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La falsedad de Occidente y su miedo a la unidad de los palestinos
Por Safwan Hasan
A la hora de ponernos a redactar este artículo, y como queriendo corroborar la verdad de su título, nos enteramos de que en Francia, cuna de la libertad y los derechos del hombre, se ha prohibido a la población manifestarse el próximo sábado a favor del pueblo palestino.
Los palestinos hemos sabido siempre que no podíamos confiar en los gobiernos europeos y estadounidenses para que apoyaran nuestra justa causa: el derecho a habitar una tierra que hemos poblado desde hace muchos siglos. No negamos el derecho de cualquier pueblo a disfrutar de un territorio propio, pero a los judíos les adjudicaron el nuestro, simplemente. No entramos ahora en las complejas causas por las que los judíos fueron siempre perseguidos y expulsados de todos los países de Europa; pero sus consecuencias fueron que, al no poder poseer bienes inmuebles, se especializaron en la posesión del bien más móvil del mundo: el dinero y los favores que compra. De esta manera, en la Segunda Guerra Mundial su dinero apoyó a los aliados, especialmente a Inglaterra, bajo la promesa de Lord Baldford, ministro de exteriores en aquellos años, de crear para ellos un Hogar Nacional (no un Estado) en cualquier punto del globo y respetando el territorio y los derechos de los pobladores autóctonos. Se les ofreció al principio la ubicación en la pampa argentina, Uganda o Sudáfrica, pero un “iluminado” recordó que Yahvé, un dios terrible y antiguo, había declarado a los israelitas un pueblo elegido y les había prometido la tierra de Palestina: la que manaba leche y miel. Esa fue la tierra que su nuevo Yahvé les concedió bajo la falsa afirmación de que esta era “una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra”.
El pueblo árabe sabe también que no puede confiar en Occidente desde que Inglaterra y Francia prometieron al Sheriff de La Meca dar libertad a los países árabes bajo dominio turco otomano, promesa que, como la de respetar a los autóctonos, tampoco han cumplido. Se han limitado a consentir dictaduras y gobiernos títeres como los de Siria, Arabia Saudita o Egipto, con gobernantes que solo piensan en su interés particular y no en el de sus pueblos. Hace tiempo ya que los palestinos constatamos con amargura que tampoco podemos confiar en los gobiernos árabes y vemos cada vez con más dolor cómo en todos ellos impera la indiferencia ante nuestra causa.
Palestina es un enclave estratégico de primera magnitud para el control del planeta. Europa y los Estados Unidos saben que dominando Palestina, además, parten en dos el mundo árabe segregando la parte africana de la asiática. Y si para ello tienen que seguir permitiendo el genocidio por parte de Israel de millones de palestinos inocentes, de nuestros niños, adolescentes y ancianos, no dudarán en hacerlo; está en juego la unipolaridad del mundo, la preponderancia económica, comercial y militar del Imperio que tiene por presidente a un Premio Nobel de la Paz que ha demostrado no merecerlo. El desinterés por la paz se ha demostrado desde que el 28 de marzo de 2002 se ofreció a Israel el reconocimiento como estado si se replegaba a las fronteras de 1967. Desde entonces no dejan de invadir nuestro territorio y de ampliar las tierras colonizadas y el vergonzoso muro que deja de su lado el agua y la tierra fértil.
Mientras tanto los palestinos sufrimos una situación extenuante de paro, miseria, desatención médica, incomunicación interior y exterior, falta de medios educativos y, lo que es peor en el caso de los gazatíes, un hacinamiento de población tal que cualquier ataque de Israel produce cientos de muertos: eso que con todo cinismo los medios de comunicación llaman escudos humanos puestos por Hamás. Hamás, sí, el partido que los habitantes de Gaza eligieron democráticamente para gobernar y defender la Franja y que es tildado de terrorista sin que nunca se haya podido probar.
Titulaba este artículo la falsedad de Occidente y pruebas estoy dando de ella. Respecto al miedo a la unidad de los palestinos se puede constatar en la reacción violenta que está consintiendo y propiciando desde que hace unos meses se declaró el Gobierno de Unidad Nacional aunque quedó claro que Hamás nunca aceptará el reconocimiento del Estado de Israel que otros sí podrían aceptar.
Y, ya que citaba el miedo, quisiera finalizar este escrito manifestando que los palestinos carecemos de él, como carecemos de todo; que podrán atacarnos y masacrarnos, que tendremos que ver morir a nuestros hijos a manos de cobardes asesinos sin entrañas, pero seguiremos luchando y defendiéndonos con el tesón y la valentía de los que no tenemos nada que perder.
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