Ramón HernándezRamón Hernández, quien fuera durante los dos últimos años Consejero de Trabajo y Asuntos Sociales de la embajada española en Lisboa, valora la importancia económica y cultural con el país vecino.

No es menos cierto que la cercanía geográfica de Portugal es un elemento a tener muy en cuenta en los planes de desarrollo de Béjar. En noviembre de 2007 tuvo lugar en Lisboa una jornada de presentación de la oferta turística bejarana con la participación del Ayuntamiento, la Cámara de Comercio, Embeco y empresas como Gecobesa y el Rincón de la Condesa; periodistas de los medios portugueses han recorrido nuestra comarca para relatar sus opciones turísticas y la ciudad ha estado presente en otros encuentros promocionales como la Bolsa de Turismo de Lisboa. Sobre estos esfuerzos y sus perspectivas, Béjar. biz entrevista a Ramón Hernández en su Laboratorio de Física de la Escuela de Ingenieros.

¿Cree usted que los territorios fronterizos de Portugal tienen una relevancia especial como mercado natural de Béjar?

Naturalmente, pero no sólo para Béjar sino también para nuestra provincia y otras en la misma situación. Tampoco es posible hablar exclusivamente de mercado, porque es preciso tomar en cuenta, además, otros lazos históricos y el intercambio cultural o deportivo. Recientemente se celebró la Cumbre Hispano-Portuguesa en Zamora, que fue una muestra de las excelentes relaciones entre ambos países y que, lógicamente, da una idea del marco propicio para el incremento de todo tipo de intercambio.

Los nombres de algunas poblaciones portuguesas se escuchan en Béjar más que otras. Es el caso de Guarda. ¿Opina que una eventual estrategia comercial coherente deba dirigirse a los núcleos más próximos?

A mi modo de ver, que los turistas portugueses lleguen a la Covatilla, que muchos se hospeden en nuestros hoteles y coman en nuestros restaurantes, no es suficiente. Béjar debe saber recibirlos, porque de eso depende que se sientan lo suficientemente bien como para volver. Es una técnica de esa industria, que a veces depende de detalles: el menú en su idioma; personas que se relacionen con ellos; una banderita de Portugal en la mesa o una bandera en la fachada del hotel

A mi juicio, es necesario conquistar, sobre todo en materia de turismo, a los grandes centros urbanos. Esto no significa que la zona más próxima se excluya, todo lo contrario. Hay que recordar que Béjar y Guarda están hermanadas desde los años ochenta y eso es algo que no se puede olvidar.

El tiempo que estuve conviviendo con los portugueses me permitió observar una característica interesante: la movilidad. Ellos se desplazan sin muchos problemas y no es nada excepcional que alguien en Lisboa te invite en la tarde a en Madrid. Por eso creo que la oferta turística de Béjar, si logramos difundirla, estaría al alcance de todos. Por otra parte, son los grandes centros urbanos donde se concentra las mayores potencialidades, tanto turísticas como de cualquier otra índole..

¿Podría considerarse que lo hecho hasta ahora ha dado frutos o estamos hablando de una idea de futuro?

Los ha dado. Tal vez la mejor muestra es la cantidad de personas que vienen a esquiar desde Portugal. No puedo dar una cifra precisa, pero, quizás, la mitad de los esquiadores que suben a La Covatilla, sobre todo los fines de semana y festivos, son portugueses. Es una cantidad considerable de personas que pudieran tener otra acogida. Siempre se ha hablado de atraer el turismo y de lo que podría esto significar para la economía local. Sin embargo, los portugueses vienen y a muy pocos aquí se les ocurre hacer ciertas cosas que tiendan a fidelizar ese mercado, que en este caso, no es potencial sino objetivamente real.

Por otra parte, y ajenas al turismo, están las relaciones comerciales entre las pocas empresas textiles que nos quedan y la localidad de Covilhã. Siempre existió una relación entre el textil bejarano y Portugal; pero ahora Covilhã está supliendo la inexistencia en Béjar de algunos procesos fabriles.

¿Sostiene el criterio de que la ciudad no ha identificado la importancia de ese flujo turístico o piensa que no ha sabido aprovecharlo?

A mi modo de ver, que los turistas portugueses lleguen a la Covatilla, que muchos se hospeden en nuestros hoteles y coman en nuestros restaurantes, no es suficiente. Béjar debe saber recibirlos, porque de eso depende que se sientan lo suficientemente bien como para volver. Es una técnica de esa industria, que a veces depende de detalles: el menú en su idioma; personas que se relacionen con ellos; una banderita de Portugal en la mesa o una bandera en la fachada del hotel. Que se sientan como en casa, al poder asistir, digamos, a un concierto de fado, y que se encuentren, a su vez, con el interés por mostrarles nuestra propia cultura.

La cultura es una expresión del espíritu de los pueblos. Si uno va a México, en los hoteles no faltan los espectáculos folclóricos y, sin ir más lejos, en Sevilla el flamenco es el protagonista de la noche. ¿En qué dimensión valora la cultura como parte de ese necesario intercambio?

Es imprescindible, porque refleja lo propio. Es algo que habría que tener presente siempre. Por otra parte, pienso que ese intercambio debe fortalecerse también con las universidades. Tendríamos que motivar a los jóvenes universitarios de uno y otro lado para que se vinculen; ya sea a través de becas, cursos u otras iniciativas. Eso, indudablemente, también crearía un nexo con repercusiones en la economía local.

¿Algo más fuera de mis preguntas?

Quiero añadir que los años de trabajo en la embajada española en Lisboa me permitieron crear un marco de relaciones en diversos niveles de la sociedad, que hoy podrían contribuir a facilitar esa relación intercultural. No puedo menos que ofrecer esa experiencia, como puente, a todo aquel que apueste por Béjar y Portugal