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El hundimiento poblacional de Béjar y sus posibilidades de futuro
Tercer artículo sobre el tema "La despoblación de Béjar"
Alberto Segade Illán
EVOLUCIÓN DEMOGRÁFICA DE BÉJAR Y LAS PRINCIPALES CIUDADES DE C. y L. DURANTE LOS ÚLTIMOS 175 AÑOS
Muchas veces se dice que hay ocasiones en que los árboles no te dejan ver el bosque. Ante unas tablas de datos es difícil hacerse una idea clara de si nuestra ciudad ofrece, o no, características singulares respecto a su evolución demográfica, por eso he buscado una imagen que lo represente. Béjar ha tenido épocas mejores y peores y, según el ciclo, más o menos habitantes. Pero ¿ha sucedido lo mismo en el resto de las ciudades de Castilla y León? Es decir, ¿en las épocas buenas han subido y en las malas han bajado todas, más o menos en la misma proporción?
En este gráfico “bosque”, cada columna crece, o decrece, según la variación en porcentaje de la población ce cada ciudad entre los años señalados. La columna de Béjar es la de color azul, situada en primer término
Alzado del gráfico. 1842 1857 1877 1900 1920 1940 1960 1970 1981 1996 2001 2005 2011 2017
Perfil del gráfico.
BEJAR PALE. ZAMO. SORIA BENA. M.dC. SEG. A.d.D. SALA. BURG. AVILA PONF. VALL. LEON MI.d. E.
He considerado interesante elaborar este gráfico en tres dimensiones, para poder tener una perspectiva comparativa visual del comportamiento demográfico de las principales ciudades de Castilla y León y la imagen no puede ser más elocuente. La copa del árbol de Béjar, que destacaba sobre todas las demás a mediados del siglo XIX y recibía el sol antes que ninguna, va quedándose por debajo de las otras al correr de los años hasta quedar totalmente oculta bajo su sombra (téngase en cuenta que aquí no se comparan cifras absolutas, sino porcentajes de crecimiento acumulado en diferentes periodos) esta es la causa por la cual destaca Miranda de Ebro, ya que, a partir de los primeros datos oficiales, ha multiplicado su población por 20’44 entre 1842 (1.742) y 2017 (35.608). Béjar, por el contrario, sólo la ha multiplicado por 2’6, la que menos con diferencia. Palencia es penúltima y multiplica por 6’9. Salamanca, por su parte, multiplica su número de habitantes por 10’5.
Nuestra ciudad, por consiguiente, tiene en 2017 más del doble de habitantes (13.221) que en 1842 (4.992). Pero supera por muy poco los que tenía en 1877 (12.772). Durante medio siglo XIX, Béjar fue la sexta ciudad por habitantes de lo que, hoy en día, es Castilla y León. A finales del siglo XIX Béjar entró en una crisis de la que no se repuso hasta la década de los treinta del siglo XX, cuando inició un nuevo periodo de crecimiento que culminó en 1970 con nuestro record oficial de habitantes (17.949). Desde entonces se ha venido produciendo un continuo descenso (salvo un ligerísimo repunte entre 2006 y 2008) hasta perder en los últimos 48 años más de la cuarta parte de su población, -26’34%. En este gráfico no se recogen los datos de otros cuatro municipios de Castilla y León que en la actualidad superan a Béjar en habitantes. Se trata de San Andrés del Rabanedo (31.123), Laguna de Duero (22.621) Arroyo de la Encomienda (19.421), Villaquilambre (18.666) y Santa Marta de Tormes (14.806), municipios todos que han crecido al calor de las capitales aledañas. También ha de tenerse en cuenta que los últimos datos oficiales son de fecha 1 de enero de 2017, por lo que estamos aún a la espera de su actualización a fecha más reciente.
He considerado oportuno, para confrontar con mayor claridad el ritmo de crecimiento de cada ciudad, dividir todo el ámbito temporal del que tenemos datos oficiales, en ocho periodos diferentes que coinciden con los hitos de ascenso y descenso de población experimentados por nuestra ciudad en los últimos 175 años, así como algunos acontecimientos relevantes. En los recuadros que siguen a continuación se compara la evolución demográfica de las ciudades de Castilla y león en cada periodo. Lo primero que llama la atención es que la columna de Béjar aparece de color rojo (caída de población) en cinco de los ocho periodos, sumando en total 100 años con este color. Los años de crecimiento sumados son 75 (hasta 2017). Se comprueba, por lo tanto, que nuestra ciudad ha pasado por las grandes transformaciones acaecidas durante todo este tiempo sin obtener apenas rédito positivo en comparación con las demás ciudades y que ha estado más tiempo en crisis que en auge, no solamente los últimos años. Es decir, que la cuestión que nos preocupa no es solo de ahora.
