, por mi parte, demostrar la necesidad de recoger el sonido de la memoria…, sólo brevemente y al final, me permite apretar el “play”. La fuerza de siempre en su palabra, la memoria bastante fresca; si acaso, un poco de cansancio en la dicción. En “sotto voce” atravesamos sus recuerdos, como otras veces que hablé con él en la trastienda de la pastelería (rodeados de prensa antigua), en la emisora o en el despacho de Alcaldía; la única diferencia, los años transcurridos y el tamaño de la grabadora (mejoras técnicas), por lo demás la misma pasión y vehemencia en la conversación que, a tramos, nos atasca en algún nombre, alguna cantidad, algún año… normal.
Casi dos horas de charla, datos, muchos datos en su cabeza sobre hechos, ideas progresistas (me mira con complicidad), la guerra, la clandestinidad, personas, situaciones, el ayuntamiento, el partido… pero es confidencia, solo confidencia que quedará para el eco del salón y desaparecerá en el aire que respiramos…
Una y otra vez insisto en la conveniencia de que esas vivencias sean grabadas, la historia se hace con las vidas y… su recuerdo, argumento. No quiere. Me mantiene atenta, prendida del caudal sin pausa de la palabra, mientras, de fondo, el sonido de los jugadores de billar retumba en la estancia.
Se asoma el pequeño de antaño a sus ojos, en el recuerdo de los libros de su padre, la trastienda, la madre, los cinco hermanos y dos hermanas que murieron en la infancia, los caramelos "Cela"; con los ojos ligeramente húmedos en el recuerdo de su hermano Sergio, de su primo Víctor, el que compartió el gran secreto adolescente: “había un patinillo por detrás de la pastelería que daba al solano y, cuando empezaron a registrar las casas, se nos ocurrió cavar un agujero para esconder algunos libros de mi padre, enseguida vinieron a mirar, y el guardia civil daba golpes con el fusil en el suelo, justo encima, lamentándose de que no encontraban nada, nosotros solo pensábamos en si aquello empezaba a sonar a hueco, verdad, y lo encontraban, y nos represaliaban"… Sergio, Víctor, los hermanos, su memoria. El obrador de la solana, el caserón de las monjas, su relación con el propietario. El tiempo pasado también junto a sus amigos.
El joven Belén nunca olvidó la paliza, el ver a su padre arrastrándose hasta casa. La guerra acababa de empezar.
La guerra. El miedo en la gente. Hace muchos años, una joven inquieta hacía su debut entrevistando a un Juan Belén candidato, parece que le oigo decir: “los jóvenes, los jóvenes son los que están dispuestos a morir por las ideas, los mayores no, porque ya saben lo que es la vida”. Tampoco lo olvidé.
Hoy me cuenta cómo "se prometió a sí mismo seguir fiel a las convicciones de aquel hombre, su padre", al que le salía la piel a tiras cuando, a escondidas, le quitó el médico la camisa, para curarle.
-Breve pausa, el recuerdo pasa-.
Su incorporación al frente y cómo, a los cuatro días de llegar, acabó la contienda, pero siguió la lucha. En la legión, un examen de historia fortuito, el conocimiento de los hechos de 1808, le ascendió a oficinas, después recorrido largo, seis años por distintas comandancias, tomando las declaraciones juradas de los interrogados…, "a la ideología no se renuncia, me afilié al partido en Salamanca en el año 48. Conservo el carnet del partido del año 76. Siempre tuve contactos con todo tipo de grupos que, viniendo de donde vinieran, llamándose como se llamaran, eran 'progresistas', Anarquistas, Bolcheviques, gente de Iglesia, Comunistas… todos juntos en la clandestinidad. Después cogieron a algunos en Salamanca y tuvimos que dejarlo un tiempo, pero yo seguía recibiendo publicaciones y material del extranjero… Iberia, de Nueva York, entre otras…", da más datos, más nombres, (algunos que entregaban directamente el material a la guardia civil, por miedo a ser otra vez encarcelados).
(continuará)
Gel Borrajo
(Enero 2010)
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Juan Belén Cela es un ejemplo de alcalde socialsta querido y admirado por todos. También por sus adversarios. Cipriano González es un ejemplo de alcalde socialista al que no quieren ni en su propio Partido.
Desde luego Belén Cela gobernó POR el pueblo y CON el pueblo, acometiendo y resolviendo problemas de verdad. El compadre González, maestro de la palmada en la espalda, la chirigota y el sísísí, no resiste la comparación. Y del innombrable lerdo que gobernó doce años seguidos, qué cruz, más vale no hablar.
Además de querido y admirado también era respetado y justamente valorado por todos los bejaranos.Su militancia política no era más que una anécdota:él sí que supo ser un alcalde para TODOS.Qué diferente del que sufrimos ahora,que pasará con más pena que gloria,y que sólo le recordaremos como "el alcalde amigo de sus amigos y compadre de sus compadres".
Hay que recordar también al buen equipo que Cela tuvo en sus tiempos de alcalde, dedicado y competente: Miguel Miñana, Lorenzo Yuste, Mirón, Mariano... Lo que resulta vital para poder gobernar bien.
Y estos concejales eran gente normal, obreros sin tanto título universitario como Martín Bejarano, Rosa, Concha Pérez o Blanca Cerrudo. Lo que demuestra que para esto tampoco hacen falta tantos estudios ni preparación sino un poquito de sentido común. Y al lo mejor ser de Béjar y conocer Béjar, no haber aterrizado aquí de cualquier manera. Pero de todas maneras, la diferencia más abismal se da entre Belén Cela y Cipri, con mucha diferencia.
ya sabemos que los titulos en esta legislatura no sirve de nada, pero ¿que me dices de Juan Tomas?, un personaje sin titulo ni provecho y que es lo mas inutil que a pasado por la concejalia de obras y personal.
¡Pues bien mirado, tienes toda la razón!
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