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“Despropósitos grandes”: Reflexiones sobre la pretendida recuperación de El Bosque de Béjar
Si las piedras hablaran.Foto de M.CasadiegoDNI: 8.104.6XXX
"Despropósitos grandes"
La frase es de Juan Manuel II, duque de Béjar y propietario de nuestra villa suburbana entre 1685 y 1747. Fue su juicio contrariado ante ciertas inaceptables pretensiones y sería hoy su probable calificativo para la obra más reciente en el entorno del estanque, destinada a una recuperación que, visto el resultado, queda torpemente en entredicho. Ya anticipo que no me ha gustado nada o casi nada de lo que pude ver el pasado domingo 21 de noviembre, en presencia de varios expertos en jardines históricos que opinaron igual.
Voy a tratar de explicar aquí por qué esta intervención no sólo representa una ocasión fallida para devolverle a El Bosque lo que fue suyo (restituyendo estructuras de fábrica y arriates), sino que ha mermado buena parte de su encanto sin contrapartidas y ha provocado alteraciones injustificables que, desde luego, tendrán que ser subsanadas.
Cualquier persona familiarizada con la conservación del Patrimonio Histórico sabe que el principal criterio que debe regir en obras de este tipo es el de autenticidad, fundamentado en la recuperación de las formas y relaciones que perduren en el Bien Cultural desde el tiempo de su creación o que puedan ser restituidos por supresión de elementos postizos, o bien por agregación de otros nuevos basados en los ya desaparecidos siempre que estén debidamente documentados. En el caso de los jardines históricos, hay que considerar, además, que las aportaciones de las diferentes épocas deben ser cuidadosamente valoradas y, en su caso, respetadas, pues los jardines no son obras inertes, sino vivas y en permanente evolución como sus componentes vegetales o ambientales y se construyen tanto en el espacio como en el tiempo.
En 1995, cuando El Bosque sufría la amenaza de desintegración por culpa de aquel desquiciado proyecto de recalificación y urbanización por todos conocido, el arquitecto Darío Álvarez publicaba un artículo sobre los jardines renacentistas en Castilla y León en el que nuestra villa de recreo acaparaba el mayor protagonismo. Ante lo inexorable de la amenaza, su conclusión era tan pesimista como desesperada: “El Bosque’ no sólo debería mantener su estado actual –acentuando la articulada conjunción de casa, jardín y paisaje– sino recuperar, en la medida de lo posible, aquellas partes del trazado original hoy perdidas o tan deterioradas que resulte dificultosa su lectura. De no ser así y de llevarse a cabo dicha propuesta (de recalificación y urbanización) sólo quedaría la opción del pensamiento más radical: mejor sería que la antigua villa ducal de ‘El Bosque’ desapareciera por completo y para siempre. Al menos así podría pasar a formar parte de la larga lista de paisajes engrandecidos por el olvido.”
Varios lustros después, al cabo de muchas batallas, se han ido superando aquella y otras amenazas igual de desquiciadas e inaceptables (campo de golf, parador nacional, etc.) y, por fin, de acuerdo con las pautas del Plan Director, se iniciaba el anhelado momento de su recuperación: el sistema hidráulico, el vaso del
estanque con su isla artificial, las fuentes ornamentales, obras no siempre visibles ni bien comprendidas, pero absolutamente necesarias para garantizar la conservación de un espacio tan frágil como singular.
La etapa siguiente, última por ahora, ha consistido en la eliminación del espaldón de tierras que apuntalaba el flanco Suroeste del dique, su cuidadosa reconstrucción y el acondicionamiento del entorno del estanque con la implantación de áreas ajardinadas. Concluida la obra y, salvo la impresionante reconstrucción del dique, la escalera axial y las paratas laterales adosadas (que me parece acertada en su mayor parte por cuanto clarifica la lectura del lugar), sólo puedo lamentar el resto y repetir amargamente lo que Darío Álvarez dijo hace tantos años: para este viaje, mejor la desaparición y la grandeza del olvido.
Conocía el pésimo “proyecto” de ajardinamiento y obras adicionales desde finales de 2007, pero por entonces no podía considerarse un documento de información pública. No obstante, en febrero de 2008 ofrecí por escrito mi valoración crítica y una propuesta alternativa que trataré de dar a conocer en cuanto pueda.
