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Editorial nº 214, del 14 al 21/11/2010: Hacer negocios en Béjar
Un monumento y grande habría que poner a las personas que se deciden a crear empresas, a abrir comercios, fondas y restaurantes, a instalarse como autónomos o a hacer negocios en nuestra ciudad. El mismo o aún mayor, a las que los mantienen con sangre, sudor y lágrimas y que lo han estado haciendo durante años. Porque la verdad es que lo tienen muy difícil, por lo que el mero hecho de intentarlo ya supone bastante mérito.
Ya no me refiero solo a la coyuntura actual que es difícil no solo en Béjar sino en toda la geografía española. Me refiero especialmente a una situación de declive lento y permanente que se está produciendo en nuestra ciudad y en la comarca desde hace décadas.
Las razones de fondo ya las hemos analizado en repetidas ocasiones. El fracaso de la industria textil y la incapacidad de preverlo con tiempo, invirtiendo en otros sectores, la falta de flexibilidad para adaptarse a una situación en la que la entrada masiva de productos de China y la India hacía imposible competir en costes, la ausencia de innovación, la inexistente infraestructura que hacía aún más difícil competir, están en la base de la situación actual.
En evitar esa catástrofe no han tenido los poderes públicos ningún éxito. Volviendo la vista atrás podríamos pensar que quizás la ciudad sería diferente si todos los recursos públicos empeñados en salvar la insalvable industria textil se hubieran dedicado a invertir y desarrollar otros sectores.
Aunque en mi opinión la razón más importante de este inexorable declive ha sido la pérdida de capital humano, en forma de generaciones y generaciones de bejaranos que se han visto obligados a emigrar para poder comer. Si echo un vistazo a las fotos de los salesianos de mi promoción y las de mis hermanos, apenas uno de cada diez se quedó en Béjar.
En este sentido creo que la única apuesta por salir del atolladero está en invertir en eso precisamente, en el capital humano que aún queda en la ciudad.
Eso, en román paladino se llama formación, formación y formación y no solo en técnicas y conocimientos, también en habilidades que son necesarias para tener éxito en los negocios.
En este sentido tenemos que felicitarnos de que la oferta formativa de la ciudad, tanto pública como de otros organismos (Ayuntamiento, Junta de CyL, Fundaciones) sea abundante y variada. Echo de menos más oferta formativa en las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicacion), que son vitales como herramienta de mejora de la productividad del resto de sectores y, según los expertos, una de las principales fuentes de creación de empleo. Solo falta que los ciudadanos aprovechen esa oferta para poder crear actividad y riqueza o al menos para estar mejor preparados para emprender o encontrar un empleo.
Además de eso sería muy conveniente que la ciudadanía arrope, apoye, dé soporte y ayude a los emprendedores, ya sean a los que ponen consultoras, talleres, comercios, bares, casas rurales, fábricas de paneles solares o galerías de arte. Todos son convenientes. Todos son necesarios. Ellos y no los políticos son los imprescindibles.
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