Tras una pausa profunda como una sima de perplejidad en estado permanente, LA inspiración fue recibida en los baños; digno lugar de agasajo de dioses, aunque escaso de agua, se mitigaron tiernamente los malos tragos pasados, sapos y culebras durante meses, que me mantenían en sequía persistente…
Mira que presentarse en estas fechas…, ¿oportuna?
¿Cómo transportarla al Belén sin ofender a sus habitantes?
Sentada en el “puente de los suspiros” busqué con ahínco, entre las figurillas del recuerdo, a alguien que en otra versión pudiera representarla, y no, no encontré entre los figurantes asomo de ella ni otro género que no fuera masculino: pastorean “los” pastores, rueda sereno “el” río, beben “los” peces, crece “el” romero, peina amoroso “el” peine de plata… Nada más. Ni diosas, ni magas…, o… sí?, se ve que no he mirado bien: Una madre, Una lavandera, Una hilandera, Una cantarera, cuatro…
¿Tal vez, una esperanza?

Me pareció muy hermoso que la diosa y la sierva pudieran compartir LA cántara. Una Vasija, de barro o de porcelana, pero al fin y al cabo una barriga lisa y tibia para llenar, una fecunda boca abierta para recibir el año, para digerir todas y cada una de estas circunstancias para las que hacen falta muy, pero que muy anchas tragaderas…

Toneladas de leche, aceite, vino, zumos y miel, DULCES cántaras, SALVÍFICAS cántaras que no quieren soltar los acaparadores codiciosos que manejan el mundo.

No quisiera parecer esnob, después de esta pausa en los tejidos, de este tiempo en que he estado yerma, no tengo intención de ofender, pero creo que ha llegado la hora de actualizar un poco “el belén”, en los tiempos que corren se puede ver al “indio gorrón”, “la caballería” cabalgando de nuevo, “el bombero apagafuegos”, porque el portalito arde por los cuatro costados, mientras se esfuerza “Bono” en cantar “villancicos” tratando de que se entienda que entre dioses y hombres sobran las distancias y harían falta muchas cántaras compartidas y otro tipo de cabalgatas…

Que conste que la idea no es completamente mía, fue de un “Jesús” propiamente dicho. Haría falta preguntar a los Magos de Oriente si tendrían algún inconveniente en que el año próximo incluyamos, además de un cambio total en el rol de la mujer, no una Ángela, sino una Maga, pero de las buenas, que no copie los errores de “ellos”…

Quizá Dios no tenga reparos en nacer Diosa, aunque le tengamos que poner un baño o una fuente. O, por decirlo de manera distinta, puede que al mundo le haga mucha falta otra economía, una cántara, una barriga llena de sentido común.

Gel Borrajo
(Diciembre/Enero 2011-2012)