12El próximo jueves 15 de noviembre a las seis de la tarde se celebrará en Bizarte un encuentro inicial con todas las personas interesadas en conocer las particularidades del curso de ganchillo-crochet programado por ese espacio cultural. Será una reunión meramente informativa donde se podrá intercambiar con la monitora, la destacada artesana Raquel Tapia, y formalizar la matrícula quienes decidan unirse al grupo.

Los antecedentes del tejido de gancho, conocido por “ganchillo”, es una técnica antigua aunque no se haya logrado establecer con certeza su origen. Algunos investigadores sitúan en lugares tan distantes como Suramérica o China; pero ya en el siglo XIX era una pasión en Europa y llegó a ser una industria artesanal.

El ganchillo se convirtió en una próspera industria casera, en especial en Irlanda y el norte de Francia, sosteniendo comunidades cuyo modo de vida tradicional había sido dañado por diferentes circunstancias con repercusiones directas en las economías locales. Las mujeres, e incluso los niños, se quedaban en casa y tejían ropa, mantas y otros artículos como un medio de autoempleo.

3Ya desde entonces, cuando existía una poderosa industria textil que abastecía los mercados, los géneros confeccionados a mano tenían el valor añadido de lo único e irrepetible que sólo puede conferir el trabajo artesanal, que no deja de ser una de las formas que reviste el arte.

Muchas personas ignoran que en la actualidad --a lo que España no escapa--, los tejidos de ganchillo han vuelto no sólo a la moda sino a ser un recurso económico. La creación de grupos o cooperativas de tejedoras y tejedores, con la capacidad de producir en casa y sin horarios que cumplir, son una alternativa de empleo en muchas localidades.

La primera de las ventajas de esa actividad en esta época de crisis y desempleo es darle un uso provechoso al tiempo que sobra a quienes no trabajan o no logran trabajar por mucho que lo intenten. La segunda es que en la misma medida que la calidad y la creatividad de los tejidos va en aumento, se amplía el mercado para estos, que con independencia del comercio local tiene el respaldo del comercio de boutiques en todos los países y la opción de venta de exclusividades por Internet, así como la de pedidos por encargo.

Siendo Béjar una ciudad de larga tradición textil y hasta una denominación de origen de los mejores géneros, resulta contradictorio que una ruta de las ruinas de una industria y un museo asociado sea todo lo que la ciudad pueda hacer por emplear provechosamente su fama histórica. No pocos países, incluyendo los más subdesarrollados, confieren una especial importancia a la artesanía que muestra sus tradiciones. Y son incontables los pueblos y ciudades en que los textiles resultan un legado de sus pasados y un medio lícito y creativo para ganar el sustento. No en Béjar, donde el recuerdo de una industria poderosa carece de una expresión de permanencia y sólo se expresa como curiosidad histórica.

Si hablamos de generar ideas que contribuyan a paliar las tribulaciones de la crisis y a generar focos locales de empleo, la creación una artesanía local bien estructurada, basada en el textil, no es una quimera sino una de las primeras que tendría que desarrollarse para darle sentido a que tengamos un museo y las márgenes de un río pobladas de grandes edificios improductivos y en vías de extinción.

Es por esa razón que Bizarte ha convocado a un curso de ganchillo con el fin último de hacer pensar a los participantes en dar un paso más allá y, al menos, intentar con inteligencia la génesis de una actividad artística y económica con el respaldo de la historia de la ciudad.

El lema de Bizarte expresa. “La cultura no es adorno sino raíz” y, en consecuencia, ese espacio cultural estima que la cultura bejarana no puede disociarse de la cultura del textil. Y un modesto curso de ganchillo es una opción, que podría tener perspectivas o no, en dependencia que la fe que se tenga en que las cosas pueden cambiar por mano propia.