Bajo licencia de Creative Commons.
El día que acabó la crisis
Juan José Millás
Un buen día del año 2014 nos despertaremos y nos anunciarán que la crisis ha terminado. Correrán ríos de tinta escritos con nuestros dolores, celebrarán el fin de la pesadilla, nos harán creer que ha pasado el peligro aunque nos advertirán de que todavía hay síntomas de debilidad y que hay que ser muy prudentes para evitar recaídas.
Conseguirán que respiremos aliviados, que celebremos el acontecimiento, que depongamos la actitud crítica contra los poderes y nos prometerán que, poco a poco, volverá la tranquilidad a nuestras vidas.
Un buen día del año 2014, la crisis habrá terminado oficialmente y se nos quedará cara de bobos agradecidos, nos reprocharán nuestra desconfianza, darán por buenas las políticas de ajuste y volverán a dar cuerda al carrusel de la economía. Por supuesto, la crisis ecológica, la crisis del reparto desigual, la crisis de la imposibilidad de crecimiento infinito permanecerá intacta pero esa amenaza nunca ha sido publicada ni difundida y los que de verdad dominan el mundo habrán puesto punto final a esta crisis estafa —mitad realidad, mitad ficción—, cuyo origen es difícil de descifrar pero cuyos objetivos han sido claros y contundentes: hacernos retroceder 30 años en derechos y en salarios.
Un buen día del año 2014, cuando los salarios se hayan abaratado hasta límites tercermundistas; cuando el trabajo sea tan barato que deje de ser el factor determinante del producto; cuando hayan arrodillado a todas las profesiones para que sus saberes quepan en una nómina escuálida; cuando hayan amaestrado a la juventud en el arte de trabajar casi gratis; cuando dispongan de una reserva de millones de personas paradas dispuestas a ser polivalentes, desplazables y amoldables con tal de huir del infierno de la desesperación, entonces la crisis habrá terminado.
Un buen día del año 2014, cuando los alumnos se hacinen en las aulas y se haya conseguido expulsar del sistema educativo a un 30% de los estudiantes sin dejar rastro visible de la hazaña; cuando la salud se compre y no se ofrezca; cuando nuestro estado de salud se parezca al de nuestra cuenta bancaria; cuando nos cobren por cada servicio, por cada derecho, por cada prestación; cuando las pensiones sean tardías y rácanas, cuando nos convenzan de que necesitamos seguros privados para garantizar nuestras vidas, entonces se habrá acabado la crisis.
Un buen día del año 2014, cuando hayan conseguido una nivelación a la baja de toda la estructura social y todos —excepto la cúpula puesta cuidadosamente a salvo en cada sector—, pisemos los charcos de la escasez o sintamos el aliento del miedo en nuestra espalda; cuando nos hayamos cansado de confrontarnos unos con otros y se hayan roto todos los puentes de la solidaridad, entonces nos anunciarán que la crisis ha terminado.
Nunca en tan poco tiempo se habrá conseguido tanto. Tan solo cinco años le han bastado para reducir a cenizas derechos que tardaron siglos en conquistarse y extenderse. Una devastación tan brutal del paisaje social solo se había conseguido en Europa a través de la guerra. Aunque, bien pensado, también en este caso ha sido el enemigo el que ha dictado las normas, la duración de los combates, la estrategia a seguir y las condiciones del armisticio.
Por eso, no solo me preocupa cuándo saldremos de la crisis, sino cómo saldremos de ella. Su gran triunfo será no sólo hacernos más pobres y desiguales, sino también más cobardes y resignados ya que sin estos últimos ingredientes el terreno que tan fácilmente han ganado entraría nuevamente en disputa.
De momento han dado marcha atrás al reloj de la historia y le han ganado 30 años a sus intereses. Ahora quedan los últimos retoques al nuevo marco social: un poco más de privatizaciones por aquí, un poco menos de gasto público por allá y voilà: su obra estará concluida.
Cuando el calendario marque cualquier día del año 2014, pero nuestras vidas hayan retrocedido hasta finales de los años setenta, decretarán el fin de la crisis y escucharemos por la radio las últimas condiciones de nuestra rendición.
- Las fiestas de la Virgen del Castañar hace cien años
- Fernando Celestino: Entre fusilados tras un juicio y paseados, los represaliados en la comarca de Béjar fueron alrededor de 120
- Es lo que hay 2: Los comentarios
- Greguerías en el Ayuntamiento de Béjar. Y cuarta. El virus (microbio o bacteria) municipal
- Greguerías en el Ayuntamiento de Béjar. Tercera. El Plan mutante (y sus sucesivas metamorfosis)
- Créame que estoy de acuerdo
hace 2 horas 27 mins - Igual que se hacen tesis
hace 7 horas 36 mins - Según el texto de la
hace 7 horas 50 mins - Hay cosas que no entiendo de
hace 1 día 4 horas - REGIÓN LEONESA
Usted tiene
hace 1 día 12 horas - Y esta noticia, aparece
hace 1 día 15 horas - La Junta tiene sus
hace 2 días 5 horas - Pues lo tiene usted jodido:
hace 2 días 6 horas - Di algo coherente sobre el
hace 2 días 11 horas - Cómo no. Nadie mejor que el
hace 2 días 14 horas
Le falta algo a este artículo:
El séptimo ángel derramó su copa por el aire; y salió una gran voz del templo del cielo, del trono, diciendo: Hecho está.
Entonces hubo relámpagos y voces y truenos, y un gran temblor de tierra, un terremoto tan grande, cual no lo hubo jamás desde que los hombres han estado sobre la tierra.
Que la cosa está tremenda lo sabemos todos. Que va a seguir tremenda, también.
Pero vamos, que ni se acaba el mundo ni nada por el estilo. Eso es lo que no puede entender "cierto sector de la sociedad"...¿Que hace falta para que la gente se levante? ¿Es que no ven que intentamos ayudarles a rebelarse? ¿Por qué no se rebelan?....La gente quiere vivir tranquila aunque sea con menos, la gente ya no cree ni a los "amos" ni a vosotros "abogados de lo imposible auto-nombrados"
Vuestro problema es que no creéis en la democracia. Habláis de ella pero no creéis en ella. Y cuando os dáis de bruces con ella, la negáis diciendo...no es esto, no es esto....
...Ya despertaréis algún día. Pero no será mañana.
Lo torcido no puede enderezarse, y lo que falta no se puede contar.
Eclesiastés 1:15
Tan solo cinco años le han bastado para reducir a cenizas derechos que tardaron siglos en conquistarse y extenderse. Escribe Juan José Millas. Se le olvida matizar que han 42 meses de perfecto socialismo empobreciendo a España de tal modo que los ciudadanos no tengamos más remedio que depender del gobierno y 18 mese de un cavérniloca gobierno facista.
Enviar un comentario nuevo