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El ciruelo de Pissard
Más conocido como “pruno” o simplemente “pisardi”. Sin embargo, he preferido utilizar para el encabezamiento del artículo, el nombre que incluye el apellido de su “descubridor” porque, sin el buen hacer de un jardinero, no gozaríamos hoy de este árbol. Sirva, pues, esta elección a modo de mi homenaje y reconocimiento a las personas que ejercen este oficio tan bonito.
Monsieur Pissard era un jardinero francés a quien, a finales del siglo XIX, el Shah de Persia contrató como jardinero jefe de sus jardines. Un día, se encontraba trabajando en los jardines del palacio de Tabriz, al norte del país, cuando vio que uno de los ciruelos tenía una rama con un color diferente. Era una rama con una mutación que se patentizaba en el color distinto de sus hojas, presentaban un tono rojizo-púrpura en vez de verde.
A M. Pissard, como buen jardinero, le picó la curiosidad y esquejó la rama “extraña”. Comprobó que los nuevos individuos, así obtenidos, seguían teniendo todas sus hojas rojizas. En una palabra, M. Pissard consiguió estabilizar una mutación y, voilà, se obtuvo la variedad de ciruelo a la que hoy dedicamos el artículo. En 1880, M. Pissard envió unas muestras de la nueva variedad “roja” a uno de sus colegas en Francia, el Sr. Paillet, desde donde se extendió su cultivo al resto de Europa y otros continentes.
El nombre científico del “pruno” es Prunus cerasifera Ehrh, que quiere decir más o menos: ciruelo que tiene frutos como cerezas. Fue determinado por Jakob Friedrich Ehrhart (1742-1795), un discípulo y amigo de Carlos Linneo. Nuestra variedad, encontrada como hemos contado años más tarde, recibió el nombre de Prunus cerasifera “Atropurpurea” Ehrh o su sinónimo Prunus cerasifera “Pisardii” Ehrh, denominaciones que aluden al color púrpura de sus hojas y a su cultivador original.
El ciruelo de Pissard es un arbolito que, de forma natural, tiene un porte arbustivo. Con poda o por estar injertado, puede presentar un aspecto más esbelto, por lo que se le puede utilizar como ejemplar aislado, en grupos o incluso para formar setos y bonsáis. Es una especie muy rústica, soporta bien los fríos y es muy fácil de mantener.
Su mejor valor ornamental es su floración, de la que supongo estarán disfrutando ahora. Aunque muy vista y conocida, no deja de ser espectacular.
La fragilidad y levedad que nos muestran sus flores, se une después a la sensación de transparencia que presentan las hojas al contraluz, durante sus primeros días.
Este árbol se convierte todas las primaveras en una manifestación de la delicadeza.
Más adelante, sus hojas ya crecidas, aportan contraste y sombra en los jardines y parques.
Pueden encontrar ejemplares de ciruelo de Pissard en el Parque de la Corredera (seis en concreto), en los jardines de la Plaza de Lidón, ejemplares aún muy jóvenes, y en Santana.
Descripción:
Arbolillo caducifolio que puede alcanzar los 8 m de altura, aunque normalmente no sobrepasa los 3 ó 4 m.
Su tronco presenta una corteza de color oscuro y poco agrietada o lisa. Su copa es amplia y redondeada.
Las hojas son simples, elípticas, con el borde finamente serrado. Están dispuestas de forma alterna sobre las ramas. Lo más característico es su coloración rojiza.
Las flores aparecen siempre antes que las hojas al inicio de la primavera, crecen solitarias aunque muy numerosas y son de color blanco rosado. El fruto madura a final del verano, es una ciruela (drupa) esférica de 2 a 3 cm. de diámetro, de color rojo al principio y luego negro.
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