Tal propuesta se fundamenta en una minuciosa lectura del lugar y en las fuentes documentales y bibliográficas disponibles, que llevo manejando y ampliando desde hace unos 18 años (actualmente avanzo en una tesis doctoral sobre El Bosque y las villas suburbanas de su tipo). Dicha crítica y propuesta quedó en manos del responsable directo de la obra y más recientemente envié una copia abreviada al alcalde de Béjar, siempre con la ingenua esperanza de mejora. Ahora que el proyecto se ha ejecutado (en mayor o menor medida, pues lo realizado no coincide del todo con lo que se proyectó) y ha pasado a dominio público, no voy a callar mi opinión sobre lo que hace tres años era un desastre anunciado y hoy es la más decepcionante realidad.
Sepan ustedes que en el proyecto de marras, firmado por “Empresa de Trabajos Forestales” (sic), no se hace referencia a la documentación sobre El Bosque y apenas a una bibliografía genérica sobre jardines y villas. Se trata de un documento incoherente, plagado de errores, mal concebido y peor redactado en el que el objetivo (explícito) de recuperar el espíritu renacentista del lugar se confía a soluciones inadecuadas y mal fundamentadas, escogidas de aquí y de allá entre el repertorio jardinero de la época, pero sin que vengan generadas desde el peculiar espacio en el que pretenden implantarse: como una fiesta de disfraces, poco más o menos. Pero disfrazar no es recuperar, sino un juego de simulación sólo válido como diversión efímera, un fraude inaceptable en el contexto que nos ocupa. El Bosque no es cosa de risa.
Creo que El Bosque se merece mucho más. Merece como mínimo una recuperación respetuosa en la línea de las fases anteriores (mantenida en la reconstrucción actual del dique) y no este baile de máscaras
El proyecto de jardinería era infame, pero la ejecución ha sido despiadada, agravada por otras intervenciones duras previstas en el proyecto de ejecución de la parte arquitectónica. Podemos entrar al detalle en la lista de despropósitos: elementos de ordenación bien documentados, pero que sorprendentemente no se recuperan (como la escalera oriental del estanque, en contra de la necesaria restitución compositiva); elementos originales que se desmontan para ser transformados en otra cosa, renunciando a la función para la que fueron creados (como el filtro de piedra del aliviadero NW, desplazado de su emplazamiento original y convertido en fuente como si se tratara de un imposible delirio dadaísta); objetos de chatarra no identificados (como los cinchos metálicos de los alcorques o los indisimulables puntos de iluminación artificial, aterrizados de otro planeta para el tropiezo); elementos postizos detonantes y disarmónicos (como las baldosas perforadas para desagüe, fabricadas en material ajeno al conjunto, o las losas de granito entre el palacete y el estanque); introducción de texturas ajenas al lugar (como la grava gruesa junto al Palacete o en los alcorques, casi balasto ferroviario); eliminación u ocultación de pavimentos antiguos (como el empedrado de la plazuela de entrada y la parte pendiente hasta el estanque); supresión de elementos de arquitectura en hierro del siglo XIX, pero en perfecta armonía con las formas renacentistas que se pretendía recuperar (como el pabellón metálico situado en el acceso a la terraza del jardín principal); adición de estructuras nuevas a costa del espacio de otras originales (como el nuevo aliviadero, cubierto de baldosas amarillas como en el País de Oz, sólo que puestas al biés, o la rampa en curva del ángulo NE del estanque, capricho en favor de una accesibilidad políticamente correcta que pone el Bien Cultural al servicio de minusválidos y tráfico de maquinaria, cuando existen soluciones compatibles con esa servidumbre, pero menos lesivas para la irrenunciable restitución compositiva); alteración de la perspectiva hacia la Fuente de la Sábana (por la alineación de media docena de tilos con sus feos alcorques ocupando buena parte del “paseadero del estanque” y desgraciando media visión de la mencionada fuente, y todo para tratar de impedir lo inevitable: que sus raíces empujen los muros del estanque como hicieran los árboles precedentes, ya talados, “in errore perseverare”); trazados viarios igual de caprichosos al estilo de un jardín paisajista, pero incrustados en una obra del Renacimiento (como el paseo curvo en “Y” griega –me niego a decir ye-ye– al Norte de la Rotonda); introducción de especies ajenas a las que se registran en la documentación o a las constantes del jardín renacentista (como los serbales plantados junto a la misma Rotonda o la variedad de boj de los nuevos setos, bien distinto del documentado Buxus sempervirens); supresión de estructuras vegetales singulares (como la empalizada de boj que servía de acogedora pantalla al jardín principal, situado justamente en la llamada “Huerta de los Bojes”, estructura idéntica a las que se conservan en jardines coetáneos como el del Bóboli de Florencia o la Villa D’Este en Tívoli).