La explosión de la Revolución Industrial provoca un espectacular auge de la industria textil bejarana, que ya contaba con 160 telares activos a mediados del siglo XVIII con unos 3.000 trabajadores en el sector. El resultado es que nuestra ciudad es la segunda más pujante de nuestra región durante este periodo, situándose como la sexta en número de habitantes, por encima de León, Palencia, Segovia, Ávila, Zamora y Soria. Se estima que los primeros talleres textiles habían surgido en nuestra ciudad en el siglo XV. La apertura por parte del Duque, a finales del XVI, del primer tinte, a petición del Concejo de la Villa y la llegada en 1691 de los maestros flamencos, contratados para formar a los artesanos como industriales con las técnicas más modernas, constituyen hitos significativos en el desarrollo en nuestra zona, no sólo en Béjar ciudad, del desarrollo de esta actividad fabril (hoy le hubiéramos llamado a estas acciones “estrategia de planificación para completar el ciclo productivo”). Consta en los anales que, ya desde 1715, las fábricas bejaranas trabajaban con contratas para los uniformes del ejército.
1842-1877
1842-1877
La edad de oro de Béjar, que crece el 155’8%, hasta 12.772 habitantes. Aunque la supera en porcentaje de aumento Valladolid (+185’5%) como ciudad más pujante. Le siguen muy de cerca Miranda de Ebro, Ávila, Burgos Y Medina del Campo. Un tercer grupo, integrado por Segovia, León, Benavente, Zamora, Ponferrada y Salamanca; crece con algo más de moderación. El furgón de cola, en una etapa de fuerte desarrollo general, lo ocupan Palencia (27’1%), Aranda de Duero (22’3%) y Soria (13’2%)
1877-1900
1877-1900
Béjar pierde el 24’7 % de su población. Todas las demás crecen, algunas como Salamanca (72’7%), Miranda Ebro León, Segovia y Valladolid, de manera destacada. A continuación figuran: Ávila, Soria, Benavente, Zamora, Medina del Campo, Aranda de Duero, Palencia (9’7%), Ponferrada (8’1%) y Burgos, que tan sólo crece el 1’6%. Todas, por lo tanto, crecen, excepto Béjar, que se descuelga, en este final de siglo, de la tendencia de progreso que se mantiene en el resto.
Tras el auge del periodo anterior, Béjar se descuelga del progreso que, en mayor o menor medida, continuaba en el resto y se desploma perdiendo casi la cuarta parte de su población. Entre los factores que contribuyen a ello, seguramente está la tardía llegada del ferrocarril a nuestra ciudad (que se puso aquí en servicio en el año 1894 desde Plasencia y en 1896 desde Salamanca) mucho más tarde que en otras zonas cuya industria competía con la bejarana (a Tarrasa llegó en 1856, a Salamanca en 1877). No deja de ser una paradoja que, habiendo sido una de últimas ciudades en contar con este fundamental medio de comunicación, haya sido de las primeras en perderlo.
La “gran huelga textil de los siete meses” en Béjar (1913-1914), una de las que figuran como de las más largas en la historia de la lucha por los derechos de los trabajadores en España, puso de manifiesto las características de un periodo marcado por el conflicto de clases y la restauración monárquica (1874-1931), la cohesión del mundo obrero, el conservadurismo social y el reformismo, que en nuestra ciudad se manifestaron a través del autoritarismo empresarial y la lucha obrera y sindical ante condiciones de vida y de trabajo insoportables. Nuestro modelo de ciudad fracasa, lastrada por las circunstancias negativas del periodo anterior, cuando las demás siguen creciendo.
En la década de los treinta, Béjar, sin embargo, tiene suerte. Tras más de cuarenta años de descenso, al estallar la Guerra Civil, nuestra ciudad y su industria quedaron situadas en “zona nacional”, mientras que la mayor parte del resto de fábricas textiles estaban en la Cataluña republicana. Esto permitió que el vetusto modelo de ciudad, que ya llevaba décadas haciendo aguas, fuera de nuevo viable y las cifras de población se recuperaran de inmediato. Este golpe de fortuna continuó para nuestras fábricas (o como diría Perogrullo, para las fábricas de los fabricantes) a través de las contratas oficiales para el ejército, cuerpos oficiales y funcionarios. Una prebenda que se mantuvo durante todo el periodo posterior entre 1940 y 1970, en una España regida hasta 1959 por un sistema económico de autarquía, aislado del exterior y con fuertes medidas de proteccionismo, El caldo de cultivo perfecto para que el modelo bejarano pudiera seguir funcionando más que satisfactoriamente, sin demasiada necesidad de buscar otros mercados o alternativas de producción.
