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La cometa 2: El arte reproduce una historia de crueldad
La escritora y fotógrafa bejarana, Amalia Hoya continúa hoy con una nueva sección en este semanario digital con el nombre de La Cometa. Amalia publicará sobre arte, literatura, fotografía, cine, etc con periodicidad quincenal. El primer artículo de La Cometa fue sobre el fotógrafo norteamericano Bruce Davidson
Amalia ha publicado recientemente la novela Obsesión en Venecia
EL ARTE REPRODUCE UNA HISTORIA DE CRUELDAD. AMALIA HOYA
Desde hace unos años, Málaga cuenta con un gran número de museos que merecen ser visitados por su importancia, como el ubicado en la antigua tabacalera, un edificio historicista construido en 1922 que empezó a funcionar casi diez años más tarde, con motivo de la gran demanda de tabaco que se produjo después de la primera Guerra Mundial. Esta fábrica cesó su actividad en 2002 y, a partir de 2004, las instalaciones pasaron a ser propiedad del Ayuntamiento que las dedicó a diversas actividades hasta que en 2014/2015 se convirtió en la sede del Museo Ruso de San Petersburgo. Desgraciadamente, esta sede no posee fondos propios, cambiando su colección de forma anual y semestral, ya que la legislación rusa no permite préstamos a otros países superiores a un año de duración. No obstante, merece una visita puesto que siempre habrá la oportunidad de ver desde iconos medievales hasta el arte más moderno, que muy bien podría incluir obras de Malevich, Kandinsky etc., por poner solo algunos ejemplos, ya que el patrimonio cultural ruso es inabarcable, además de una gran oferta de exposiciones temporales y otras actividades. https://www.coleccionmuseoruso.es/
Uno de los cuadros que más me impactó, y que espero siga todavía allí, es el titulado: “La boda en el palacio de hielo”, de Valery Jacoby, un antiguo soldado siberiano en la guerra de Crimea que acabó siendo pintor historicista y no de los mejores. La obra pues no llama tanto la atención por su calidad artística como por la historia que narra, así como por su enorme tamaño, lo que no es raro este tipo de pintura.
La acción se desarrolla en un palacio de hielo, como indica el título, y representa un hecho verídico: la boda de Mikael Alexeivich Golitsyn, un noble caído en desgracia y convertido en bufón de la corte, con la enana calmuca (etnia afín a los mongoles) Audokia Buzheninova. La organizadora de tan extraña boda fue Ana Ivanovna, sobrina de Pedro I el Grande y emperatriz de rusia entre 1730 y 1740, una mujer que tuvo fama de superar en crueldad los patrones ya de por sí elevados de la época.
Según cuentan, al enterarse Ana Ivanovna de que su bufona calmuca deseaba casarse, ideó esta boda despiadada, con la que conseguía humillar más aún al noble Golitsyn al casarlo con una mujer enana y de rango inferior y, al mismo tiempo, aprovechó la ocasión para convocar a todos los representantes de países extranjeros con el fin de mostrarles su poderío, puesto que a la boda asistieron integrantes de todas las etnias que configuraban Rusia y sobre las que ella gobernaba. Para la ocasión, mandó construir el primer palacio de hielo y obligó a los esposos a consumar su noche de bodas sobre una cama del mismo material.
La primera impresión que produce el cuadro, aparte del abigarramiento, es una aparente festividad y alegría. Vemos a un nutrido grupo de invitados que avanza en tropel, surgiendo del lado derecho del lienzo, hasta formar un grupo compacto y caótico en el que se mezclan personas y animales. Algunos de los invitados portan instrumentos musicales de gran tamaño por lo que casi podemos percibir el estruendo y la algarabía del extravagante cortejo, liderado por la figura oronda de Ana Ivanovna en el centro del cuadro, vestida con un traje amarillo. La figura baila, de manera estrambótica, siguiendo la música y su figura se contrapone a la del bufón disfrazado de conejo.
No tardamos en comprender que, esta alegría casi ebria no es más que un escarnio, cuando nos fijamos en la tristeza de la pareja de contrayentes, en la expresión abrumada del novio, en la lividez cadavérica de la novia; ambos, ateridos sobre su tálamo nupcial: una cama helada. La burla final queda subrayada por el personaje que les ofrece un abanico y que va envuelto en un cálido abrigo, hecho con las pieles de oveja que usaban los calmucos y, en esta ocasión, no permitido a los novios.
Esta historia cruel fue rescatada, en 1836, por Iván Lazhechnikov, famoso escritor de novela histórica, que la tituló: “La casa de hielo”, donde explica con detalle las costumbres de la étnica calmuca, así como las connotaciones políticas y sociales del suceso.
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El arte reproduce una historia de crueldad:
El articulo me ha parecido muy interesante e ilustrativo. En él, encontramos detalles sobre cultura y tradiciones de diferentes grupos sociales. Es una amplia mirada sobre hechos históricos, narrados en el pequeño espacio de seis párrafos... que nos proporcionan abundante información de lugares, acontecimientos y personajes de la historia, la literatura y el arte.
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