A esta retahíla se podrían añadir algunos agravios más: el trazado soso, simplón de los nuevos arriates, festoneado en pobres plantones de boj naufragando en un mar de grava (ocasión perdida para que El Bosque recupere sus “rústicas galas” en la primavera); deterioros ya visibles, a pocas semanas de acabar la obra (como los socavones en el paseo del dique y en la rampa curva o la imposibilidad de poner en marcha la Fuente de la Sábana), e incluso alteraciones ejecutadas en fases anteriores (como el nuevo trazado del muro que circunda la Rotonda por el Sur). En definitiva, un desastre demasiado manifiesto como para dejarlo correr.
Creo que El Bosque se merece mucho más. Merece como mínimo una recuperación respetuosa en la línea de las fases anteriores (mantenida en la reconstrucción actual del dique) y no este baile de máscaras: no una villa o un jardín malamente disfrazado de falsas galas, sino una recuperación concienzuda acorde con los restos conservados y con “el espíritu del lugar”, con la documentación disponible y por analogías razonables y razonadas con sus congéneres. Por coherencia y por respeto, también, al gasto público: pago mis impuestos y exijo que ese dinero se invierta adecuadamente. Espero que respondan de ello sus responsables: representantes de la propiedad, cargos políticos, responsables técnicos o presuntos expertos en jardinería histórica: ¿por qué han cometido o consentido tales desafueros? Miedo me da el futuro, las fases de obras que todavía quedan: ¿serán tan dañinas para El Bosque como la que aquí comento o aún hemos de esperar cosas peores?
Estoy seguro de que nada de esto habría sucedido si el órgano competente hubiera contado con el dictamen de un consejo asesor, tal como se indica en el Plan Director de El Bosque desde 2001. En dicho consejo deberían estar presentes, entre otros, un experto en jardines históricos y un miembro del Grupo Cultural San Gil. Que expliquen los representantes de su titularidad pública (alcalde de Béjar y consejero de Cultura de la Junta de Castilla y León) por qué no les ha dado la gana constituir tal consejo en estos nueve años.
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¡Ay José, José!, usted mucho defender las causas perdidas, pero en cuanto pudo se marchó de funcionario fuera de Béjar, y aquí nos dejó el muerto, y nunca mejor dicho, porque con su sapiencia, oso preguntarle,¿por qué no se presenta a las próximas elecciones municipales?, ¿por qué no encabeza una lista para resolver todos estos entuertos?.Yo me quedo con la propuesta municipal de 1995.
El cáncer de este país es que cuando no tenemos argumentos sobre los hechos atacamos a las personas. ¡Hay que ser ruin!
Me hace mucha gracia que cuando uno crítica alguna actuación de nuestros gobernantes, siempre sale alguíen de su sequito diciendo la imbecilidad de: "ponte tu y a ver si lo haces mejor". Cualquier político debería saber que esta sujeto a crítica por parte de los ciudadanos, porque él es simplemente el Administrador de la ciudad no su dueño, y podemos criticar cuanto queramos porque somos los ciudadanos los que pagamos sus sueldos, es decir, somos sus jefes.
Pondré un ejemplo para que cualquier mente sectaria "pepesuna o psoeadicta" lo entienda: si tu contratas a un albañil para que te haga una pared, le puedes recriminar que la pared esta torcida, y para ello solo tienes que saber usar un nivel, no hace falta saber levantar paredes.
Resumiendo, si no saben encajar la crítica, fundamentada como la de D. José Muñoz (aunque yo personalmente no estoy de acuerdo con ella), son ellos los que deben dejar el puesto.