A finales de los cincuenta se aprobó el Plan Nacional de Estabilización que, superado el aislamiento internacional de España tras los acuerdos con EE.UU, se caracterizó por una mayor apertura comercial al exterior y un fortalecimiento del desarrollo. Pero en nuestra ciudad prácticamente pocas cosas cambiaron, tal vez porque ya estábamos suficientemente “estabilizados” y además seguíamos contando con las contratas oficiales.
1900-1930
1900-1930
Bejar, durante este largo periodo de 30 años sigue perdiendo población aunque de manera más atenuada (-7’1%). Esta decadencia tras el derrumbe del periodo anterior contrasta con el fuerte crecimiento de Miranda de Ebro (+105’3%) o Medina del Campo (+111’2%, también Salamanca, que en este periodo incrementa sus habitantes en un 75’7% (pasando de 25.019 a 43.953). Todas las demás crecen con fuerza, la que menos. Zamora, un 24’9%.
1930-1940
1930-1940
Bejar, tras un periodo de decadencia de 43 años, vuelve a crecer con fuerza en la década de la Guerra Civil (+40’9%), más o menos como Palencia pero por debajo de Burgos, Salamanca y León. Zamora, Soria, Valladolid y Ávila siguen a Béjar con incrementos en torno al 30%. Ponferrada, Benavente, Segovia, Aranda de Duero y Miranda de Ebro suben en torno al 20% . La que menos crece es Medina del Campo, con un 5’8%.
1940-1970
1940-1970
Nuestra ciudad mantiene durante este periodo su ritmo de crecimiento con un 42’7%. Pero, a excepción de Medina del Campo, que crece un 25’4%, el resto de las ciudades la superan con creces, pues todas lo hacen por encima del 50%. Cinco rozan el 100%, tres lo superan y Ponferrada, que crece el 247’9%, casi triplica su población. Béjar, que alcanza su máximo histórico en 1970 con 17.949 habitantes, no consigue, como vemos, aprovechar el momento económico en la misma medida que el resto.
Hubo en la década de los sesenta, sin embargo, un acontecimiento importante para nuestra ciudad: la instauración de un centro oficial de enseñanza media. Con la apertura del Instituto Ramón Olleros Gregorio, los bejaranos ya podían completar el bachillerato superior y acceder a la Universidad. Los hijos e hijas de la clase obrera encontraban así una salida al único destino que hasta entonces les había sido asignado por nacimiento: nutrir el mercado laboral local en las fábricas textiles, como operario, capataz, encargado, técnico, comercial o administrativo. Puede ser que por esta razón, lo que, en principio, se presentaba como una magnífica oportunidad de futuro para Béjar, se convirtiera en una válvula de escape para los bejaranos, que, como titulados universitarios, apenas tenían horizonte profesional en su ciudad. Comenzamos a perder entonces uno de nuestros principales factores de producción: el capital humano. Años después, en una muestra patética de nuestro carácter más rancio, comenzamos a celebrar el “Día del Bejarano Ausente”.
Béjar comienza este periodo con su record de habitantes, según los datos oficiales (17.949), aunque, como hemos visto, a esa cifra ha llegado como una de las dos ciudades menos pujantes de la comunidad. Pero, a partir de ese momento (con la llegada del nuevo estado democrático, la reconversión económica y la integración en la UE) comenzaron a desaparecer todas las “muletas” que, hasta entonces, habían sujetado el modelo bejarano. El resultado es que nuestra se ciudad se hunde con estrépito en contraste con la tendencia al alza de todas las demás. El estreno de los ayuntamientos democráticos, entre otros factores nuevos respecto a la anterior situación, no tiene en Béjar apenas incidencia para cambiar las cosas y nuestra ciudad comienza, otra vez, a restar habitantes.
Durante este periodo, seguimos cayendo, y con más fuerza, en contra de la tendencia general. La acción de la UE para zonas en declive industrial no se percibió apenas en nuestra zona y el nuevo orden administrativo de la España de las autonomías no favoreció a nuestros intereses, aunque tampoco nosotros fuimos capaces de articular mecanismos que fueran eficaces para cambiar la tendencia, o reivindicar nuestra situación plena de agravios comparativos frente a las actuaciones llevadas a cabo en otras zonas afectadas por el declive industrial. Desde 1996 Alejo Riñones, que accedió por primera al cargo en 1995, ha sido Alcalde de Béjar durante 18 años y lo sigue siendo en la actualidad.
