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Memoria de Béjar. Episodio 2: Habla Javier Ramón Sánchez Martín (II de 3)
(continuación)
-La intención, ya expresada por parte de algún colectivo, sería la de declararlo Bien de Interés Cultural para, precisamente lo que está comentando, tratar de que, por lo menos, se conserve y se mejore. Nos encontramos entre esos buques varados, joyas en piedra que da la sensación de que el tiempo no ha pasado por ellas, a pesar de estar las techumbres caídas se mantienen muy dignamente.
¿Cuál puede ser, según su punto de vista, lo más representativo que hay hoy por hoy…? Se me viene a la memoria la rueda de cárcavo que está prácticamente ya en desuso… hay algún elemento más…
-El tema de la rueda de cárcavo pensaba tocarlo específicamente,… creo que esa rueda de cárcavo es la única que queda en Béjar, y está en un edificio adosado a otro principal; yo pediría a los dueños que, en un ejercicio de generosidad, donaran esa pequeña caseta con la rueda hidráulica en su interior a la ciudad de Béjar, para que de esta manera, se pudiera restaurar, y se pudiera contemplar “in situ” cuando pasas a través de la ruta.
Por otro lado, hay edificios emblemáticos que resisten bien los años porque arquitectónicamente están muy bien construidos, como el antiguo edificio de García y Cascón, las naves de “Transa”, la Estambrera de Redondo y otros. La piedra de cantería de que están hechos algunos hace que sean edificios para durar. Y duele ver cómo no se hacen labores de mantenimiento en algunos de ellos y que las techumbres empiecen a caer en alguna de las naves de la antigua Transa.
Cuando traigo a alguien que no conoce la ciudad siempre lo llevo al “Ventorro de Pelayo” y, al asomarse, se quedan impresionados viendo los edificios de las antiguas García y Cascón y Transa. Y viéndolos, enseguida comprenden el poderío industrial que un día tuvo Béjar. Pero también hay otros edificios muy interesantes que no debemos olvidar, la mayoría adaptados perfectamente al espacio de que disponían, dando lugar al típico edificio industrial de pisos característico de mediados del XIX. Entre los que merecen la pena está el que fue conocido como “Estambrera de Redondo” o “Estambrera de Rocamora”, que está aguas abajo del puente de San Albín a la izquierda, y que hoy alberga un obrador de panadería y pastelería; este edificio tiene cuatro plantas y debió ser construido hacia 1850-60; ha sufrido varios incendios pero creo que se conservan las paredes originales, no así las ventanas que se ven en fotografías antiguas mucho más altas. Este edificio albergó en su interior industrias desde hace muchos años, aunque lo primero que tengo documentado es que en la década de 1890 había una fábrica que se llamaba “La Australiana” que era de Oliva y Rodríguez-Arias, convertida a principios del siglo XX en la “Industrial Bejarana”, después “Estambrera de Redondo” y así sucesivamente hasta que terminó su andadura textil con el Tinte de Gilart, que se trasladó desde lo que un día será el Museo de la Industria Textil, y a última hora estuvo Matinsa, una empresa de Tintes que continuó unos años cuando cerró Gilart. Es un edificio interesante, y hay más, más, que merecería la pena conservar.
Hay otros edificios antiguos del río hacia arriba, pues, los primitivos de “Rodríguez-Arias” (Navahonda) son muy interesantes en cuanto a arquitectura industrial. Y aguas abajo están los edificios de “Gómez-Rodulfo”, uno de los cuales, el antiguo edificio de telares, me gusta mucho y creo que merecería la pena restaurarlo y protegerlo. Se trata de una edificación de alrededor de 1914, hecha en piedra de cantería y ladrillo, con techos de cristal que aprovechan la luz norte; en Cataluña he visto varios parecidos, pero en Béjar no hay ninguno igual. También, hay otras naves del antiguo complejo de “Gómez- Rodulfo” que dan a la río, las más antiguas. La que está cerca de Puente Seca puede ser de finales del XVIII y está recrecida; entrar en ella es entrar en un obrador de hace siglo y pico, con sus cerchas, columnas y suelos de madera…, la verdad es que me encanta.
Luego hay también entre el Puente Viejo y el Nuevo unas naves que eran de la familia Gosálvez. Hay una que lamentablemente se quemó y que era una maravilla industrial de mediados del XIX. Tuve la fortuna de poderla ver como un año antes de que se quemara, y era para haber hecho allí un museo in situ… Cuando se quemó me dio mucha tristeza, aparte de que se perdieron unos elementos que iban a ir al museo, unos batanes de mazos, una centrífuga de cobre…, en fin…, algo muy triste.
-Hemos perdido bastantes elementos muy interesantes, como los Tintes de Duque, que hubieran sido recuperables. Y no hemos hablado de las harineras, que también hubo... y bastantes.