Deje de hacer comentarios sobre lo que personalmente hace o no de su vida un ciudadano, y aporte un comentario que ayude a dar solución a los problemas. No he visitado El Bosque, por lo que no puedo opinar sobre la restauración, pero en lo que estoy totalmente de acuerdo con José Muñoz, es en que para tomar decisiones sobre algo tan importante, debería de haber sido en esta actuación y en otras, imprescindible un Consejo formado por personas cualificadas. A. Sobral.
A todos estos q piensan mas en la persona q en lo q dice. Me gustaria q supieran porq este gentilhombre, tuvo q irse de este fracasado pueblo. La gente q sabe es molesta y lo molesto se elimina....
A mi parecer El Bosque constituye una de los recursos culturales más importantes de Béjar y es alarmante que no acaben de dar una rehabilitación (¿cuántas van?) con criterios que satisfagan los criterios de las diferentes partes y, sobre todo un uso adecuado, que creo que es un problema no menos importante que el primero. No soy experto y no entiendo cómo deben realizarse las rehabilitaciones de monumentos de la envergadura de un Bién de Interés Cultural. Sin embargo, considero que, al menos, se debe respetar, escuchar y tener en cuenta opiniones de profesionales y expertos como las del Grupo San Gil y el propio Pepe Muñoz, que han dedicado muchos años de sus vidas a estudiar, comprender y tratar de reconstruir cómo debió ser este jardín renacentista y, ¿por qué no? cómo debería rehabilitarse y emplearse. Todo esto, además, cuando realmente existe un reglamento en el que se pone de manifiesto que estas actuaciones deben venir avaladas por un consejo técnico en el que el grupo San Gil tiene representación.
En cuanto al USO, el anónimo sr. invitado, creo que se refiere a la pretendida urbanización de El Bosque. Con criterios como el de este anónimo invitado, se ha llegado a lo que hoy es Béjar: un collage de edificios y calles alejados de una ordenación urbanística coherente, que rezuma nostalgia de otros tiempos embadurnada en antiestéticos edificios de nueva construcción, al lado de edificios históricos a los que chapuceramente intentan imitar. La urbanización de El Bosque o cualquier uso que no sea el apropiado por su condición de BIC constituiría la penúltima torpeza que podríamos hacer a nuestro patrimonio (ya que la antepenúltima es tirar abajo chimeneas o los tintes del Duque para hacer vergonzosos bloques de pisos y,ya que estamos, la última sería ampliar la estación de esquí para terminar de darle la puntilla a nuestro patrimonio natural serrano). Y es que patrimonio natural, textil y El Bosque son los 3 pilares básicos de la cultura y turismo bejarano, según mi opinión. Y, qué casualidad, los 3 han estado o están en serios riesgos de ser dañados o, al menos, no ser valorados convenientemente para su protección y su conveniente provecho económico. Si queremos desarrollar el turismo tendremos que ser conscientes de los recursos turísticos que tenemos. Ah, claro, que por turismo solo entendemos la estación de esquí, así como por industria solo entendemos la textil.
En cuanto a la valoración personal que hace el anónimo "sr.invitado" cabe decir, aparte del rechazo a su esperado, torpe y tópico comentario, que contribuir a tu pueblo y a la democracia se puede hacer desde diferentes sectores sociales, no sólo desde un partido político: asociaciones, fundaciones, participación ciudadana. Si esto no lo tenemos claro, entonces tenemos un concepto caciquil de la democracia ("como me han elegido a mi, hago lo que me da la gana"). Quizá solo recurre a la descalificación y argumentos rancios que creí superados porque no tiene argumentos técnicos para rebatir lo que se expone. Si me equivoco, por favor, expóngalos para que podamos contrastar. Se lo agradecería ya que, repito, no soy experto en esto.
Y, por último, pongámonos de una vez todos a trabajar en una estrategia global de desarrollo para Béjar ya que esto de El Bosque es solamente una de tantas deudas pendientes que tenemos. Rubén Borrega.
Me congratulo de leer el amplio comentario de Rubén Borrega: todo un ejemplo de cómo se deben exponer las cosas, de cómo se redacta un texto y de coherencia en su contenido. Enhorabuena.
La Costumbre
Decía Le Corbusier: "La arquitectura está reprimida por la costumbre, los estilos son una mentira".
