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Facha. ¿Ser o no ser?
Francisco Fabián
Dando una vuelta por Bejar.biz encuentro que se ha colgado (sin yo saberlo) en la sección de Tribuna un artículo que publiqué en la página web www.Avilabierta.com, órgano de expresión de una asociación abulense de las que decimos progresistas y a la que pertenezco. (Querido Bejar.biz, estas cosas deberían preguntarse antes, para que no pase, entre otras cosas, lo que ha pasado: que el artículo se ha publicado incompleto, cosa que a un autor puede no gustarle. Se ha tomado de la página web solo la primera parte, imagino que porque el párrafo siguiente omitido se refiere a algo sucedido en Ávila que no importaría a los bejaranos. Por si el lector lo quiere leer completo dejo el enlace de Avilabierta.com o de la web donde está completo en pdf http://www.jfranciscofabian.com/pdf/avilabierta/1_Fachas.pdf. La verdad es que lo omitido valdría para más lugares. Si se me hubiera consultado antes de publicarlo lo hubiera adaptado a Béjar, porque en realidad el asunto de fondo es nacional, no local. Y después de este cariñoso tirón de orejas, que no deja de ser también un agradecimiento a la difusión del artículo, quisiera responder a alguno de los comentarios).
Empezaré diciendo que el artículo se hacía eco de un fenómeno a nivel nacional por el que en esos días de tensión pro y contra independentista, adherirse, sacar a la calle o simplemente reconocer el valor de la bandera del país, era tildado por una parte de la gente, despreciativamente, como un gesto de fachas. Tengo que decir, respondiendo a uno de los comentarios, que para mí una bandera es efectivamente un trapo de colores, pero un trapo que significa nada menos que el país en el que vivo, el país en el que estoy organizado, que contiene a una gente con la que comparto un proyecto que se lleva a cabo a diario. No me parece poco ni trivial eso, dado como está organizado el mundo: en países, cada uno con los símbolos que los identifican. Yo en realidad quisiera más bien que no hubiera países, ni banderas y que todos nos entendiéramos en el mismo idioma y en lo demás de una punta a otra del globo, que cooperáramos en el progreso y en el bienestar de todos, que nos amaramos y respetáramos… es más: quisiera que no hiciera falta que hubiera leyes, porque el sentido común de cada uno fuera tan cabal que no hicieran falta reglas para el funcionamiento del mundo. Y ya puestos a querer, quisiera que nos amáramos entre todos con locura. Pero está visto que nada de eso ha sucedido ni va a suceder y por ello desde siempre nos hemos organizado en grupos que han evolucionado en el tiempo según muchas variables. Fruto de ello se han ido haciendo distintos los unos de los otros. Y como han sido distintos, se han distinguido en su diferencia. Para marcarla con respecto al vecino, sin necesidad en principio de mala intención, se han puesto un nombre y han inventado una bandera que los representa como grupo humano, es decir como país, nación o como nos guste más llamarlo. España es uno de tantos. En ese contexto la bandera de España, por ejemplo, sigue siendo morfológicamente un trapo, pero el trapo simbólico que me une a otros cuarenta millones de personas en un territorio, unas leyes, una convivencia, una lengua… Eso no es cualquier cosa y trivializarlo me parece una irresponsabilidad. Todos los países tienen una bandera. El nuestro tiene unas cuantas, porque aquí algunos desde hace un siglo se han dedicado a creerse diferentes y los demás o nos lo hemos creído más o menos a partir de la vehemencia de sus demostraciones o simplemente nos hemos callado y les hemos dejado con su raca-raca para evitar problemas y algunos para que les dejaran el supremo placer de gobernar.
El problema de nuestro país con su bandera viene de hace casi 80 años, cuando hubo una guerra civil y la ganó uno de los contendientes. Si la hubiera ganado el que la perdió, ahora (puede) la bandera sería la suya, pero como la perdió, la bandera fue la del otro, lo cual ha hecho que el perdedor, por perdedor, la haya odiado todo este tiempo. El perdedor fue la izquierda, como todos sabemos y desde su derrota, se ha dedicado a odiar esa bandera que la venció y la aniquiló. Hasta ahí lo podemos entender, porque no es fácil perder y que no te dejen levantar cabeza los ganadores en 40 años. Pero cuando han pasado otros 40 años y ya los ganadores de aquello se han diluido en algo muy conveniente que se llama democracia, seguir mirando mal a aquella bandera ya parece anacrónico, porque lo que pasó es mejor olvidarlo lo más posible, puesto que lo que importa son el presente y el futuro y por mucho que queramos, ni va a cambiar nada de lo que sucedió, ni se va a ganar la guerra perdida 80 años después, que es lo que a veces paree que se pretende. Eso sí: si hay que restablecer heridas objetivas, que se haga en pos de la reconciliación, que ya, tanto tiempo después, no puede ser de otro modo. Así las cosas, hoy todo lo que sean esos colores no le gustan a una parte de la población. Parece que le echan la culpa de todo, incluso que sea una bandera y que alguien la sienta, sin excesos, como la representación de su país, en el que vive todos los días. Curiosamente alguna de esta gente ve con más simpatía una bandera nacionalista o separatista, pero la suya (democrática ya plenamente), no; a menos que sea la republicana, esa siempre mola, con ella siempre creen muchos que están protegidos.