En el último periodo considerado, Béjar, cada vez más exhausta, envejecida y sin alimento para sus nuevas generaciones, continúa cayendo con estrépito multiplicado. Sigue, sin plantearse siquiera, el cambio de modelo. A falta de conocer datos más actuales (ya que los últimos son de fecha 1 de enero de 2017) nuestra ciudad se encuentra, más o menos, al nivel de población
1970-1996
1970-1996
La transformación de España en este periodo (que cambia de sistema político y ve nacer el estado de las autonomías, además de la integración en la UE) se acompaña con un crecimiento generalizado de todas las ciudades, entre el +56’9% de Ávila y el +23’6% de Medina del Campo. Miranda de Ebro se queda estancada y crece sólo un +4’1% en este periodo. Pero Béjar vuelve a desmarcarse ruidosamente del resto con su caída del -7’2%
1996-2008
1996-2008
El crecimiento generalizado se mantiene con la integración plena en la UE. Ávila vuelve a liderar con un incremento del +19%. Zamora es la que menos crece con un +4’5%. Aunque Valladolid, Salamanca y León pierden habitantes, sus municipios anejos (San Andrés del Rabanedo, Laguna de Duero, Arroyo de la Encomienda, Villaquilambre y Santa Marta de Tormes) llegan, en algún caso, hasta quintuplicar su censo. Béjar sigue en caída, aumentada hasta el -9’3%, aunque entre 2006 y 2008 llega a crecer ligerísimamente.
2008-2017
2008-2017
Crisis generalizada en este periodo. A excepción de Ávila, que crece un 3’6%, y Aranda de Duero, que prácticamente no se mueve (+0’2%), todas las demás pierden habitantes. Soria, Burgos, Medina del Campo, Ponferrada, Palencia y Benavente, por debajo encima del -5%. Valladolid, Zamora, Leon, Salamanca, Segovia y Miranda de Ebro, entre el -5% y el -10%. Béjar acelera todavía más su caída con un -12’5%, el pequeño repunte con el que terminó el periodo anterior no se consolida.
que tenía en 1877 (12.772 habitantes), frente a los 13.221 en 2017. Durante estos últimos diez años, el conjunto de la economía ha sufrido una profunda crisis y así se refleja en los datos generales. Para nosotros (que apenas respiramos un poco en 2007 (+0’45) y 2008 (+0’63%) con levísimos aumentos) los efectos de la depresión económica surgida a partir de ese momento han sido calamitosos, porque no sólo se aceleró, aún más, nuestra caída, sino que se frustraron varios proyectos que hubieran podido contribuir a modificar la tendencia.
Estos son los datos, que se pueden comprobar pero no discutir. Llegados a este punto, termino con la exposición de motivos, basada en los mismos, y paso a concluir esta reflexión con mi opinión al respecto. ¿Qué tendríamos que hacer a partir de ahora? ¿Qué prioridades deberíamos establecer para asegurar el futuro de Béjar como digna heredera de su prosperidad de antaño? ¿Nos ponemos, en serio, a trabajar al respecto o continuamos resignados celebrando el Día del Bejarano Ausente? Las respuestas estas preguntas nos pueden marcar la dirección más adecuada para ponernos a trabajar, o no, cuanto antes.
PERSPECTIVAS DE FUTURO PARA UNA CIUDAD AGOTADA
En primer lugar, es necesario no desenfocar la cuestión y alejarnos del fatalismo (lo pasado ya no importa si no es para poder corregir los errores y aprender de los aciertos) porque lo que verdaderamente interesa, no es si ahora somos muchos más, o muchos menos, que antes, sino la situación en que nos encontramos y nuestras perspectivas de futuro. Es decir no interesa el cuánto, sino el cómo. La pérdida de habitantes es una secuela, no un problema. Para evitar la secuela, tendremos, pues, que identificar y solucionar el problema; que, en mi opinión, consiste en no replantearnos el modelo de ciudad ante los sucesivos momentos que lo propiciaron a lo largo de las últimas décadas, o quizá durante los últimos 150 años. Me refiero, por supuesto, a una acción llevada a cabo de manera seria, conjunta y ambiciosa, con un horizonte temporal de medio y largo plazo y no a iniciativas aisladas o anuncios de proyectos al hilo de las convocatorias electorales. Nos hace falta un Plan Estratégico específico para Béjar, o algo equivalente.
Como se significa en el capítulo anterior, desde 1996 Béjar ha perdido más de la quinta parte de su población. Podemos señalar aquel año como el de la inauguración de la “era” de Alejo Riñones como Alcalde de Béjar, cargo que ha compartido durante todos estos años con el de Procurador en las Cortes Autonómicas y Diputado Provincial. Desde su llegada el ayuntamiento de la ciudad, tras cortar de raíz con las estrategias emprendidas por la corporación municipal que le precedió, ha reforzado el estilo que implantó la Casa Ducal y que, cuando éste salió de escena, continuaron los burgueses industriales del siglo XIX. y el modelo sigue sin revisarse. Es oportuno señalar, de todos modos, que Alejo Riñones no es el único político bejarano que nos representa durante este periodo en el Ayuntamiento, en la Diputación Provincial, en las Cortes de Castilla y León o, incluso, en las más altas instancias en el Gobierno y que, si ellos han ostentado esos cargos durante todos estos años, es porque los hemos votado, todos nosotros de manera mayoritaria, durante sucesivas legislaturas. Además, al margen de los partidos políticos, ¿cuál ha sido el papel desarrollado por los colectivos y entidades de la ciudad durante los últimos cuarenta años?
