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Ecologismo: razón, ética y legalidad
Colgado en el blog: http://ecoloeconomia.blogspot.com/
A pesar de lo mucho que se ha avanzado en la conciencia ecológica en España, seguimos estando a la cola de Europa, no en declaraciones, pero si en hechos. La preocupación de este país por los problemas ambientales es pequeña. El gran impulso legislativo que ha supuesto la entrada de España en la Comunidad Europea, se ha adoptado a regañadientes y todavía existen voces, que ignorando las competencias europeas, critican esta "ingerencia".
Las críticas que reciben los ecologistas son, la mayoría de las veces, sesgadas, malintencionadas e infundadas, cuando los presupuestos y principios en los que se basan sus análisis son profundamente racionales.
el hombre debe aceptar que el conocimiento cada vez mayor de la complejidad de las relaciones en las que se encuentra inmerso con el resto de las especies de la biosfera, obliga al hombre a concluir que el mundo de los deberes del ser humano para con el ser humano, implica deberes y obligaciones para con la naturaleza, en cuanto hábitat donde se alcanza su felicidad.
El pensamiento ecologista respecto a la interacción existente entre el sistema económico y el sistema natural afirma que las actividades humanas se desenvuelven en un medio físico que condiciona, de manera decisiva, sus posibilidades presentes y futuras de desarrollo. Esta perogrullada que tuvieron en cuenta los primeros economista del siglo XVIII, ha sido paulatinamente abandonada por la teoría económica clásica, separando ya por completo el razonamiento económico del mundo físico para limitar su campo de aplicación al universo lógicamente autosuficiente de los valores monetarios.
Tomar en serio esa perogrullada debería acarrear cambios en el sistema económico, político y social, porque el olvido de la interdependencia del sistema humano y el sistema natural ha tenido como consecuencia que la civilización industrial ha entrado en una fase de translimitación, en la que los límites naturales del crecimiento han sido ya traspasados y la capacidad del planeta para suministrar servicios esta decreciendo. Esta preocupación ecologista se traduce en una posición éticamente comprometida con la tierra y con la humanidad presente y futura.
El pensamiento ecologista ha reflexionado sobre el problema de las relaciones que la especie humana quiere establecer con el resto de la biosfera y, para que esta relación sea éticamente aceptable, el hombre debe aceptar que el conocimiento cada vez mayor de la complejidad de las relaciones en las que se encuentra inmerso con el resto de las especies de la biosfera, obliga al hombre a concluir que el mundo de los deberes del ser humano para con el ser humano, implica deberes y obligaciones para con la naturaleza, en cuanto hábitat donde se alcanza su felicidad.
Pero la ética ecologista no se queda ahí, tiene un compromiso con la equidad entes los hombres en una doble vertiente:
La Equidad intrageneracional, basada en el reconocimiento de que un recurso natural determinado es patrimonio común y, por lo tanto, todas las personas tienen el mismo derecho a utilizarlo (cuestión no exenta de complicaciones, ya que hay que tratar de compatibilizar, por ejemplo, los derechos privados del titular de una finca que alberga un bosque, con el derecho de todos a las funciones ecológicas que el bosque realiza).
La Equidad intergeneracional, que parte del supuesto de que los miembros de generaciones futuras tienen exactamente los mismos derechos sobre la biosfera que la generación presenta.
Pero la consecución de estos derechos, presentes y futuros, requiere de una acción en su defensa. El derecho constitucional que todos tenemos a un medio ambiente adecuado, se concreta en las figuras de protección que amparan a nuestros hábitats y ecosistemas. Y es aquí donde la acción ecologista recoge, muchas veces, el testigo que las administraciones competentes han abandonado. Es el ecologismo el que está tutelando que esas normas sean acatadas, mientras los que tienen obligación de hacerlo, centran sus esfuerzos en mirar hacia otro lado (Las Navas del Marqués, Chiringuito de La Covatilla a 2.250 m.), en soslayar y evitar normas mediante resoluciones de menor rango (Fraude de Ley que permitio pasar de 2 pistas a 19 en la estación de esquí), e incluso cuando el poder judicial da la razón a los ecologistas por tres veces, anuncian que cambiarán las reglas del juego, transformando mediante Decreto las Directrices de Ordenación Territorial, para que los interesados ni puedan alegar, ni recurrir (caso de San Glorio).
Por eso creo que cuando un ecologista defiende un bosque, una montaña, una laguna…, su acción debe ser enmarcada en este compromiso ético con la biosfera y la humanidad.
Francisco María Otero
(19/02/2009)
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