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Cuando se dice Digo, cualquier Diego sobra
Las sospechas de recortes en los servicios médicos, de manera más o menos encubierta, diciendo que donde dije Digo, había dicho Diego, no son infundadas. Los servicios hospitalarios, que junto con la educación es lo que mejor define las esencias básicas del Estado de Bienestar, es un sector caro, donde el Estado invierte millones, pero donde es más probable que falte algún que otro millón a que sobre. Como decía el tartamudo cuando gritaron que barco zozobraba: “Mejor que so-sobre a que fa-falte”. La salud pública es una de las dos áreas que de ser objeto de “reformas” que cambien su aspecto, como unas tetas de silicona, podría poner de cabeza a este país.
La falta de empleos, con todo lo que significa para las familias y para España, no tiene la misma connotación a pesar de las consecuencias que provoca en el ciclo productivo. Del paro, del cual se habla en términos de la macroeconomía por los macroeconomistas de las finanzas del mundo mundial --quienes no saben lo que es la angustia de la economía familiar y que están dando la batalla desde las trincheras de sus cuentas de muchos ceros-- depende la estabilidad económica y el desarrollo; pero el trabajo es un derecho humano por el que lucha el Estado; pero no es una garantía que tiene que ofrecer a todos, como sí los son la sanidad y la educación. Así que si te pones a ver, todo los demás derechos pueden tener un motivo ajeno al Gobierno para el incumplimiento; pero éstos no.
Aún sin trabajo o con pésimos trabajos, el hombre puede sobrellevar la vida y esperar tiempos mejores si sabe que su familia tiene garantizada la salud y sus hijos, la educación. Pero si ambas garantías, bajo una política de recortes –explícitos o encubiertos-- comenzaran a establecer bajo un mismo Estado diferencias entre los que sí pueden y los que no pueden; situaciones distintas creadas por el hecho de que no todas las familias españolas tengan las mismas opciones para su salud ni las mismas oportunidades en la educación, sería el ideal de la igualdad lo que comenzaría a ser arrastrado por el viento.
Sólo concebir la disminución de la calidad de ambos pilares, los que unen a pobres y ricos bajo el mismo tinglado, sería para el Estado como serrucharse el piso; porque a la hora de la verdad la gente no lo va a aceptar, aunque sea esa la receta estrella de cualquier comisión económica de cualquier parte o de cualquier macroeconomista evaluador de índices macroeconómicos. No lo va a aceptar. Y punto.
Los gobiernos, desde los municipales hasta el de España, tendrán que hilar muy fino para evitar que la sanidad y la educación en lugar de símbolos y ejemplos de la protección del Estado a sus ciudadanos, sean los símbolos de su falta de sentido común para darse cuenta de por qué y para quienes han sido constituidos. Ante lo socialmente destructivas que ambas cosas serían, tendrán que ponderar muy bien por donde pasarán las tijeras y estar claros de que hay cosas que de aceptarlas serían traicionar a la población que representan. Lo que podría equivaler a no representarla.
Aquí en Béjar comienzan a manifestarse esos signos de disolución paulatina de los beneficios sanitarios, orgullo de España. No desde ayer; ya hace tiempo se viene hablando de un desmantelamiento de los servicios hospitalarios de la ciudad, que se manifiesta en la disminución de las especialidades y de las capacidades en general para la atención hospitalaria. Pero, repito, no es un descubrimiento; porque esas cosas estaban en los programas electorales de todos los partidos en las pasadas elecciones municipales y está en el programa electoral del partido de gobierna.
Con toda seguridad, el gobierno local, que ya ha pasado la etapa de estrés post electoral, tendrá muy clara la importancia de cumplir con lo que dijo que cumpliría si ganaba las elecciones. En ese sentido, expresó en su Programa: “El propósito del Partido Popular, es avanzar hacia una sanidad cada vez más humana. Consideramos básico seguir mejorando la calidad de la asistencia sanitaria y reducir las listas de espera, así como conseguir nuevas especialidades para el hospital de Béjar”. El Programa del PP particulariza en la ampliación del hospital con nuevas especialidades y servicios, conseguir más pruebas diagnósticas, potenciar el servicio de urgencias, solicitar el servicio de cirugía menor para el hospital y otras promesas, todas muy bien fundamentadas y necesarias.
Por tanto, no hay contradicción alguna entre los intereses de la población y la línea que el gobierno local seguiría de ganar las elecciones que ganó. Ya todo eso ha sido dicho apenas cinco meses atrás y ninguna pancarta en una manifestación podría ser más amplia. El equipo que gobierna hizo ese compromiso y la gente quiere ver que lo cumple. Sin decir Diego cuando dijo Digo. Sin permitir que las instancias administrativas superiores, con decir sólo “NO”, puedan echar abajo un programa electoral que la gente votó mayoritariamente, ni insinuar con ello que era un programa irrealizable y que la Diputación y la Junta se lavan las manos.
Sí, ya se sabe; están la crisis, el Ibex 35, Angela Merkel y la madre de los tomates; pero también están los bejaranos y hay que contar con ellos. Y sería muy feo, pero muy feo, que fuera un tal Diego y no el Digo que se dijo el protagonista de esta película.
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