La contratación de los maestros flamencos en 1691, fue una de las pautas en un plan estratégico definido, que se plasmó, siglo y medio después, en la capacidad de Béjar para aprovechar el arranque de la revolución industrial. Esto es lo que hoy nos hace falta ante el cambio sistémico que ya están produciendo las nuevas tecnologías y su aplicación en todas las esferas de la sociedad. Porque, ante algunos planteamientos, podría dar la impresión de que nos hemos quedado en los tiempos de la máquina de vapor, dedicados al monocultivo textil y sin dar alternativas a otras actividades laborales o fabriles, si no son ejercidas en función de la fábrica que da de comer a todos (que ahora es el ayuntamiento).
No se puede saber hasta qué punto, a lo largo de los últimos 150 años, la oligarquía local ha contribuido a que no se haya movido ficha en Béjar (incluida la “oligarquía” actual). Tampoco se puede generalizar, porque hay muchos ejemplos en nuestra ciudad de industriales innovadores y adelantados a su tiempo, también entre los fabricantes textiles.
¿Cuántas oportunidades se han perdido en todos estos años? ¿Cuántos flamencos hemos contratado para que nos enseñaran cosas nuevas?
En todo caso hay que reconocer que el modelo de ciudad que completaba todo el ciclo textil de la lana, fue un éxito rotundo a mediados del siglo XIX. Pero, quizá, desde entonces no ha habido otro modelo y, después de transcurrido siglo y medio, han acontecido muchas cosas en todo el mundo, más allá de Vallejera y Baños de Montemayor. ¿Cuántas oportunidades se han perdido en todos estos años? ¿Cuántos flamencos hemos contratado para que nos enseñaran cosas nuevas?
Para conseguir que Béjar prospere en un horizonte de cincuenta años -dos generaciones- es necesario que, sin olvidar las lecciones que nos ofrece el pasado, orientemos nuestros esfuerzos a anticipar las condiciones de vida, de organización social, de los medios a nuestra disposición, etc., hacia las que se orienta la sociedad del futuro a medio
y largo plazo. De las crisis surgen las oportunidades. Nuestra ciudad ha crecido como un “bonsái”, como si alguien se hubiera esforzado en cultivarla de manera controlada para que permaneciera de un tamaño muy inferior al natural; pero, en este caso no como secuela, sino como corolario, conserva, prácticamente intactos, muchos de sus recursos, algo que no pueden decir la mayor parte de las ciudades que tanto han prosperado durante nuestro calvario en descenso.
La adecuada explotación sostenible de estos recursos, tangibles e intangibles y que en su mayoría están infrautilizados o sin aprovechar, podría generar muchos de los puestos de trabajo que nos hacen falta para aspirar a revertir la tendencia al descenso de población. Entre las posibilidades más viables de desarrollo económico para nuestra zona, teniendo en cuenta los nuevos patrones de consumo y la transformación del modelo energético, se pueden citar la creación de un verdadero destino turístico que opere a todos los niveles del mercado y aglutine las numerosas ofertas dispersas que existen en la actualidad, el aprovechamiento de los recursos forestales, la industria agroalimentaria, o la elaboración, transformación y procesamiento de otras materias primas, como las plantas aromáticas y medicinales, sin olvidar muchos de nuestros productos tradicionales que pueden tener un buen nicho de mercado. Lo importante, en todo caso, es que, como ocurría con el modelo textil, exitoso en el siglo XIX, el máximo valor añadido de cada proceso se quede aquí, pero diversificando las actividades para no seguir dependiendo de una sola.
Esto solamente se podrá conseguir con un Plan Específico para nuestra zona, que comience por evaluar y conocer en profundidad la viabilidad de explotación de todos nuestros recursos.
Esto solamente se podrá conseguir con un Plan Específico para nuestra zona, que comience por evaluar y conocer en profundidad la viabilidad de explotación de todos nuestros recursos. Una vez completado el catálogo, se podría organizar un nuevo modelo de ciudad con la implantación, armoniosa y sostenible, de aquellas actividades que resulten viables e interesantes para posibles inversores que aporten el capital necesario. Unos inversores que, en último caso, llamadme iluso, podríamos ser nosotros mismos.
