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Carbónica Molina por boca de los Rodríguez
No hay más que revisar la historia de las gaseosas Molina, desde que abrió su pequeño local de 50 metros cuadrados en 1934 en la calle Mansilla de Béjar, para darnos cuenta que estamos ante una empresa que tiene el mérito de haber sobrevivido a la implacable competencia de la comercialización masiva de las grandes marcas
De cierta forma, aunque todos conozcamos la dinámica del mercado y la funesta ley que establece que los grandes se imponen alimentándose de los pequeños, que no es más que la ley que ha dado paso a los monopolios, a los bejaranos nos satisface pensar que al menos los Rodríguez fueron un hueso que no pudo ser roído. Esa aureola de optimismo, de eficiencia y de valentía a la hora de mantener un negocio, hace de Carbónica Molina un modelo a seguir por los emprendedores de hoy.
En la tarde de ayer tuve la oportunidad de conocer y sostener una animada charla con Evelio Rodríguez, en representación de la Sociedad, así como con dos de sus hermanos y un sobrino, todos Rodríguez y todos personas sencillas y amables. El tema: la Medalla la Ciudad, entregada en el día de hoy por el Ayuntamiento.
Ante todo, una pregunta de rigor. Si todos sois Rodríguez, ¿por qué Molina?
Molina es un apellido de nuestra familia que se perdió, pero nos siguieron llamando los Molina y ya en los años sesenta lo registramos como marca.
He estado revisando la historia de Carbónica Molina y me llama la atención el hecho de que haya sobrevivido. Vosotros habéis luchado durante mucho tiempo con una empresa pequeña que fue creciendo poco a poco y han logrado mantenerla. ¿Hubo algún momento desde 1934 a acá en que pensarais que ya no se podía seguir?
Ha habido años muy difíciles: la Guerra Civil, la postguerra, la II Guerra Mundial, cuando no había materias primas. No había nada. No había ni azúcar y la sacarina no había llegado a España. Pero logramos salir adelante. Momentos difíciles tuvimos después que construimos una nave y un derrumbe la demolió.
¿También lo fue la competencia?
Nosotros llegamos a sopesar si seguíamos o no por la competencia y las dificultades que enfrentan las pequeñas industrias, a las que no se les presta mucha atención. Pensamos cerrar la fábrica y continuar sólo como distribuidores de otros productos; pero llegamos a la conclusión de que no, de que íbamos a continuar con la fábrica.
Teníamos un potencial grande de clientes directos, entre 1 000 y 1 500, además de los que recibían nuestros productos a través de otros distribuidores. Si hubiéramos cerrado la fábrica habríamos tenido que comprar una gaseosa, ya que tenemos un servicio para la hostelería que comprende cerveza, leche, agua, todo lo necesario. Esa gaseosa la tendríamos que comprar a un tercero y decidimos invertir y que el sol saliera por donde quisiera.
Por lo que he podido percatarme, Molina es una marca reconocida fuera del entorno de Béjar…
Sí, lo es a nivel provincial y en otras de Castilla y León y Extremadura. Eso nos ha costado mucho trabajo y hemos hecho mucha publicidad a lo largo de los años y muchas acciones de promoción. La competencia ha sido brutal. Ha habido épocas en que venían a barrernos; pero éramos siete hermanos varones, jóvenes en aquellas épocas en que vinieron marcas muy conocidas de multinacionales en plan de arrasarnos. Y bueno, aquello nos engrandecía. Venían a por nosotros y eso nos hacía ver que éramos competencia fuerte para ellos. Lejos de detenernos, nos daba impulso para seguir.
Evelio, ¿en que año tomó usted la dirección de la empresa?
Al fallecimiento de nuestro padre en 1963. Nos constituimos en sociedad todos los hermanos y aportamos todo lo que pudimos. La herencia de nuestros padres fue la fábrica pequeñita con maquinaria antigua y manual. Ahora tenemos las nuevas naves en Béjar, una distribuidora en Plasencia y unos treinta trabajadores
Podíamos haber ampliado la zona en que vendemos directamente, pero hemos preferido dominar lo que ya tenemos.
La última ampliación fue montar una máquina que fabrica las botellas plásticas. Los costos se abarataron y podemos competir mejor. Por supuesto, hubiéramos preferido seguir envasando en cristal, que es superior.
Esa inversión nos ha cogido en otro momento difícil. Veremos si podemos aguantar….
Creo que si Carbónica Molina ha sobrevivido a las guerras y a la competencia de las multinacionales ya no se cae. ¿No cree usted que haya Molina para rato?
Eso no depende de nosotros sino de la tercera y de la cuarta generación que ya stá trabajando. Por falta de Rodríguez no será.
¿Esta Medalla de la Ciudad que les ha otorgado el Ayuntamiento es el primer reconocimiento a la trayectoria de Carbónicas Molina y al papel que ha jugado patrocinando la cultura y el deporte en la ciudad?
En el 2004 la Cámara de Comercio también nos dio una medalla, aunque ésta es la primera vez que lo hace el Ayuntamiento. Estamos orgullosos de que así haya sido, porque eso no da moral, estímulo para continuar. El reconocimiento a los 75 años de trabajo de una empresa pequeña como esta, con tantos avatares, estimula.
¿Tiene Carbónica Molina algún consejo que ofrecerle a los pequeños empresarios bejaranos que puedan ver cómo la tierra se les abre bajo los pies?
Por principio hay que tener una mentalidad de empresa. Nosotros hemos apostado por nuestro negocio pero poniendo en juego nuestro patrimonio. Lo que poseíamos lo hemos tenido que arriesgar. Muchas veces, para obtener un crédito, nos hemos visto obligados a poner nuestros bienes como garantía para obtener un crédito. Si no hubiese sido así no habríamos salido adelante. Lo otro es trabajar 25 horas diarias y madrugar una hora antes que los demás.
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Felicitaros como bejarano que soy. Habéis dado ejemplo de mantener vuestra empresa a base de tesón y trabajo y eso os engrandece. Felicito al Ayuntamiento por lo acertada que ha sido la concesión de esta medalla de oro de la ciudad y confío que vuestros descendientes sepan dar más empuje, si cabe, a esa fábrica de gaseosas tan bejarana.
Os felicito, nuevamente, y que cunda vuestro espíritu emprendedor, tan necesario en nuestro Béjar.
Mariano.
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