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Lo mejor de la crisis
Hasta ahora, crisis era cosa de los nervios o de la tensión arterial; a lo sumo, un incidente en el que los unos aplastaban a los otros, como en los territorios ocupados por Israel, o una situación particularmente virulenta del mundo de allá afuera, equivalente a un ajeno más allá. Error. Este mundo loco es una puta crisis. Según el diccionario, esa palabra también puede tener la acepción de “momento decisivo y peligroso en la evolución de las cosas”. Y nadie me dirá que no vivimos bordeando los abismos de las decisiones y caminado por el filo del peligro.
La crisis, hasta ahora, pudo haber sido de conciencia por haber educado tan mal a nuestros hijos, que los hemos llevado a la decisión de elegirnos a nosotros o un Audi A-4. Ellos, claro está, entraron en crisis y salieron de ella conduciendo. Pero crisis-crisis, lo que se llama crisis, tendríamos que buscarla con la lupa de la memoria histórica, cuando España se despoblaba por el hambre y en Béjar había un científico capaz de reparar la única y espectral bombillita de veinticinco vatios con que nos alumbrábamos.
Pero de eso hace mucho y ya nadie se acuerda de lo que es una crisis. Así que bien vale la pena disfrutar de ésta, por aquello de tener algo impresionante que contar. No obstante, si prestásemos más atención a este mundo demente tal vez fuese innecesario vivirla para contarla, porque la hemos estado observando en colores mientras comíamos. Y no la hemos visto.
¿Qué descubrimiento hemos hecho ahora? ¿Qué unos podrían morirse de hambre sin trabajo y otros que nunca han trabajado son inmortales? ¿Qué dependemos de los extraordinariamente ricos, de los tan ricos que se permiten jugar a perder millones y más millones sin que se les agoten las reservas? ¿Qué sólo el trabajo del hombre crea riquezas y los que trabajan las crean para otros? Son viejas preguntas con viejas respuestas. Nada nuevo.
Así es la locura de nuestro mundo. Lo mismo que cuando compramos en las grandes superficies y arruinamos a nuestros pequeños empresarios y, nuestros pequeños empresarios, arruinados, nos arruinan a nosotros.
Sin embargo, nuestro naufragio es de cinco estrellas comparado con el de los tantísimos otros que ni siquiera pueden hundirse por no tener ni una mísera barca bajo los pies. Ellos siempre se han quejado y nosotros hemos mirado para otra parte. Y cuando los vimos, creímos haberlos pillado culpables de sus propias desgracias: unos vagos e incapaces.
Tal vez ahora logremos tener otra percepción más objetiva, al revelársenos a destiempo que en la base de una pirámide que tiene su puntita enchapada en oro desde épocas de Keops hace siete mil años, conviven prensados los currantes verdaderos y los inscritos en el paro mundial de los muertos de hambre por antonomasia. Este descubrimiento podría ser lo mejor de la crisis, porque sin las piedras de abajo las pirámides, por mucho oro superpuesto, son una puta mierda. ¡Dominus vobiscum!
- Sigues de coña? o que te
hace 3 horas 45 mins - Y? En otras ocasiones
hace 10 horas 5 mins - No lo digo por ti... por
hace 10 horas 22 mins - Efectivamente, no dejan de
hace 11 horas 22 mins - Busque, busque
hace 23 horas 33 mins - Estaras de coña...
hace 1 día 2 horas - Lo entiendes perfectamente.
hace 1 día 9 horas - pero es que teneis que
hace 1 día 9 horas - Los jovenes eran
hace 1 día 11 horas - Pues debe de ser lo único
hace 1 día 11 horas
Reynaldo, bienvenido a la crisis!
Qué digo!
Bienvenido a Béjar.biz!
Un abrazo, hermano.
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