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J.F.Fabián: El furtivo es un ser irresponsable y egoísta preocupado sólo por él
Por Ana Agustín. Diario de Avila
Cada cierto tiempo aparecen noticias sobre expolios de yacimientos arqueológicos, un problema recurrente que no se aborda de manera eficaz. «Se trata de yacimientos de gran valor necesarios para explicar el pasado que, sin embargo, desaparecen en manos de irresponsables furtivos que no siempre son detenidos y llevados ante la justicia e incluso cuando son llevados muchas veces el castigo no es lo suficiente severo e incluso no se produce», asegura Francisco Fabián, arqueólogo territorial de la Junta de Castilla y León en Ávila, que añade que la ley de Patrimonio estatal y la autonómica (2007) pretenden ponerle freno a esta situación. Y es que, la última detención por furtivismo arqueológico se produjo en Ávila en 2003 y el último expediente sancionador, en los años 90.
¿Hay furtivismo arqueológico en la provincia de Ávila?
Si; seguramente hay mucho más del que conocemos y del que sospechamos. El furtivo sabe que dejar huellas evidencia su acción y procura disimularlas lo mejor que puede. Eso, por una parte, y por otra, ocurre que no podemos estar a diario en los más de 2.500 yacimientos arqueológicos conocidos en la provincia de Ávila y las huellas se borran en poco tiempo. Es un asunto muy preocupante para el patrimonio arqueológico en general que tendría que ser abordado con decisión y dedicación. La ley no basta, la ley está ahí ya. Hace falta la concienciación ciudadana y también, en lo que le toca, la de todos los jueces, que por ejemplo son los competentes en autorizar un registro domiciliario para un presunto furtivo del que se tienen más que sospechas de sus acciones. Todos debemos asumir con decisión nuestra responsabilidad. Y todos somos todos, más aún los que tenemos algo importante que hacer por ello.
¿En qué lugares es más frecuente la búsqueda de materiales arqueológicos de forma furtiva?
Hay que tener en cuenta para responder a esa pregunta que los furtivos son de dos tipos: los que lo toman como una forma de vida, es decir viven de vender lo que encuentran y el coleccionista obsesivo que lo quiere para él. Al primero le interesan los objetos vistosos y evidentes porque los puede vender mejor. Estos aparecen en yacimientos desde la Edad del Hierro en adelante. El expolio de castros y yacimientos romanos son sus preferidos. Al coleccionista le suele gustar todo, desde una moneda hasta una punta de flecha de sílex y por tanto tiene más radio de acción, daña yacimientos de todo tipo. Suelen ser tipos obsesos que se inventan cualquier cosa para justificar su acción. Tanto un tipo como el otro hacen mucho daño, porque los dos destruyen la posibilidad de investigar como se debe el patrimonio, que es de la sociedad y nos corresponde a todos disfrutar.
¿Se ha incoado algún expediente sancionador en los últimos años?
No, porque no ha habido oportunidad para ello. Pero ha habido otro tipo de actuaciones. Hace unos años la guardia civil sorprendió a unos furtivos en Las Cogotas con restos expoliados y puso una denuncia en el juzgado. Pero el mismo día del juicio supimos que no se celebraba porque se había llegado a un acuerdo con el juez. Me refiero a un acuerdo legal, algo que permite la ley. Supongo que pagaron una multa y ahí quedó todo. Esto será legal, pero no me parece bien. El furtivo profesional gana mucho dinero con la venta de objetos y pagar una multa no le supone un problema. La cárcel asusta más. Yo no conozco a ninguno que haya estado en la cárcel. Quizá por eso sigue habiendo tantos.
Esta práctica, la búsqueda de materiales sin las oportunas autorizaciones administrativas ¿es una de las causas del deterioro del patrimonio arqueológico?
Si. Al furtivo le interesa el objeto nada más, al investigador le interesa todo lo que se relaciona con el objeto y puede darle información sobre el contexto en el que el objeto participaba. Por ejemplo, si la casa en la que vivimos fuera un yacimiento arqueológico, al furtivo le interesaría encontrar un anillo, la televisión o el cubierto de plata. Para buscarlo revolvería todo o iría sin más al sitio donde está lo que busca. Posiblemente, le daría igual todo lo demás. Se llevaría lo que le interesa a su colección, sin importarle lo demás. El investigador, sin embargo, trabajaría con todo con cuidado, lo iría dejando en su sitio, lo anotaría, haría planos de ello, le interesarían lo mismo la televisión que el cepillo de dientes, se fijaría en la calidad de la vajilla que tenemos, en la calidad de los vestidos que encontrara para averiguar nuestros gustos y nuestro nivel de vida, investigaría cuantos vivieron en la casa, porqué se marcharon, haría análisis de todo tipo para saber cuantos y quienes vivieron allí, lo que comían, en lo que creían. Y al final tendría una reconstrucción de nuestra vida, algo mucho más importante que simplemente llevarse la televisión, el anillo o el tenedor de plata. El investigador busca un fin social: aportar datos sobre el pasado a la sociedad en la que vive para que lo conozca y lo disfrute. El furtivo es un ser egoísta e irresponsable al que le preocupan sólo él y su obsesión. En eso es un ser asocial. A veces dicen que solo buscan inocentes monedas. Pero las monedas tienen mucha información porque fechan estructuras por el año que fueron acuñadas. Si un furtivo la extrae de un contexto y solo había esa, no podremos fechar ese sitio con facilidad.
