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Editorial nº231, del 13 al 20/3/2011: La Ladera Umbría o la reconquista de un espacio ligado a la memoria
No todo lo que han tocado las manos de Cipriano González y su Equipo de Gobierno socialista, es un decir, durante esta legislatura aciaga, ha quedado cojo o inacabado o ha sido un bluf o un disparate o se ha convertido en un total desastre, no. Contra lo que podría creerse, no todo lo que han emprendido o realizado estos gobernantes presenta el aspecto del escándalo consumado que ha supuesto el “regalito” de las parcelas de La Condesa o el cariz chapucero del proyecto de concesión para la construcción y explotación durante 40 años de un complejo lúdico-termal en la Cerrallana o el aire de escándalo en ciernes del aparcamiento paralizado de El Murallón o el tufo apestoso que rezuma, por todas sus costuras, el PGOU aprobado al alimón con sus socios PPeros de contubernio. Algún proyecto salido de este grupo de personas afiliadas o simpatizantes del PSOE bejarano que aparecen en la foto parece haber quedado bien, presenta en principio una factura decorosa y, de momento, no se le conoce bochorno o irregularidad alguna. Toquemos madera.
Y es que durante estos días de marzo en que me he acercado hasta la ciudad en que nací para visitar a mi anciano y animoso padre y, de paso, pasear con los amigos por los ribazos de la memoria y lo que queda del mapa de la ciudad antes alegre y confiada, he podido observar y recorrer el proyecto de limpieza y recuperación llevado a cabo en la hoy denominada “Ladera Umbría” o, para entendernos, el frente norte de las cuestas del río, entre San Albín y La Antigua.
Cuando yo era niño alguna vez bajé por esas cuestas a la carrera, por una red azarosa de senderos abiertos en el empinado talud, entre huertas y depósitos de agua, cancelas y perros, atados o sueltos, que comunicaba la ciudad alta, entonces densamente habitada, con las numerosas fábricas del río, abajo, en la hondonada. Por esos atajos la fuerza de trabajo acudía a sus puestos de lo mismo, en un turno de almas casi continuo, con el silencio taladrando el aire y el frío de la noche o el alba envolviendo las miradas.
No puedo decir que esas barandillas de madera tratada con que han colonizado la orgullosa ladera me transporten a aquel tiempo pasado, pero agradezco la limpieza de la maleza y la retirada de la basura acumulada a lo largo de años de incuria y abandono, y el poder andar de nuevo por donde antes pasé jugando, entre peñascos, y por donde, antes y después que yo, pasaron cientos, miles de obreros bejaranos, con sus cestas de comida en la mano, camino del trabajo o de vuelta al hogar, en un vaivén incesante, bajando y subiendo, subiendo y bajando, alimentando el pulso de una ciudad viva.
Me ha resultado evocador recuperar la oblicua perspectiva de las casas desde abajo, con el ángulo de la mirada levantada buscando los campanarios de Santiago o Santa María o los arcos traseros de las casas blasonadas de la Plaza y sentirme, como por un ensalmo, suspendido entre la ciudad y el río, a la altura del vuelo lento de las cigüeñas camino de su nido en las crestas molduradas de las viejas chimeneas de ladrillo. Hasta el punto que, por un momento, he creído sentir subir, desde el profundo y oscuro cauce, un sonido grave de sirena llamando al final de la jornada y al descanso merecido mientras un velo de vapor algodonoso me empañaba las pupilas.
Así pues, daré la enhorabuena al Equipo de Gobierno socialista, es un decir, por este proyecto de reconquista de un espacio urbano que asea la imagen de la Ciudad y ofrece un nuevo lugar de esparcimiento, al tiempo que devuelve un pedazo de la memoria de Béjar a los bejaranos. Y también las gracias por darme la oportunidad de poder darles, por una vez, la enhorabuena. No está mal, ahora que ya llevamos tres años y nueve meses de legislatura y quedan menos de tres meses para unas nuevas elecciones. Quizá, después de todo, en esta malhadada Ciudad también sea posible gastar el dinero público en obras provechosas para todos, sin trucos ni artificios, sin desmanes, sin torpezas, sin intereses espurios, cabalmente, como toca.
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Sobre el "regalito" de las parcelas de La Condesa, los propietarios han dicho en una reunión de la junta de compensación que se las devuelven al Ayuntamiento.
Lo que no han dicho es si antes pagarán el préstamo hipotecario o si también quieren que se lo pague el Ayuntamiento.
Leo con agrado el editorial evocador de hoy, de sensaciones compartidas. Llevo tiempo sin pisar por Béjar y no he podido comprobar la recuperación de esa ladera umbría, pero recuperar la memoria también significa recuperar los nombres de las cosas, de los lugares, y esa falda sombría de la ciudad tiene los suyos propios. "Ladera Umbría" puede ser título de proyecto, pero los topónimos allí son otros: Guaridillas, Cuesta de los Perros, Cuestas del Río (que sería el principal o genérico para toda la ladera) y algún otro que ahora no recuerdo, todos perfectamente documentados. Recuperemos también los nombres, que son los puntos fijos de la memoria, sin desmerecer para nada la intervención municipal en esa zona. Saludos desde Segovia, donde hace tiempo se realizó una intervención paisajista del mismo tipo en las cuestas umbrías del Eresma a cargo del equipo de Leopoldo Yoldi. José Muñoz Domínguez / DNI nº 8.104.629-G
La marca BÉJAR, necesita de la limpieza de lo que ya es bello por naturalez.
Las cuestas del rio son importantes para nuestra imagen, como lo es La muralla y el resto de nuestro entorno.
Este es el buen camino para hacer la ciudad turística que todos deseamos.
Felicidades.
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