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Federico Mayor Zaragoza: ´Cuando la democracia entra, sale el mercado; y cuando el mercado invade, sale la democracia´
Federico Mayor Zaragoza. Presidente de la Fundación Cultura de Paz y ex director general de la Unesco. Desde su paso por la Unesco, este catedrático de Bioquímica ha hecho de la cultura de la paz su caballo de batalla, unos principios que busca difundir con charlas y conferencias a los más jóvenes como alternativa a la cultura de la violencia.
Diario de Mallorca.- VICTORIA GALINDO /J. HERNÁNDEZ
Vive con estupor lo que considera la tiranía de los mercados, que vacían nuestros bolsillos y cambian gobiernos, sobre unos principios que sustituyen los derechos humanos por valores bursátiles, y sobre todo, sobre una cultura de la guerra que lleva a los países a gastar millones de euros en armamento cada año. Por eso desde la Fundación Cultura de Paz, que ahora preside, este catedrático de Bioquímica y diplomático intenta difundir el valor de la cultura de la paz frente a la de la violencia.
¿Estamos ahora más cerca de cumplir la Declaración de los Derechos Humanos que cuando se redactó en 1948?
Ahora, no sólo estamos más cerca sino que, por primera vez en la historia, los ciudadanos del mundo podremos, por fin, tomar el destino en nuestras manos, porque, hasta ahora, hemos sido súbditos, no ciudadanos, no hemos participado, no hemos podido expresarnos y hemos guardado un silencio secular tremendo. Ahora podemos expresarnos libremente en todo el mundo gracias a las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Por primera vez hay muchas más mujeres en la toma de decisiones, lo que cambia esta terrible tendencia que, desde el origen de los tiempos, ha hecho que el poder esté en manos siempre de unos pocos hombres, que han mandado y dominado al resto de hombres y mujeres. Y todo eso, que es precisamente lo que contraviene a los derechos humanos, ahora ha quedado atrás y ya podemos emanciparnos.
Mira al futuro con optimismo pero, ¿realmente avanzamos hacia una mayor igualdad o hacia un recorte de derechos?
El mundo en su conjunto va mucho mejor que hace unos cuantos años. Lo que sucede es que, cuando hablamos de los problemas, como ahora los recortes por la crisis, sólo pensamos en los privilegiados del mundo, en ese 20% de la humanidad que vive en el barrio próspero de la aldea global. Pero, ¿qué pasa con el otro 80%, con esos más de mil millones de personas que no tienen acceso al agua potable, pero que son como nosotros y se merecen lo mismo que nosotros, con los miles de personas que cada día mueren de hambre?. Esto es lo que todos tendríamos que pensar. Si de verdad queremos ser ciudadanos del mundo, si de verdad creemos que todos los seres humanos somos iguales, tenemos que pensar en los demás y dejar de pensar sólo en nosotros.
Nos miramos demasiado al ombligo, más cuando la crisis nos toca el bolsillo, ¿es eso?
Sí, aunque estamos viviendo una crisis sistémica. Ojalá de una vez se acabe este engaño tremendo de la globalización neoliberal, que, además, nos ha apartado de las instituciones que podían ayudarnos, como las Naciones Unidas, que se ha convertido en una agencia de asistencia humanitaria, y ha pretendido que unos pocos países, los del G-8 o el G-20, manden sobre el conjunto de la humanidad. Quieren refundar Europa basándose en la economía y en el dinero, cuando lo que caracterizó Europa fue, precisamente, unos principios democráticos, unos pilares éticos. Estamos viviendo una época de disparates. Por eso digo que tenemos la imperiosa necesidad de una nueva mirada, tenemos que mirar las cosas de otra manera y compararnos con los demás, viendo cómo viven y, sobre todo, cómo mueren.
Pero, ¿no cree que esta crisis está dejando en un segundo plano los problemas sociales y éticos?
Mire, hay que entender que ésta es una crisis occidental, sólo de unos cuantos países. Y somos muy pocos en relación al resto del planeta. Esa supuesta crisis de valores de la que ahora se habla la han procurado, precisamente, los occidentales en los años ochenta, cuando Estados Unidos y Gran Bretaña, se inventan lo de la globalización y abandonan las Naciones Unidas para crear un grupo de países ricos, un grupo plutocrático. Es decir, sustituyen a la democracia, que es el pueblo, por los ricos. Y, al mismo tiempo, dejan a un lado los derechos humanos para apostar por la economía, por la privatización y la autorregulación de los grandes mercados. El resultado ha sido que no ha habido autorregulación alguna; el resultado son los paraísos fiscales, los tráficos internacionales de drogas, de armas, de patentes, de personas... Son vergüenzas que no deberíamos olvidar. Así que, una vez más, los que cambiaron los valores éticos por los valores bursátiles son los que han provocado esta crisis del neoliberalismo. Pero ahora se está relanzando un grito de igualdad, de cambio de la cultura de la fuerza a la de la palabra. Éste es, sinceramente, el siglo de la gente.
¿Entra dentro de ese "grito" el movimiento 15-M?
Hasta ahora había un silencio obligado, pero ahora lo que es delito es callarse. Tenemos que expresar nuestros puntos de vista y, por tanto, el 15-M y todos los movimientos de la gente expresándose como los de Irán, Túnez o Egipto, son necesarios. Además, lo del 15-M no son protestas, como se ha dicho, sino propuestas, porque han hecho propuestas excelentes, como modificar la actual Ley Electoral, que es una vergüenza, exigir transparencia en las operaciones bancarias y no tener, ni un día más, la vergüenza de los paraísos fiscales. Ojalá este movimiento, pacíficamente, se extienda por todo el mundo para cambiar el curso de los acontecimientos.
España afronta un cambio de Gobierno, ¿qué espera del nuevo presidente del Partido Popular?
Es un político que hasta ahora no ha dicho nada sobre lo que va a hacer. Lo que sí tengo claro, sin embargo, es que no se creará empleo a través de recortes y de seguir las pautas que nos han llevado a esta situación, como es sustituir la justicia social y la solidaridad por los valores mercantiles. Pero, al menos, en España el cambio político, que suele acompañar a toda crisis, se ha hecho de forma democrática, porque es una vergüenza que en otros países como Italia y Grecia hayan sido los mercados los que hayan cambiando los gobiernos. Y es que, cuando la democracia entra, sale el mercado; y cuando el mercado invade, sale la democracia.
Ha sido elegido por el pueblo, no por los mercados, pero ¿serán éstos los que marquen el camino a Rajoy?
Puede ser porque, o se reforma la Unión Europea, o seguirán mandado los mercados. Estamos viviendo en una economía de especulación, de deslocalización productiva y de cultura de la guerra, como lo demuestra que cada día se gastan en el mundo 4.000 millones de dólares en armamento.
Entonces, ¿estamos ahora más cerca o más lejos de la cultura de la paz?
Estamos más cerca, porque los ciudadanos no van a tolerar esta situación y confío en la fuerza que tendrá dentro de muy poco esa movilización ciudadana.
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