La función e implicación en el proceso de las empresas y los empresarios, son fundamentales. Igual que las de los políticos y las entidades ciudadanas, pero cada uno en su papel. Los primeros tienen que aportar la organización productiva y comercial. Los segundos, crear los instrumentos materiales, legales y financieros que motiven a emprender en nuestra zona. La administración pública, además, en vez de suplantar a la iniciativa privada como hace nuestro ayuntamiento (y siento que salga otra vez) compitiendo con ella de manera desleal, tendría que dedicarse a habilitar o facilitar la innovación de las infraestructuras que demandarán esas empresas en un mundo cada vez más dependiente de las buenas comunicaciones, la utilización de energías limpias y el acceso a las redes digitales de alta velocidad y capacidad. Porque dentro de medio siglo, lo más probable es que las empresas actúen con plantillas desde distintas localizaciones geográficas, utilizando herramientas colaborativas como redes sociales, videoconferencias, espacios de almacenamiento y software en la nube (al margen de todo lo que pueda surgir a partir de ahora). Se suele decir que la mayor parte de los trabajos que llevarán a cabo nuestros descendientes aún no se conocen, pero está claro que, sobre todo en los niveles medios y altos de gestión, administración y planificación, el puesto de trabajo no será la razón principal para fijar el lugar de residencia, cuestión para la que primará la calidad de vida.
La administración pública, además, en vez de suplantar a la iniciativa privada como hace nuestro ayuntamiento (y siento que salga otra vez) compitiendo con ella de manera desleal, tendría que dedicarse a habilitar o facilitar la innovación de las infraestructuras que demandarán esas empresas en un mundo cada vez más dependiente de las buenas comunicaciones, la utilización de energías limpias y el acceso a las redes digitales de alta velocidad y capacidad.
¿Con qué tipo de vehículos nos desplazaremos por entonces? ¿Cómo y dónde será producida la energía que consumamos? ¿Qué recursos, como el agua, serán más escasos y valiosos? En los momentos actuales, vivimos una encrucijada muy preocupante en relación con el cambio climático. ¿A nadie se le ha ocurrido preguntar por qué, en algunas zonas como la nuestra, parecemos estar a salvo de las calamidades meteorológicas que son noticia, día tras día, en muchas ciudades de España y el resto del mundo? ¿Dónde va a querer vivir la gente dentro de dos generaciones? ¿A qué ha conducido el crecimiento incontrolado en muchos lugares? Por todo ello, no podemos seguir planificando el futuro con criterios del siglo XIX, como venimos haciendo. Los sistemas de comunicación que permiten el trabajo en redes de manera horizontal, el teletrabajo, el “smartworking” y todas las nuevas formas de establecer relaciones laborales y comerciales, son realidades del presente que anticipan como va a ser el futuro. Un futuro que ya se plantea con sistemas de movilidad sostenibles, energías alternativas y métodos de producción robotizados, en una sociedad plenamente interconectada y en la que la calidad y condiciones de vida serán cada vez más valoradas. Con este horizonte, Béjar todavía tiene una muy buena oportunidad de subirse a uno de los vagones de este tren que ya está en marcha, el tren de la sostenibilidad, la movilidad, la comunicación y la transparencia. Tenemos varios ases en la manga, como nuestro entorno natural con el importante patrimonio que comporta, o la situación estratégica de nuestra ciudad en el ecuador de uno de los principales ejes de comunicación del país. Pero la carta de triunfo es la oportunidad de ser los primeros en muchas cosas: la primera ciudad de la movilidad sostenible, la primera ciudad autoabastecida con energías renovables, la primera ciudad “inteligente” para el aprovechamiento
energético y reciclaje de residuos, la primera ciudad totalmente accesible a discapacitados y dependientes, la primera ciudad con centros logísticos autogestionados, o, por poner otro ejemplo, la primera ciudad en contar con un sistema para la verdadera implicación y participación de sus habitantes en su gestión, ya que, en las ciudades del futuro, vamos a ver una relación diferente entre los ayuntamientos y los ciudadanos, la generación de bancos abiertos de datos es una “oportunidad de oro” para fomentar la transparencia en la gestión pública, una de las demandas más urgentes en la actualidad. Porque la falta de transparencia y cooperación entre quienes nos representan en el ayuntamiento y el resto de los organismos públicos, sumadas a la inseguridad jurídica y las deficiencias de gestión (como las que dilataron durante doce años, de 2002 a 2014, la revisión del PGOU) tienen