Tras escuchar a Alejo Riñones declarar, con voz de cordero degollado, que lo que ahora importa es Béjar y que no hay que pensar en otra cosa, apelando a la capacidad de consenso de los demás partidos ante “una situación crítica” de la ciudad; se nos alteran los biorritmos.

Este personaje, que se ha pasado toda la campaña electoral insistiendo en que los bejaranos le votaran sólo a él, porque era “necesario” que hubiera un gobierno municipal con mayoría absoluta, aboga ahora por todo lo contrario. Porque, después de despreciar, pleno tras pleno, a toda la oposición, resulta que ahora los necesita.

Y a Francisca Andrés le deja caer un recado: “Tenemos que olvidar el pasado”. Cuando hace dieciocho años la acosó hasta hacerle pedir el traslado de su plaza de secretaria de El Puente del Congosto, para poner en su lugar a Luis Francisco Martín.

En la vida todos recogemos lo que sembramos. Ahora le toca comprobarlo a Alejo. Su gestión como alcalde ha sido objetivamente nefasta, ahí están los datos. Pero él aún saca pecho, jaleado por sus palmeros. ¿A quién quien quiere engañar?

La última “perla” es lo del empresario del camping. Que dice Alejo que se va, porque Béjar entra en un periodo de inestabilidad. Desde hace casi dos años tenía todos los permisos y licencias, pero ahora tira la toalla. ¿Lo veis?, dice Alejo, si no estoy yo, los empresarios se van.

¡Hay que tener cara¡ Esto lo dice el alcalde que ha despreciado la propuesta de una empresa, líder mundial en su sector, que planteaba su presencia en nuestra ciudad para consolidar el futuro de la estación de esquí. Y no es el único ejemplo de empresas que podrían haberse instalado en Béjar, pero que han salido huyendo ante la palmaria inseguridad jurídica, cuando no el desprecio, que se han encontrado en sus contactos con el ayuntamiento.

Alejo pide ahora que “olvidemos el pasado”. No me extraña, los últimos veinte años nos demuestran que, si Alejo sigue al timón, esta ciudad, que hace aguas por todas partes, se acaba hundiendo sin remedio.