-Sí, vamos a ver, los batanes, muchos de ellos se hicieron sobre molinos, por ejemplo, la antigua fábrica de Luis Izard Muñoz, (para que nos hagamos una idea, es la que está debajo de una empresa de Congelados en la carretera de Ciudad Rodrigo), está en un sitio que se llama “Fuente Molino”, eso es por algo. La fábrica de Rafael Díaz está también construida sobre un antiguo molino; más abajo, la que fue de Téllez… en fin, muchas de ellas eran inicialmente molinos harineros y parece que los bejaranos de entonces tenían mentalidad empresarial, lo que hizo que se transformaran en batanes ,-se adaptaron a los tiempos- ,exactamente, cuando la manufactura textil, pues no la podemos calificar aún de industria textil en aquellos tiempos, se vio que daba dinero, más dinero que la harina. Los hubo prudentes que decidieron seguir con las dos actividades hasta ver que tal les iba, pero muchos de ellos se transformaron directamente en batanes.
En la zona de Picozos estaba el famoso batán de los Franciscanos, y casi debajo del viaducto quedan piedras, el arranque de las construcciones, aunque las mejores se las han llevado para nuevas edificaciones.
Queda también la que se conoció como fábrica de harinas de Fulgencio García, o de “Chencho”, como popularmente se conocía. Es también de pisos y se parece a otras que hubo y hay en la vera del río que se aprovecharon como fábricas textiles. Esta en concreto, fue fábrica de harinas y pastas de sopa, funcionó durante muchos años y tuvo su importancia. Hubo también varias fábricas de chocolate, hasta bien entrado el siglo XX, y que para aquel Béjar industrial, tuvieron su importancia.
-Se podría entender el "Museo textil" como un museo al aire libre , que abarque todo el recorrido de la Ruta de las Fábricas, el edificio dedicado a tal fin y, además, la Isla de la Aliseda y las márgenes río arriba. Todo un compendio de patrimonio y paisaje.
¿Cuál sería, Javier, la mejor noticia que podría haber, de cara al futuro, mirando al río?
-El Museo de la Industria Textil, como a mí me gusta decir, pienso que debe ser el recuerdo de los orígenes industriales de Béjar y un resumen de la rica y prolongada historia del textil bejarano, pero también debe ser algo vivo.
Podríamos discutir muchas cosas acerca de él. Quizá lo primero que el emplazamiento no es el más idóneo. A mí me hubiera gustado que estuviera en un edificio industrial antiguo y a ser posible emblemático, por ejemplo en el Tinte del Duque, o en las naves de “Gosálvez”, en pleno centro de la ciudad. El edificio que lo albergará es de nuevo cuño y tiene unos accesos complicados, especialmente para autobuses. Pero, ya que se trata de un hecho consumado, tendremos que cerrar los ojos al respecto y colaborar entre todos para tener el mejor Museo posible.
Además, este museo creo que va a ser el museo textil más grande de Europa en cuanto a superficie expuesta, por lo que creo que tenemos que hacer una labor constructiva todos aquellos que podamos aportar algo, para que ese museo no sea simplemente un sitio donde se almacenen unas cuantas máquinas antiguas y alguna documentación; no, eso no puede ser. Tiene que ser un Museo a la altura de lo que deseamos los bejaranos que sea este museo y eso no es fácil de montar, hay que hacer el esfuerzo...,-hay que hacer el esfuerzo, digo yo también, convencida, en voz alta- ,y lo tenemos que hacer muchas personas, unas donando un documento, o una fotografía añeja, o una pequeña máquina que conserva procedente de la fábrica de sus antepasados, y otros poniendo su saber o su buen hacer al servicio de toda la comunidad, porque lo que no sería admisible es que no tuviésemos un museo a la altura de lo que queremos los bejaranos. En fin, ya que se hace tarde, por lo menos que se haga bien,… He hojeado toda la colección de “Béjar en Madrid” desde mil novecientos diez y siete y he visto que la idea de hacer un museo dedicado a la industria textil ha sido recurrente a lo largo de los años, por ello es una verdadera lástima que no se haya hecho antes. Pero yo procuro ser positivo y decir “más vale tarde que nunca”, y ya que lo hacemos, hacerlo lo mejor que podamos. Además, como está en el río, tiene que ser parte de un conjunto de instrumentos que sirvan para que el turismo se fije en Béjar. Tenemos un paisaje privilegiado, una estación de esquí -que en una época del año atrae a mucha gente-, tenemos la Ruta de las Fábricas, tenemos una serie de museos de los cuales, el Museo de la Industria Textil debe ser una parte importante, pero integrado en ese conjunto. Y, por supuesto, tenemos un sector industrial que, hoy por hoy, está integrado por el textil, el metalúrgico, el chacinero y otros, que esperemos mantenga el tipo incluso con la crisis para que Béjar tire hacia delante; y no me quiero olvidar de que quizá haya habido un punto de inflexión en el declive industrial con el montaje de una empresa fabricante de paneles solares, que ya tiene una plantilla importante, lo que nos acerca al mundo de las energías renovables, que progresa con una fuerza imparable. Y, por supuesto, tenemos la Escuela de Ingeniería, que debería jugar un papel importante en el desarrollo de nuestro sector industrial. Entonces, con todo el conjunto de cosas que he citado deberíamos ser capaces de mirar al futuro con algo más optimismo de lo que lo hemos hecho hasta ahora.
(continuará)
Gel Borrajo
(Diciembre 2009)
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