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Infancia y tecnología: opiniones sobre la disyuntiva hombre-máquina, aciertos y desaciertos que influirán en el futuro (I)
Iván Parro
Uno de los temas sobre el que llevo investigando y publicando desde hace ya más de diez años es el de las nuevas tecnologías y su influencia en niños y jóvenes. Hace unos meses participé como sociólogo en un documental de título “El santuario de la soledad”, el cual tenía como fondo y transfondo las adicciones a las nuevas tecnologías y cómo estas influyen en los más jóvenes. Es un tema sobre el que se podría decir mucho y pensar mucho y que está a la orden del día. Cómo deben utilizar los más jóvenes los aparatos tecnológicos, la educación en el buen uso de las TIC, la influencia que tiene la tecnología en la formación de la personalidad y el papel que deben jugar los distintos actores sociales en este caso. Todas son cuestiones y temas aún por resolver, aún en construcción y en evolución porque aunque las nuevas tecnologías están ahí también se modifican, renuevan y mejoran con el tiempo, amplían por así decirlo sus funcionalidades, y estudiar y entender cómo va afectando esto a la personalidad de los jóvenes requiere de observación y tiempo.
En el año 2013 apareció en la revista digital Atlante, Cuadernos de Educación y Desarrollo, una reflexión que titulé “Infancia y aprendizaje a través de las nuevas tecnologías”, en la cual compartía algunas reflexiones y comentarios acerca del acceso y utilización de las nuevas tecnologías por los menores, mencionando algunos efectos positivos y negativos de las mismas y proponiendo una mayor implicación de la familia y de la escuela en este proceso de conocimiento, asimilación, apropiación y utilización. En esta colaboración y siguientes quería extraer algunas de las ideas desarrolladas en dicho texto para propiciar un debate con los lectores sobre este tema tan importante de cara al futuro; y creo que es importante porque son en parte las nuevas tecnologías las que están modelando y construyendo en buena parte las identidades y personalidades de muchos menores y jóvenes en nuestros días por encima de actores y elementos sociales que pueden quedar relegados a un segundo o tercer plano como pueden ser la familia, la escuela o la propia sociedad, aquella que aún no sabe bien cómo responder adecuadamente a este fenómeno, del cual muchos días conocemos a través de las noticias nuevos sucesos y efectos negativos relacionados con el mismo.
Vaya por delante decir que las tecnologías, cualquier aparato tecnológico, es simplemente una herramienta más al servicio del usuario que la utiliza y no al revés como parece que está ocurriendo en muchos casos. La tecnología facilita la comunicación, abre nuevas oportunidades para que nuestra vida social e incluso personal sea más cómoda, más fácil, más llevadera, pero sólo eso. No pueden o no deben ser instrumentos utilizados para otros fines más ilícitos como generar violencia (sea del tipo que sea) e ir en contra de determinados derechos y libertades. Y en el caso de las nuevas generaciones que nacen hoy lo hacen en un mundo donde la tecnología ya existe y forma parte de las vidas y de las acciones y decisiones de los seres humanos que lo habitan. Son hijos de la tecnología, seres que no podrían ni quizá pueden concebir su vida y su mundo sin aparatos tecnológicos y mucho menos sin Internet ni Whatsapp. Son chicos y jóvenes que han hecho de la tecnología su modus vivendi, que han adaptado sus vidas y sus pensamientos a lo que la tecnología puede o no ofrecerles. Son niños y niñas que en el futuro responderán únicamente a las máquinas que les rodean y con las que ya conviven actualmente en una relación beneficiosa y además placentera para ambos. ¿Pero por qué debe esto ser así? ¿Cómo plantear otras alternativas viables a los niños y jóvenes para que no se encierren y sufran los efectos perversos y maléficos de la tecnología como puede ser la adicción? ¿Cómo transmitir a esas generaciones del clic y del chip que hay vida más allá de Internet, que hay un mundo más allá de su pequeño Smartphone? ¿Cómo compaginar el uso y disfrute de las nuevas tecnologías con el desarrollo pleno y auténtico de los niños y de los adolescentes? ¿Cómo normalizar las relaciones de los padres (analfabetos digitales muchos de ellos) con sus hijos que son auténticos “expertos” en tecnología? ¿Cómo trabajar para construir sociedades tecnológicamente más justas y equilibradas? Son todas estas propuestas las que están en discusión y tratamiento ahora mismo y que son importantes de calibrar y de valorar de cara al futuro más próximo porque la tecnología avanza a velocidades de vértigo y la personalidad de los niños y jóvenes no se forma y moldea a la misma velocidad. ¿Qué hacer y cómo hacer entonces? Aquí es donde espero la participación de los lectores con sus comentarios y sugerencias.
Seguiré compartiendo ideas sobre este interesante tema en próximas colaboraciones aunque ya pueden lanzar ideas sobre el mismo. Espero sinceramente que comenten.
“El verdadero peligro no es que las computadoras comenzarán a pensar como los hombres sino que los hombres comenzarán a pensar como las computadoras” (Sydney J. Harris)
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