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¿A dónde vamos?
Castilla y León se encuentra dentro de un proceso de despoblación y reajustes demográficos que alejan de Béjar cualquier prioridad del gobierno regional para su desarrollo. Un informe de la Fundación Perspectiva disecciona la tragedia.
Desde las páginas de Béjar.biz hemos abordado en más de una oportunidad la sostenida disminución de la población de Béjar y comarca, así como sus causas y las perniciosas consecuencias para el desarrollo económico. Éste es un tema sobre que no es ocioso volver.
La despoblación es una enfermedad social y sus síntomas, invariablemente, son el presagio de crecientes dificultades que los ciudadanos y los gobernantes no pueden soslayar. Es la fiebre de una larga y penosa dolencia.
José Ingenieros, el filósofo argentino que ha marcado generaciones enteras con su obra “El hombre mediocre”, afirmó: “Los hombres y pueblos en decadencia viven acordándose de dónde vienen; los hombres geniales y los pueblos fuertes sólo necesitan saber a dónde van”. La frase, celebérrima, nos sugiere que para saber a dónde vamos tendremos que conocer primero por dónde. Y dónde estamos parados, por supuesto.
Un informe de la Fundación Perspectiva, titulado “La población de Castilla y León a principios del siglo XXI”, elaborado por José Manuel del Barrio Aliste, del Departamento de Sociología y Comunicación de la Universidad de Salamanca, arroja más luz sobre el asunto a nivel comunitario. Sus conclusiones apuntan a que “estamos ante un cambio de tendencia demográfica en el conjunto de la Comunidad, un cambio que no es otra cosa que la continuidad del modelo de regresión demográfica que ha venido padeciendo Castilla y León en las últimas décadas del siglo XX”.
“Las tendencias demográfica en Castilla y León son más pesimistas que a nivel nacional”, alega el informe, que ilustra la emigración en la Comunidad Autónoma con un dato que parece irreal: “Hoy residen en España 3.231.486 personas nacidas en Castilla y León, y 1.133.284, el 35,1%, están fuera de la Comunidad”.
Más adelante señala que “desde 2000 la brecha demográfica entre Castilla y León y España no ha hecho más que crecer. Nuestro peso demográfico en el conjunto nacional ha pasado de un 6,12% a un 5,48% en 2009. El índice de desarrollo demográfico de CYL, el tercero más bajo de España, ha perdido un punto de 2008 a 2009”.
A lo largo de sus páginas el informe ilustra, con lujo de detalles y una información actualizada, las particularidades de ese proceso, en el que resulta evidente que aún dentro de los índices de despoblación de Castilla y León hay considerables desniveles. El autor afirma que : “Si hubiera en Castilla y León políticas de fomento de la población y de eliminación de los desequilibrios demográficos entre provincias y territorios, siguiendo el mandato del Estatuto, habría que decir que vienen siendo un fracaso rotundo, tanto en términos absolutos como en comparación con otras CCAA y con el conjunto de España”.
En el informe no hay ninguna mención a la ciudad de Béjar en particular, toda vez que estadísticamente no se encuentra ni entre las localidades que llevan peor la despoblación ni entre las pocas que han alcanzado algún relativo crecimiento. Sin embargo, eso no significa que sea ajena a un mal generalizado en Castilla y León, que es un indicativo de hacia dónde se polariza el desarrollo en la Península. Y hacia dónde se polariza dentro de la propia Comunidad Autónoma.
Béjar, por otra parte, está lejos de los focos de crecimiento comunitarios. De acuerdo al informe, éstos se concentran en Valladolid —que es donde único no ha habido decrecimiento poblacional—, seguida de lejos por Burgos y Segovia.
Sólo hay que tomar en cuenta la relación directamente proporcional entre los flujos demográficos y el desarrollo económico para darnos cuenta de algo: las prioridades de la Comunidad Autónoma en materia de desarrollo económico y social están en otra parte. A modo de ejemplo, tenemos el deterioro de los servicios del hospital Virgen del Castañar, que podría estar asociado a esa tendencia, a pesar de las recientes mejoras prometidas por la Junta.
El conocimiento del lugar que ocupa Béjar en el espacio de Castilla y León y la previsión del que ocuparía si no hubiese, a corto y mediano plazo, un incentivo económico que torciera hacia adentro el flujo migratorio, recomiendan la necesidad de un despegue de la iniciativa local. Lo que venga tendrá que ser engendrado.
Es ahora cuando la ciudad requiere de sus ciudadanos y del apoyo de sus políticos; porque Béjar tal vez esté condenada, por los efectos macroeconómicos de los reajustes demográficos, a vivir sus cien años de soledad. Luego será tarde. Precisa de gestos bejaranos a ultranza, resueltos, como el del grupo de personas que se unieron un foro de reflexión apolítico para pensar y repensar lo que verdaderamente hay que hacer en esta ciudad.
Béjar necesita de criterios sólidos y factibles para su desarrollo. Necesita olvidar de dónde viene para ocuparse de abrir el camino hasta donde debe llegar. Necesita contraer el valor superior del interés colectivo y poner a un lado el comadreo de los intereses parciales y comprometidos para dar paso a un proyecto de ciudad incuestionable y consensuado, que no sea una melopea de futuro sino el conjunto de lo posible para empedrar ese camino que parece perdido.
¡Seamos geniales de una puta vez! De lo contrario, ya nos veremos en Valladolid —por ser fieles a Isabel la Católica— o en Bilbao o Valencia para seguir hablando de los buenos y viejos tiempos pasados.
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