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A propósito de las opiniones de Ana Verdejo sobre la villa El Bosque y el Parador de Béjar
bosque jardinCon estas breves líneas me gustaría hacer algunos comentarios al hilo de las interesantes reflexiones que hizo Ana Verdejo en este Foro en torno a los valores de la villa El Bosque y el proyecto de un Parador para Béjar.
En primer lugar, me presento. Soy José Muñoz Domínguez, miembro del Grupo Cultural San Gil y del Centro de Estudios Bejaranos. Como muchos sabréis, he dedicado los últimos quince años de mi vida a estudiar esta villa suburbana y sigo en ello. Cualquiera puede leer mis trabajos acerca de El Bosque y otras villas y jardines de su época en diversas publicaciones y comprobar que hablo con conocimiento de causa.
En líneas generales, estoy de acuerdo con las opiniones de Ana Verdejo. Todos queremos un Parador de Turismo en Béjar y las discrepancias se centran en el lugar elegido. Pero me temo que no sólo se trata de discrepancias, pues, por una parte, el asunto del Parador se está vendiendo ante la opinión pública como un asunto urgente, casi de vida o muerte, de ahora o nunca, de lo tomas o lo dejas. ¿Por qué es tan urgente incluir el Parador en los presupuestos de este año? O más bien, ¿para quién es tan urgente? Lo cierto es que la partida correspondiente al Parador de Béjar se puede incluir en los presupuestos del año que viene o del siguiente, lo que permitiría trabajar entre todos sin precipitarnos en una elección errónea y sin salida, haciendo bien las cosas. Tal vez no sea la mejor opción para nuestros políticos, pero sí lo es para el interés público.
Por otra parte, quisiera insistir en la imposibilidad legal de construir un Parador en el Prado Bajo de El Bosque. No lo permite la doctrina internacional sobre Patrimonio suscrita por España (como la Carta de Florencia, relativa a los jardines históricos) ni nuestras leyes (particularmente la Ley del Patrimonio Histórico Español y la Ley del Patrimonio Cultural de Castilla y León) ni el específico Plan Director de El Bosque (vigente desde 2001 y de obligado cumplimiento) ni el Plan General de Ordenación Urbana de Béjar. Y esto lo saben de sobra nuestros políticos, pero por alguna razón siguen mareando la perdiz.
Discrepo de las valoraciones de Ana Verdejo cuando dice que El Bosque no fue la mejor villa de recreo de su época y la compara con la de Abadía. La villa de Sotofermoso en Abadía es un magnífico ejemplo de villa MANIERISTA (difícilmente pudo proyectarse antes de 1568-1573 y no estaba terminada en 1575), realizada para el duque de Alba con elementos directamente traídos de Italia (concretamente del jardín de Luis de Toledo en Florencia, desmantelado hacia 1573) procedentes del taller de Francesco Camiliani. En cambio, El Bosque es una villa suburbana RENACENTISTA (de ahí su sobriedad y su ausencia de teatralidad, lo que en nada disminuye su valor monumental), anterior a la de Abadía en bastantes décadas: habría sido iniciada con su “bosque, casa y estanque” antes de 1488 por Álvaro I, continuada –y probablemente reformada- por Francisco de Sotomayor antes de 1540-1544 (cuando consta la terminación del cubo del desaguadero del estanque y la planta baja del palacete), ampliada por Teresa De Zúñiga antes de 1555 (al incorporar en la villa el imprescindible parque venatorio: el Prado San Juaniego o Prado Bajo) y terminada por su hijo, Francisco II, entre 1567 y 1583. Por tanto, no son comparables. O mejor aún: ambas son incomparables.
Otra puntualización que a muchos les parecerá excesivamente puntillosa, pero que considero esencial para valorar El Bosque en su justa medida, es la adscripción tipológica, pues en este aspecto no sólo es única, sino además pionera en su género entre las villas españolas y una de las más antiguas de Europa. El Bosque es una villa suburbana con desarrollo aterrazado axial (es decir, dispuesta en terrazas sucesivas ordenadas por un eje de simetría) que sigue casi literalmente las prescripciones del tratadista Leon Battista Alberti, formuladas hacia 1452 y puestas en práctica por vez primera en la villa medicea de Fiésole, cerca de Florencia (realizada entre 1455 y 1461).