Esta cita podríamos aplicarla directamente al pueblo de Béjar. Estamos acostumbrados a que las cosas sucedan siempre de manera trágica y agolpada, también las soluciones que buscamos se aplican de la misma manera. Sin querer ser redundante, la costumbre -nuestra costumbre- es la de opinar, actuar y resolver (siempre por este orden) los problemas según la ley de nuestra costumbre. Da lo mismo que nos digan, que nos enseñen, que nos comparen o nos muestren distintas soluciones, da igual que personas con otras costumbres (creadas incluso bajo el tesón, el conocimiento, el estudio y el trabajo) nos muestren otra cara de las cosas, da igual, siempre aparece nuestra costumbre.
Quizá el problema de este viejo pueblo que siempre a querido mostrar sus diferencias (-no sé muy bien por qué-, y para eso está nuestra historia, literatura, gastronomía e incluso El Bosque que nos ocupa)sean sus costumbres. Actúan como resortes propios de cualquier nacionalismo extremista que nos impide crecer. No hacemos caso a los de fuera que traen aires renovados y conocimientos(sálvense aquellos flamencos textiles que tan magníficamente ilustró el propio Pepe Muñoz en un cómic que conservo dedicado), no hacemos caso tampoco a los de dentro, no tenemos un pensamiento individual y crítico fruto del conocimiento, la comprensión y la dedicación. Quizá fuera bueno indagar en estas costumbres, recordar que los que hoy intentan conservar, hace años quería edificar, que los que entonces eran amigos del ladrillo y el hormigón más tarde fueron a visitar otras villas y a empaparse de Renacimiento, ¿para qué?, para que como nos cuenta Pepe (al que creo a pies juntillas -no por amigo- sino por serio, trabajador, honrado y estudioso)la recuperación que se está llevando a cabo sea superficial, poco seria e irrespetuosa. ¿Para qué el Plan Director?, ¿para qué aquellas jornadas de estudio?, ¿y aquellos viajes a Villandry?, ¿para qué?, todo para dejarnos llevar de esa costumbre que reprime todo crecimiento con rigor y seriedad. Podríamos poner algún ejemplo: El Bosque, El Tinte del Duque, nuestros abandonados edificios fabriles, el Teatro Cervantes, La recuperación del Convento de San Francisco, la degradación de nuestro entorno natural,... Todo así, tratado y amasado con nuestra costumbre, da igual que nuestros políticos sean de un signo o de otro,de un pueblo u otro, todos tienen el vicio de esa costumbre que reprime y no deja hueco al rigor.
Nos dejamos llevar por nuestras costumbres, por el calderillo, por el día del Bejarano Ausente, por la capa Bejarana, por el To, las castañas, los calbotes, el Hombre de Musgo, la Peña de la Cruz, el Castañar, La Ancianita (menudo apelativo para la plaza de toros más antigua del mundo), Sebastián el de la Medallas y hasta por los Portales de Pizarro; cualquier cosa con tal de no mirar al cielo y ver que tras el horizonte de este agujero existe el mundo, que hay otras costumbres, que no estamos solos y podemos comparar. Somos así, este agujero son impide comparar, rectificar, perdonar, agradecer, reflexionar, compartir, etc., esto forma parte de nuestra costumbre y mucho me temo que no vamos a cambiar.
Nuestra costumbre, esta que tantas cosas reprime, que nos ha conformado como unos catetos en una ciudad cateta que no queremos cambiar, es el marchamo de de nuestra denominación de origen, es el ADN responsable de que aquí todo sea más difícil, es el impedimento de que las soluciones sólo sean correctas a medias, de que no escuchemos al que sabe o tan sólo quiere ayudar... Tenemos lo que somos y somos lo que merecemos. En ustedes está leer, ver, viajar, interpretar y comparar.
¡Vamos a dejar de mirarnos el ombligo!
Estamos condenados a vivir de esta manera, menos mal que como dijo el poeta, Gabriel y Galan (también con costumbre) "somos la verde maravilla..."
...y del Castañar al cielo.
Termino con otra cita, esta vez de Aristóteles:"El ignorante afirma, el sabio duda y reflexiona".
Un costumbrista desacostumbrado.
Después de arena y más arena, nos topamos con algún oasis que nos reconforta.
