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Crónicas de la Villa en agosto: 3. Rafa Morán
Iba a escribir hoy sobre la villa y algunas de las sensaciones que me provoca el mirar con detenimiento su realidad y las cosas que le pasan desde la visión de un hijo emigrado vuelto en vacaciones anuales, pero he decidido aplazarlo en un ataque de procrastinación propio de quien prefiere dejar para mañana lo que duele hoy. He decidido escribir de algo mejor: de Rafa Morán. Sí, y no tiene que sonar raro. Me encontré a Rafa Morán después de mucho tiempo hablando con Miguel Paso en el restaurante de éste, donde las cañas al mediodía saben a gloria viendo de cerca el ambiente sosegado de la piscina municipal y, de lejos, ese fondo impresionante de la sierra, que hace que no te quieras mover de allí.
Por cierto, bañarse en el agua en ese escenario me parece uno de los privilegios del verano, tanto que merece la pena subir hasta allí, aunque muchas veces te la juegues un tanto en una carretera tan estrecha a la que no se le ha limpiado el arcén, cosa necesaria para tanto tránsito, que a veces es de adolescentes a pie y lo suyo bajando al atardecer, justo cuando a los conductores en sentido contrario les deslumbra el sol. Pero dejemos por hoy los reproches y vayamos a Rafa Morán, que estaba hablando con Miguel Paso tranquilamente a la hora de las cañas, como dije antes.
Ver a Rafa Morán me produjo una agradable sensación, por más que de primeras me confundiera con uno que se parece a mí y con el que no es la primera vez que me confunde la gente. No es que Rafa ande mal de la memoria, no, al parecer es cosa de la realidad: que tengo un doble. Pero enseguida se fijó mejor y ya me puso el nombre verdadero. A mi él, Rafa, se me ha dado un aire desde siempre a Felipe González, pero de momento no los he confundido nunca. A veces, la nostalgia del pasado, cada vez más lejano, juega a darnos sutiles felicidades veraniegas, como encontrarse con la gente que formó parte de una forma u otra de un tiempo considerado cada vez con más entusiasmo como glorioso. Ya lo he dicho en otros escritos de días anteriores: el verano en Béjar tiene mucho de esto. Son felicidades que se basan en lo pequeño, a veces las mejores que hay.
Rafa Morán hizo dos cosas importantes allende los años: ser el primer disjockey junto con Chema Diu de la historia de las discotecas de Béjar y abrir el Taver (creo que era con uve), en una zona de la villa en la que no había nada, convirtiéndose en algo cuando las discotecas empezaban a mostrar el declive que las llevaría a desaparecer. Estamos hablando de los años 70 y 80. (Hace inevitablemente mucho). A Rafa Morán le iban la música y la noche, con todas sus variantes y atractivos. No hay nada mejor en esos casos para los demás que beneficiarse colateralmente de dichas pasiones, porque algo (o mucho) de ello te acaba tocando. Rafa Morán y Chema Díu le ponían el alma al ambiente detrás de los cristales de la discoteca del Colón, donde los jovencitos acabábamos de descubrir en nuestra propia ciudad la mezcla de música del momento por grandes altavoces, las luces de todo tipo e incluso las no luces (yo me entiendo y quizá usted también), el baile y el punto de encuentro, con todo lo que aquello en su conjunto podía representar en las vidas recién estrenadas a todo tipo de pasiones. Cada uno de los que habitamos aquellos tiempos podríamos escribir un tomo de historias en las que Rafa Morán y Chema Diu aparecen de fondo, entre cristales, atareados moviendo discos en frenético quita y pon, con el cigarro en la boca y concentrados al máximo para que nosotros encadenáramos el ritmo de una canción y la siguiente casi sin darnos cuenta, fuera en los agarrados o en los lentos. Gran cosa aquella de tal dualidad.
Luego Rafa Morán abrió el Taver (sigo suponiendo que es con uve) y nos fuimos detrás con él, ya que nos había acostumbrado a la buena música que conocía y a los ambientes que creaba con ella. El Taver se convirtió en punto de encuentro de la gente joven en los años difíciles de tantas emociones de la Transición, por ponerle un nombre simbólico y genérico a un tiempo. Con el Carlos y la Taberna de Manolo, la zona de San Juan cobró una vida singular que nos ha marcado. Como si ya hubiera hecho lo bastante para ser simbólico en nuestras vidas, Rafa Morán se fue esfumando en otras cosas y en otros sitios, quizá a la par que nosotros también lo hicimos en cierta forma, asentando (más o menos) la cabeza por aquí o por allá. Y cuando eso pasa así, es decir cuando se asienta la cabeza, es cuando los símbolos de un tiempo, como Rafa Morán, empiezan a cobrar forma y a representar una etapa y una forma de vivir que están ahí inseparablemente unidos a nosotros, en nuestra invisible mochila vital, volviendo con los años a la memoria a través de los destellos personificados en esos tipos que tenían algún papel de fondo entonces y que al volverlos a ver, como yo vi a Rafa Morán en La Cerrallana con Miguel Paso el otro día, te viene el pasado con sus protagonistas, con su música, sus luces, sus ropas y todos los perfumes anímicos de que es capaz lo vivido, en lo que fueron los mejores tiempos de cualquiera. No porque no te vaya bien en el presente, sino porque era la pura juventud, con todo lo que eso significaba. Un tiempo irrepetible, si me permiten la obviedad.
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Qué bonito lo escrito! Y es cierto: que tiempo ese tan hermoso. Gracias a Fabián por recordarlo. Me quedo con ganas de más.
La reciente historia bejarana no debería olvidarse de personajes como Rafa Morán, Chema Diu, o Ricardo Fuentes (el asturiano), entre otros. Sin ellos todo habría resultado triste y aburrido.
Todo el mundo de aquella epoca se esfumo. nos quedamos cuatro, y que bien nos lo pasamos. Y la cantidad de chicas que me dijeron que no cuando aun se sacaba a bailar a las chicas, pero no cundia el panico, se me pasaba la depresion del rechazo cuando se acababan los lentos y empezaba las movidas, que eran los dos tipos de bailes que habia el suelto y el agarrao. Muy buenos recuerdos y creo que eramos buena gente, luego con el tiempo se nos retuerce el colmillo.Un diez para esa epoca.
Alguna vez me dijeron que si, y que bonito era el bailar lento con la chica que te gustaba.....
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