En el castro de El Raso había escondidas debajo del suelo de una casa varias monedas de Cesar. Si las hubiera cogido un furtivo ahora no sabríamos que las escondió alguien durante la segunda guerra civil (siglo I a.C.), temiendo la represalias al haber apostado por el bando contrario en la guerra y perderla. Hubiéramos perdido un dato de gran valor.
¿Qué hay sobre el uso de detectores de metales?
La ley prohibe su uso en yacimientos, pero se venden en las tiendas y no hay que registrarse de ninguna manera para comprarlo. Salvo que se trate de un fontanero y lo use para buscar tuberías que arreglar, o para buscar objetos perdidos en las playas, el otro uso posible es en yacimientos arqueológicos. Hay asociaciones de esta gente que se enfadan mucho cuando les decimos que sus aparatos sirven para expoliar. Pero es que me resulta absurdo pensar que los usen para buscar puntas o herraduras por los caminos. En más de una ocasión me han llamado presidentes de estas asociaciones para pedirme los datos de todos los yacimientos de la provincia con objeto de que no vayan por allí y no hacer algo ilegal. Cómo vamos a creernos que es por esa razón. Es decir, si eso fuera así, lo que harían sería ir a lugares donde no hay nada que detectar, una acción absurda. En fin, si no fuera tan serio el asunto, provocaría la risa. Pero basta ver la propaganda en internet para ver lo que se pretende con la compra de estos aparatos.
¿Cómo habría que actuar cuando vemos a una persona haciendo algo ilegal contra el patrimonio arqueológico?
Como con cualquier otro delito, denunciándolo. No digo que se vaya al juzgado para ello, porque eso para muchos es difícil. Que llamen a la Guardia Civil o a la policía cuando lo vean. Por cierto, la colaboración de la Guardia Civil ha sido ejemplar en este aspecto a través del Seprona. Llevo trabajando en la arqueología de Ávila 22 años y sólo tengo elogios para su preocupación por el patrimonio… Decía que hay que denunciarlo. Un ciudadano que ve en peligro algo que es de todos debe asumir su papel y hacer lo que debe sin miedo. De todas maneras, no terminará la destrucción de patrimonio sólo a través de las denuncias. Creo que hay que hacer más cosas. Hay que hacer campañas, por ejemplo, en la televisión, en la prensa, en las escuelas. Nunca he visto un anuncio en la televisión que hable de esto, ni una campaña escolar. Si le explicamos a la gente la importancia que tiene que nadie se adueñe ni destruya lo que es de todos, habrá más ciudadanos que no lo consentirán. También es necesario trabajar con algunos alcaldes de pueblos que comprenden a furtivos e incluso, y esto es muy decepcionante, con asociaciones de cierto rango bajo cuyo paraguas algunos de estos tipos han encontrado una inexplicable protección incluso para publicar sus hallazgos, de los que siempre dicen que son fortuitos, claro. Esto es tan inconcebible como cuando vemos a un terrorista al lado de un político que le comprende, cuando un político es un tipo que trabaja para mejorar la sociedad y un terrorista para destruirla.
¿Sería partidario de endurecer la ley en este sentido?
Yo apostaría, primero, por que la ley se cumpla a rajatabla y por que todos los que tenemos algo que ver a través de nuestro trabajo con el patrimonio actuemos con la máxima responsabilidad. Y en ello incluyo a alcaldes, jueces, arqueólogos, funcionarios del orden, directores de instituciones… Si todos comprendemos que el expolio de yacimientos es un robo a la sociedad, seguramente se pueda avanzar aislando a los infractores. Si, además, dedicamos esfuerzos a informar y a concienciar a la sociedad a través de campañas, de publicaciones o conferencias, reduciremos el problema.
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Muchos conocemos a dos furtivos en nuestra ciudad que han esquilmado todo lo que han podido. Seguramente usted también, amable lector. Si, esos dos que está pensando, esos dos que tienen o han tenido dos negocios de cara al público. Lástima que nunca les hayan pillado. Pero los demás tampoco hemos cumplido con nuestro deber de denunciarlos. Tendrán sus colecciones a buen recaudo de objetos que son de todos y , como dice FAbián en la entrevista, privarán de que se sepan más cosas de nuestra historia. A ver cuando ejercemos de ciuidadanos, cada uno haciendo lo que debe. También en esto, coño, que parece que no es importante y lo es y mucho. Si no tenemos cultura ni sentido común para darnos cuenta, así nos irá. Asi nos va. Así tenemos a Béjar ¡caguen tal!.
Se refiere usted al pescadero y al carnicero, me supongo. El segundo además se ha llevado jactando años de sus tropelias con el patrimonio arqueológico. Vaya dos elementos. ¿No hay un juez capaz de hacerles un registro en casa a estos dos elementos?
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