Estos comentaristas, que rara vez aterrizan en estas paginas, rompen la dinámica cansina de quienes con su visión no traspasan los cerros de Valdesangil, su estomago pide calderillo, repiten el Tó en cada frase, pretenden tener de Alcalde, aquel que le sea accesible, y que al encontrarle le puedan hablar de tú, para después comentarlo en su entorno. Y como son mayoría "... difícil no lo fían, amigo Sancho" A. Sobral.
Sr. A. Sobral:
Imagino que los comentarios que realiza al Invitado del viernes, 03/12/2010 - 18:25, deberá hacérselos también al editorial que firma D. Antolín Velasco el Mar, 07/12/2010 - 19:39 (sic),titulado "El reino de la chapuza"; vamos, viene a decir lo mismo aportando algunos elementos positivos.
No entiendo su propuesta invitado de las 17:16. En el articulo "Despropósitos Grandes" escrito por José Muñoz, sobre el Bosque, del que toma D.Antolín, el articulo "El reino de la política" mi comentario hace mención a que se toman decisiones políticas para obras importantes, sin contar con personas capacitadas. Proponiendo que se debería convocar una comisión de expertos que asesorara a los responsables políticos.A. Sobral.
Iniciar un comentario que, en teoría, versa sobre consevación de Patrimonio con una cita de Le Corbusier viene a ser como hacer lo propio con una de Hitler para encabezar un alegato a la igualdad de las razas.
De hecho la cita lleva en sí esa esencia corbuseriana, aun cuando al aplicarla al pueblo de Béjar se desdibuje.
Y es que, citas eruditas a parte, Le Corbusier se hizo famoso a nivel urbanístico por propuestas tan radicales para la época,y quizas más para ésta, como bombardear todo el centro de Paris y arrasarlo hasta sus cimientos para poder construir desde cero una nueva ciudad sin lastres de la antigüedad que fuese más eficaz a los requisitos de la vida moderna.
Iniciar un comentario que, en teoría, versa sobre conservación de Patrimonio con una cita de Le Corbusier viene a ser como hacer lo propio con una de Hitler para encabezar un alegato a la igualdad de las razas.
De hecho la cita lleva en sí esa esencia corbuseriana, aun cuando al aplicarla al pueblo de Béjar se desdibuje.
Y es que, citas eruditas a parte, Le Corbusier se hizo famoso a nivel urbanístico por propuestas tan radicales para la época, y quizás más para ésta, como bombardear todo el centro de Paris y arrasarlo hasta sus cimientos para poder construir desde cero una nueva ciudad sin lastres de la antigüedad que fuese más eficaz frente a los requisitos de la vida moderna.
Por tanto no sé si sería la persona más apropiada para intervenir en El Bosque, pero sí es cierto que habría seguidores de la anterior teoría entre los lectores de Bejar.biz. Y digo esto porque existen muchas entradas de ciudadanos bastante cabreados cuando se hacen nuevos edificios en los solares ya ocupados en el casco histórico y no se dejan "calles más anchas para que pasen los camiones de bomberos". Tener un conjunto histórico declarado es lo que tiene: que no se pueden modificar las alineaciones existentes. Pero bueno, podemos derogar el plan especial del conjunto histórico y hacer en Béjar lo que decía Le Corbusier que se hiciese en Paris.
Si vamos a ver es lo que estamos haciendo, pero de facto y sin seguir los cauces apropiados. lo que pasa es que como tampoco nos gusta el emplazamiento (esto de vivir en un cotorro estaba muy bien para defenderse del enemigo pero es poco cómodo para meter en coche debajo de la cama) ya puestos nos vamos más cerca del Sangusín que del Cuerpo de Hombre. Y el casco histórico ya se irá yendo a tomar por cluo él solito, que eso de bombardear ahora está mal visto.
Nuestra civilización no entiende rarezas como El Bosque. Su filosofía se nos escapa y por eso no tenemos ni pajolera idea de qué hacer con él y por supuesto cómo. Villa Renacentista de recreo a la manera italiana… El dolce far niente. Eso ya no se lleva, los terrenos o valen para algo o no valen para nada y si no valen para nada cualquier cosa que se haga con ellos es perder el tiempo… y el dinero
Después de un montón de año yo creo que el proyecto de urbanización de El Bosque que se planteó a inicios de los 90 era la mejor solución y la más adecuada. Hoy el Bosque es rentabilidad cero.
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