mucho que ver con nuestra incapacidad, en estos últimos tiempos, para articular, de un vez por todas, un proyecto sólido de futuro y están en la raíz del “problema” que ha causado la secuela de nuestra decadencia. No solo esto, el ayuntamiento se ha convertido, como la Casa Ducal primero y la oligarquía fabril después, en la principal y casi única fuente de trabajo, lo que ha venido a favorecer el clientelismo entre los votantes. Ahora estamos a pocos meses de unas elecciones y, como cuatro años, lo que más parece importar a los diferentes partidos no es buscar una solución conjunta a nuestro problema, sino ganar las elecciones. Posiblemente esta sea una de las facetas más lamentables de nuestro carácter: la incapacidad de priorizar el interés común sobre el personal o el de grupo. Lo que en la mayor parte de la ocasiones, como en el caso que nos ocupa, acaba perjudicando al conjunto de la sociedad. No obstante todo ello, y a la vista de todo lo expuesto después de estar varios días consultando y comparando datos, he llegado a la conclusión de que no es ilusorio pensar en que se repita el ciclo de mediados del siglo XIX (cuando Béjar pasó de 4.994 habitantes en 1842 a 11.329 en 1857) en un mundo que asistía al despegue definitivo de la revolución industrial, lo que provocó un cambio sistémico muy parecido al que están produciendo las nuevas tecnologías y nuestro actual concepto de relación e interactuación con el medio natural que nos mantiene vivos. Porque de nosotros depende. Si seguimos dando palos de ciego intentando gestionar alguno de nuestros principales recursos (la estación de esquí por ejemplo) sin contratar a “maestros flamencos” que nos enseñen y dejando pasar de largo las oportunidades que se nos presentan, nuestro destino seguirá tiñéndose de oscuro. Si, por el contrario sabemos aprovechar nuestras bazas, Béjar podrá afrontar el futuro con optimismo. Alberto Segade Illán. 11 de noviembre de 2018.
- Lo de "todólogo" es cosa
hace 2 días 11 horas - Con lo de Todólogo te
hace 2 días 13 horas - No preocuparse que aquí ha
hace 2 días 15 horas - Creo que el Ayuntamiento
hace 4 días 12 horas - Ese derrumbe no es novedad,
hace 4 días 15 horas - Los pequeños accionistas
hace 5 días 18 horas - Da gusto leerle. Saludos.
hace 6 días 10 horas - Pues si le afecto el tema,
hace 6 días 15 horas - Qué cosas pasan !!!! Lo
hace 1 semana 6 horas - Jo,Sr.Illan,parece mentira
hace 1 semana 6 horas
Buen y trabajado artículo
Estoy de acuerdo con el comentario anterior pero mucho me temo que caiga en saco roto pues no lo han parido los Popes de Béjar.Es un buen trabajo de investigación y de orientación para el futuro pero seguramente quedará enterrado en el asfaltado electoral de las calles de don Alejo el indolente. Espero que el autor no emigre y siga aportando trabajos
La tesis que se plantea en este articulo es interesante y puede ser una propuesta de partida. Que casualidad que se acaba de anunciar al dia siguiente que van a prohibir los coches con motor de combustión en pocos años. Y nosotros, quejandonos porque los chinos se llevaron la contrata de los uniformes
Ostras Segade eres igual de pesado hablando que escribiendo. Alguien me hace un resumen?
Salvo algunas cuestiones que por obvias son indiscutibles, no veo en el artículo más que una visión puramente mercantil de los recursos, no refleja un modelo social ni siquiera cuando habla del futuro de las relaciones laborales exponiendo "las bondades" de la flexibilización del trabajo, obviando que el nuevo modelo que viene avanzando es el modelo neoliberal "0 horas" o que esa misma robotización, en un modelo económico de capitalismo globalizado no va generar más empleo ni mayor reparto dd la riqueza producida, sino más desempleo y despoblación de no aplicarse medidas socioeconómicas desde la política como el reparto del trabajo reduciendo las jornadas o la implantación de la Renta Básica, medidas que sirvan para "repartir las plusvalías" y que la gente pueda seguir viviendo en un lugar donde, con este modelo, no habrá empleo.
Habla del Cambio Climático como si fuera un aliado futuro y seguro, que traerá población a Béjar, tal y como la última glaciación hizo con la cornisa Cantábrica, llevando allí al Cromagnon desde África para refugiarse. El Cambio Climático, no es un aliado, es un enemigo de consecuencias imprevisibles a todos los niveles, el nicho de empleo esta en combatirlo, en evitarlo o paliarlo coy cambios del modelo productivo y también del modelo de consumo y transporte.
Muy buen trabajo aunque no comparta todas las tesis que se plantean como solución.
Dicho desde el respeto, Alberto.
Isabel López.
Agradezco tu comentario, que me motiva a una nueva perorata (que supongo agradecerá quien me pedía un resumen).
