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Agradecimiento desde el dolor
Por Cipriano González
Han pasado tres días y me parecen una eternidad. Siento en lo más profundo de mi alma el dolor de la pérdida de mi hijo Amable y siento que me va a costar mucho tiempo y mucho esfuerzo pasar esa página de mi vida, lo sé, pero desde esas mismas profundidades siento la necesidad de agradecer a todos los bejaranos y las bejaranas, y a tantas personas que desde la cercanía a Béjar o desde la lejanía se han sentido unidos a nosotros en estos terribles momentos.
Sé, por mi familia y mis amigos, que muchos de los que vinieron con la intención de acercarse a nosotros y tratar de consolarnos con su palabra o su presencia, no lo lograron. Lamento profundamente que ese esfuerzo no diera resultado, pero amigos, no había ni tiempo material ni había corazón que lo soportase, os pido disculpas por ello, pero permitidme que os diga que os lo agradezco de todo corazón. No puedo contar los telegramas, cartas, correos electrónicos y mensajes que hemos recibido. Gracias a todos. Os contestaré.
En estos difíciles momentos, cuando uno no le encuentra sentido a la vida, a la tarea diaria, a lo cotidiano, cuando todo se vuelve negro y solo deseas que pase la noche a ver si ocurre algún milagro por el día, es en esos momentos cuando uno siente lo que hay mas abajo de la epidermis, de lo que sólo se ve a simple vista y hoy, a pesar de mi dolor y del de los míos, os digo a todos que me siento orgulloso de vivir en esta ciudad y de regir a unas gentes capaces de dejar todo para buscar ayudar al que sufre. También quiero manifestar que me siento orgulloso de mi familia, unida en el dolor como pocos días antes estuvo unida en la felicidad de la boda, pero permitidme una confesión: me siento mucho más orgullosos de mis amigos, de todos, que desde el primer momento del óbito supieron qué había que hacer y cómo había que hacerlo, para que el tránsito que tendríamos que pasar fuera mucho más llevadero. Aun hoy que lamentablemente todavía no ha terminado, me emociona solo pensarlo. Nos os olvidaré nunca, amigos.
Y quiero agradecer a la Guardia Civil, a los Bomberos de Béjar, a los servicios sanitarios, y a la empresa Casas y Viviendas Cabrera para quien, desde el principio de su vida laboral estuvo siempre trabajando mi hijo Amable, el que hayan sido capaces de ir resolviendo todos los problemas, que no son pocos, para devolver la normalidad a la realidad.
Marisol, Jorge, Susana y Lala de un lado, junto a Pili –gracias hija-, y Eva ya definitivamente parte de mi familia, os digo que nos queda un largo y duro camino que recorrer, pero hemos puesto las bases para hacerlo en equipo, como los buenos. Estoy seguro que venceremos las flaquezas, que las tendremos, pero juntos, con la familia de Eva -Chan, Aurora y el resto-, allá donde estés Amable y seguro que nos estarás mirando, comprometo no defraudarte, hijo, en aquella ilusión a la que tú siempre me animaste, en la lucha por hacer que esta ciudad sea un poco más justa, eso sí compañero, desde donde estés tienes que arrimar el hombro ¡Lo harás, ¿verdad?! Un beso, hijo.
Con todo el cariño de tu padre.
Siempre estarás en mi corazón.
Cipriano González Hernández, padre de Amable González Ramos
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Si dijera que no me he emocionado leyendo estas líneas, mentiría. Ellas dejan ver a un padre destrozado por la ausencia de su hijo (¿quién no lo estaría?), que trata de sacar fuerzas de la flaqueza para seguir adelante, apoyando y apoyándose en su familia y amigos más cercanos. Y también dando a entender que retomará lo antes que pueda las riendas de la ciudad que le eligió como alcalde y que se ha volcado con esta familia, compartiendo su dolor desde que supo la fatal noticia.
Parafraseando a Tagore, este hombre llora porque ha perdido el sol, a su hijo Amable, pero lucha para que sus lágrimas no le oculten las estrellas, las estrellas de esa vida que sigue adelante y que, sin lógica aparente, descuelga a quien le parece y cuando le parece.
Cipri, Marisol, Eva..., tened valor, porque lo vais a necesitar en los momentos durísimos que os quedan por vivir a partir de ahora y en los que tendréis que aprender a aceptar la ausencia de vuestro hijo, hermano, marido. No va a ser nada fácil, pero contaréis con la comprensión y el apoyo de muchos bejaranos que, de corazón, sentimos lo que os ha pasado.
Un fuerte Abrazo.
Javier R.
El pasado martes fue un día triste para muchas personas. En mi caso, la cercanía y las
circunstancias lo convirtieron en uno de los días más tristes de mi vida. Pero también
fue el día en que comprendí el significado y el contenido de la palabra SOLIDARIDAD.
Nuestra condición humana nos permite elaborar ideas que sostenemos con los débiles
hilos del pensamiento; pero estamos sujetos de manera irrenunciable a nuestro sustrato
animal, y necesitamos percibirla con los sentidos para que esa idea pase a formar parte
de nuestro “yo” más íntimo. Y el pasado martes pude oler, oír, palpar, ver y hasta
paladear el agridulce sabor de la solidaridad. Y fue en la tarde del martes, en el velatorio
de Amable.
Ví a cientos de personas en una fila interminable, ordenada, silenciosa, esperando para
llegar hasta Cipri y su familia. Sabía los nombres de muchos de ellos, otros eran caras
anónimas que había visto en la cola del supermercado o en el paseo por la Calle Mayor;
otros eran totalmente desconocidos. Pero ví sus rostros y leí en sus ojos, y todos
llevaban en la espalda una enorme mochila vacía, donde esperaban cargar una parte de
vuestro dolor. Y los ví salir después, con esa mochilla llena. Y ya no pude leer en sus
ojos, porque estaban tan anegados de lágrimas como los míos.
Creeme, compañero: si tu dolor fuera limitado y mesurable, habría desaparecido en
minutos, porque cada uno de tus amigos y cada uno de tus vecinos se hubiera llevado
todo el que pudieran soportar.
Nada puede mitigar tu pena, pero abre tu inmenso corazón, y siente la solidaridad de
todos los que te queremos. Apóyate en nosotros, que siempre estaremos a tu lado para
caminar contigo.
Un abrazo de un amigo.
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