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Coronavirus y soledad: algunas reflexiones
Iván Parro
“Un virus es un trozo de ácido nucleico rodeado de malas noticias”
Peter Medawar
A todos los lectores mucho ánimo y fuerza en estos días difíciles.
Un recuerdo especial a todos aquellos que han fallecido por el COVID-19 y sus familias.
Un deseo para que los ingresado mejoren y que los recuperados no vuelvan a enfermar.
Un gracias merecido a todos los profesionales de cualquier ámbito o disciplina que en estos días procuran que no nos falte de nada, que estemos bien atendidos y que llevemos esta situación lo mejor posible.
El momento actual que vivimos es excepcional. Sufrimos una emergencia sanitaria global. Es un periodo de riesgo para todos. Por mucho que nos duela o no lo entendamos debemos respetar las recomendaciones, no sólo para evitar más contagios sino también por nuestra propia protección, la de nuestras familias, la de nuestros amigos. Por todos ellos quedémonos en casa (si no es imprescindible salir), aprovechemos ese tiempo que decimos no tener nunca para hacer lo que antes no pudimos. No seamos aliados del virus sino batallones de la solución.
Este maldito virus está trastocando en lo más profundo nuestras ciudades, nuestros modos de vida. Ya vendrán los tiempos y momentos para hacer evaluaciones, para entender y poner palabras a lo que está sucediendo, para volver a creer en nosotros, pero ahora nos piden otra cosa, otras acciones, y debemos respetarlas en la medida de lo posible si queremos que esto se pare y podamos volver a la normalidad cuanto antes. Por ello seamos responsables y hagamos caso: Quédate en casa.
Quería recordar en este momento de manera particular a quienes pasan este tiempo de emergencia en soledad. Hace poco leía en un titular: “Me asusta más la soledad que el coronavirus”, palabras de un anciano de 82 años cuya vida se ha visto alterada por la pandemia. ¡Qué desazón produce pensar que la soledad es mucho peor y más dañina que una enfermedad! ¡Qué congoja y desesperación deben sufrir aquellos que se vean en esta situación!
En otro titular se indicaba lo siguiente: “Ancianos en Alemania (aunque puede ser aplicable a otros tantos países del mundo): miedo al coronavirus y a la soledad”, en el cual explican las situaciones por las que pasan muchas personas mayores aisladas en sus casas y que viven esta pandemia con más miedo e inquietud de lo habitual.
La experiencia y vivencia de la soledad se va a agravar mucho más en estos días y quizá pueda afectar a mucha más gente; aún así hay medios y formas para intentar paliar o mitigar esa situación. Las tecnologías de la comunicación y de la información nos ayudan a ello. No dejemos (en la medida de lo posible) pasar en soledad a tantas personas estos días difíciles. Si ya es un desafío vivir en soledad lo es más con el riesgo y la certeza de que durante un tiempo no podrán recibir la visita de nadie, el contacto con nadie, la sensación siquiera de estar acompañados por nadie pues hay que quedarse en casa, hay que respetar las recomendaciones sanitarias, hay que evitar salir si no es imprescindible ni necesario.
A todos los que conocemos que estén o pasen estos días solos (ya sea por obligación, imposición o necesidad de cualquier tipo) procuremos acompañarles todo lo que podamos, bien a través de contacto telefónico, por videollamada, Whatsapp, redes sociales, correo, como sea. La soledad es una realidad a la que también podemos vencer. Estimo un recuerdo también obligado a todas las personas sin hogar o que pasan sus días en calle, muchas de ellas también lo hacen en soledad. Hoy cuentan con una triple necesidad: por estar en la calle, por ser posibles víctimas de la pandemia y por estar en soledad. Acordémonos de todos ellos también en estos días.
Y a todos los demás sigamos cumpliendo, respetando, compartiendo, aplaudiendo, leyendo, cocinando, escribiendo, amando, soñando, porque todo esto tiene que pasar y volveremos a la normalidad. Ojalá que sea con la idea que esto fue una mala pesadilla de la que despertamos sin más, pero con mucho acerca de lo que pensar, analizar, reflexionar y entender.
Hasta entonces, cuidaos mucho todos y cuidarnos también a los demás.
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