Una de las cuestiones que quería destacar en mi artículo es la necesidad de saber adaptarnos a los cambios que ya se están produciendo y que nos conducen a una situación cada vez más diferente a la que favoreció, a mediados del siglo XIX, el auge del modelo de ciudad que, en mi opinión, algunos propugnan seguir manteniendo, como parece haber sido la tónica en los últimos 175 años. De todas formas, ahí están los datos, que cada cual extraiga sus propias conclusiones. Yo he puesto de manifiesto las mías en la segunda parte del artículo y en ellas he apuntando algunas de las posibilidades que, desde mi humilde y personal punto de vista, se nos ofrecen a partir de ahora para aspirar a un futuro mejor. En ningún momento he intentado sentar cátedra. Si no he sabido expresarme con claridad, pido disculpas. En cualquier caso, lo importante es que la cuestión se ponga sobre la mesa a las puertas de una nueva convocatoria electoral en la que las cuestiones de fondo siempre suelen quedar, desgraciadamente, en segundo plano a la hora de buscar los votos.
De la misma manera, he debido expresarme con torpeza cuando me he referido a los retos que se nos plantean ante las transformaciones que ya se están produciendo en todos los órdenes. El cambio climático es un desafío muy serio para la humanidad y no se puede frivolizar al respecto. Mi única pretensión era señalar su importancia como factor determinante de nuestras condiciones de vida en un futuro cada vez más inmediato, al que con todos sus desafíos, pero también oportunidades, nos tendremos que adaptar. Respecto a los nuevos tipos de trabajo y relaciones laborales, en ningún caso he postulado su "bondad" sólo que ahí están y que cada vez, probablemente, estarán más. Por lo que habrá que tenerlo en cuenta para elucubrar sobre el futuro que nos aguarda a medio y largo plazo.
Porque de eso se trata, amiga Isabel, de una simple reflexión ante unos datos. Para poder fundamentar una opinión mas sólida, sería necesario contar también con los cambios en la pirámide de población o la modificación del mercado laboral, entre otros datos, y compararlos, de igual modo, con todas y cada una de las ciudades en el análisis. Además de considerar y recopilar, en todas ellas, los acontecimientos de orden social, económico, político o administrativo que hayan podido influir en el proceso de su evolución demográfica a lo largo de estos 175 años.
Lo único que he pretendido (y ahí va el resumen) es poner de manifiesto, a la vista de los datos, mi opinión de que la causa principal de la decadencia de Béjar, sobre todo a partir de los últimos cincuenta años, es haber mantenido un modelo de ciudad que se ha ido quedando cada vez más desfasado hasta llegar al colapso y que no podemos seguir planteándonos el futuro sin cambiar el modelo. Se puede estar de acuerdo o en desacuerdo, o un sólo un poquito de acuerdo, todas las opiniones son respetables. Si se abre un debate quizá aprendamos todos.
A mi me parece un discurso más literario que práctico. No expresa ninguna idea concreta a aplicar, intenta tocar varios temas personalmente creo que con poco éxito. Voy a nombrar unos cuantos.
En relación a nuestros recursos naturales, creo que se deben resumir en dos, la nieve (la montaña) y los bosques. No veo otra opción rentable y posible que la declaración de Parque Natural y su aprovechamiento como destino turístico. Ni las estaciones de esquí son viables como tozudamente nos muestra cada año la climatología, por más que medio Bejar cierre los ojos, ni se puede puede realizar un aprovechamiento maderero-energético que genere apreciablemente puestos de trabajo, a no ser que pretendamos tumbar y trocear los árboles con un hacha. Con la tecnología actual 5 operarios pueden dejar la comarca como el desierto de Almería en cuestión de meses.
Sobre la industria agroalimentaria, se nos adelantarin hace años los de otro pueblo 20 km más al norte.
Bejar no tiene buenas condiciones para las energías eólica o solar. Puedes montar un salto hidroeléctrico en el río, pero darás trabajo a 3 o 4 operarios a lo sumo.
Efectivamente estamos más o menos en el ecuador de la A66, como muchos otros municipios que debido a su orografía tienen un acceso mucho más fácil a esta vía de comunicación.
Puede que el futuro nos permita trabajar desde el domicilio, pero eso no va a acabar con las medianas y grandes ciudades, ni mucho menos, ya que al final la mayoría queremos vivir en un sitio con gran cantidad de servicios.
Posiblemente esta sea una de las facetas más lamentables de nuestro carácter: la incapacidad de priorizar el interés común sobre el personal o el de grupo. Y a mediados de diciembre , después de este artículo escribo otro en el que anunció que hemos tirado la pilóna dejando sin un tercio de pistas a uno de los motores de la economía Bejarana. Que valor... hartos de ideólogos que cuando tenéis la oportunidad nos hundís más en el fango
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