Me parece muy superficial política y socialmente basarse en la tipología de una bandera para alinearse y descalificar en estos tiempos. Una bandera es una representación de país y como algunos lo han querido defender contra la segregación de una parte, la han sacado a la calle y la han puesto frente a los que sacaban otra que era la que representaba la separación. Por lo que se ve para algunos (no pocos, pero tampoco tantos) la del país sobraba, la de los separatistas era legítima y como no han superado aún (y ya les vale) que aquella bandera fue también en el colorido la de un régimen pasado, a todo el que la ha portado estos días le han considerado con rotundidad un facha. Así, sin más: un facha. Produce sorpresa, pero es así: eres un facha, un franquista si defiendes la bandera democrática de tu país. Te conviertes en sospechoso, no molas nada, algunos de tus amigos de la izquierda ya no te van a mirar igual. Sin darse cuenta (o dándosela) han traído al presente la figura de Franco, que yace con todo lo suyo debajo de la tierra desde hace 42 años, tiempo suficiente como para que le hayamos olvidado. Estoy tentado de pensar que a veces es que no se tiene mejor discurso que aludir a aquello y es siempre muy socorrido y excita los ánimos.
Otro prejuicio ligado a lo mismo es lo de sentirse o no español. Sentirse español es todavía de fachas para algunos irreductibles. Hubo un tiempo (aquel que hemos dicho que terminó hace 40 años) en el que al parecer solo unos se sentían españoles. De los demás no sabemos. Como aquel régimen había combatido y ganado a los separatismos, entre otras cosas, hizo ley lo de sentirse español y eso se arrastró los 40 años siguientes al fin de la guerra que ganaron. Pero cuando terminó ese tiempo, ya fue otra cosa y una buena parte de la izquierda se resistió en ese aspecto a darse cuenta del cambió, dejando en manos de la derecha, sucesora del franquismo, pero integrada en la democracia, la defensa de la españolidad. La izquierda, para llevarle la contraria (porque nada de lo suyo debía parecerse a la derecha), se decantó por todas las banderas y todos los “países” dentro de la nación, siempre que no fueran la nacional, la del auténtico país al que pertenecemos. Y ahí estamos (¡todavía!): se consiente ser patriota catalán, vasco, gallego, andaluz, castellano… pero sentirse español cuesta según a quién, es de fachas y por tanto no estás en la línea. A mí me parece que esto, muchos de los que sienten así no se lo han pensado a fondo o no saben cómo cambiar ahora, o quizá temen lo que piensen sus amigos… En fin, esas cosas del llamado factor humano.
Por responder a uno de los comentarios: desde luego que sé por la Historia que los países y las fronteras cambian, pero no lo digamos así, con la tranquilidad y la levedad con la que se lee la Historia pasada que a otros, por sus errores, les ha costado la vida o muchas penurias. No lo digamos como si estuviéramos hablando de cambiar del Madrid al Barça. Esto es más serio, nos jugamos más y en el juego, previsiblemente vamos a perder nosotros. También sé de las crisis y guerras con sus muertos que han causado estos cambios y divisiones. Confío más en las uniones que en las divisiones, dan mejor resultado. Sé también, por la Historia y por la experiencia de observar el mundo que el ser humano se compone de una insoportable levedad (como dijo Milan Kundera en su novela), al que es muy fácil inducirle en fantasías, sin calcular los riesgos, que esas fantasías pueden provocar. Eso que llamamos libertad, que debe ser la esencia del ser humano, sin duda no vale absolutamente para todo, tiene que tener un límite, porque dado que tantas veces nos guiamos por la imbecilidad (no me lo negarán, ¿verdad?), la búsqueda de utópicas libertades, de fantasías poéticas sin ver más allá de ellas, nos puede llevar al conflicto. Y el conflicto ya sabemos todos los males que acarrea.
En fin, me parece que no vendría mal un proceso de reflexión entre los que somos o al menos queremos ser de izquierdas con más o con menos razones para ello. Un esfuerzo que fuera profundo y autocrítico y que nos sirviera para reconstruir con racionalidad una ideología que, como principio básico, se basara en la respuesta a coyunturas actuales lo más posible y dentro de ello en la igualdad, en la solidaridad y en la libertad, pero siempre sabiendo que la libertad en el ser humano también tiene un límite, el que impone la racionalidad.
- ¡Aaaaamiigooo! Nuestro
hace 7 horas 39 mins - Si claro, porque el geranio
hace 8 horas 39 mins - Si mezclamos geranios con
hace 9 horas 52 mins - Con este tipo de comentarios
hace 10 horas 28 mins - Si, desgraciadamente la
hace 12 horas 31 mins - Eso es, y cuando queramos
hace 12 horas 44 mins - No nos espera nada, un gasto
hace 22 horas 14 mins - Vaya simpleza de comentario!
hace 1 día 2 horas - No estamos hablando de lo
hace 1 día 7 horas - De la misma manera que la
hace 1 día 11 horas
Me parece que hay mucha razón en lo que se dice en este artículo, como la había igualmente en el anterior sobre lo mismo de Fabián. Tenemos una izquierda que anda metida en roles apolillados de los que no hay quién les saque. Me parecen muy valientes la palabras de Fabián. Espero que no le cuesten algún amigo. Un cordial saludo para él, de un admirador de sus palabras y de sus ideas.
Dicen que el ser humano y la sociedad que conforma, evoluciona, desde luego, pero a peor, un mundo vacío y sin sentimientos, sin confianza ninguna en los demás, donde no existe la palabra ni la verdad, un mundo peor sin duda del que nuestros abuelos dejaron a nuestros padres, con toda la incultura que existía, ésta sociedad tan tecnológica, es infinitamente más ignorante, y lo pagará caro, muy caro, de hecho, ya lo estamos pagando, con banderas y sin ellas, no somos ni españoles ni europeos, somos enemigos y supervivientes de nuestros propios vecinos, mal asunto.
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