Desde esta primera villa renacentista se puede seguir una secuencia cronológica y tipológica de obras situadas en la órbita de los Médicis o relacionadas con ellos, como la villa aragonesa de Poggio Reale en Nápoles (entre 1484 y 1495, ya desaparecida y con sorprendentes puntos en común con El Bosque), la villa de Poggio a Caiano (1485-1545), el Cortile del Belvedere (1506-1565) entre los Palacios Vaticanos y la villa homónima, la Villa Madama en el Monte Mario de Roma (1516-1527) y la villa medicea de Castello (1538-1595), las dos últimas ya con incipientes rasgos manieristas.
Fuera de Italia existen muy pocos ejemplos de tal tipología (algunos jardines del Valle del Loira, en Francia, y villas portuguesas como la Quinta de Bacalhoa), por lo que todavía resulta más sorprendente encontrar un conjunto tan amplio y completo como El Bosque, iniciado a finales del siglo XV y realizado en sus partes esenciales en los mismos años en que comenzaban los trabajos en la villa medicea de Castello. En este punto cabría recordar el parentesco que unía a los Médicis con los Toledo y con los Zúñiga a través de la española Leonor de Toledo, casada con el Granduca Cosme de Médicis en 1539, hija del virrey de Nápoles, Pedro de Toledo, y bisnieta del duque de Béjar, Álvaro I.
Por lo tanto, El Bosque está relacionado con un determinado tipo de villa italiana y tiene poco que ver con los jardines y casas de la nobleza española de su época. Tampoco puede comprenderse en relación con las obras reales de Felipe II (como la Casa de Campo o La Fresneda), pues fue concebida muchos años antes, aunque los trabajos no concluyeran hasta 1583.
Además, el estanque de El Bosque (no “azud”), fue pionero en España al utilizar por vez primera el sistema “holandés” de doble muro y relleno de tierra (anterior a los estanques del período filipino realizados por ingenieros de los Países Bajos) y también el primero del Renacimiento en utilizar contrafuertes (anterior al llamado Mar de Ontígola de Aranjuez) ¿Quién pudo proyectar una villa de estas características en España antes de 1540? La documentación ha proporcionado los nombres de sus artífices en la última fase de las obras, como Rodrigo Alonso y Pedro Romero, pero es probable la participación de notables maestros de cantería como Pedro de Marquina y Diego de Torres (activos en Béjar entre 1567 y 1575) o el hidráulico Juan de Flandes (entre 1568 y 1574).Todavía no sabemos quién fue el autor intelectual del proyecto, sin duda un arquitecto importante que conocía bien las ideas de Alberti y las obras mediceas, quizás un italiano.
Considerado el alto valor de la villa El Bosque y la imposibilidad legal de construir en ella un edificio como el que se pretende, quisiera terminar con las propuestas alternativas para que Béjar pueda tener el mejor Parador posible. Ana Verdejo aporta buen número de posibilidades con las que estoy plenamente de acuerdo, pero creo que sería injusto pasar por alto que tres de ellas habían sido planteadas por el Grupo Cultural San Gil hace muchos meses.
El 7 de marzo de 2006, concretamente, esta asociación organizó junto a Hispania Nostra un acto informativo en la Escuela de Jardinería y Paisaje Castillo de Batres de Madrid que poco después se repetiría en Béjar. En ambos actos se desarrollaron argumentos parecidos a los que antes expuse y se presentaron hasta seis propuestas alternativas para ubicar el Parador de Béjar: el Palacio Ducal, la Real Fábrica de Paños de Diego López y el Obrador de Arias (con la posibilidad abierta para ocupar otros predios industriales), el inmenso Albergue de Llano Alto, la finca de Calzada contigua a El Bosque, el Tomillar de El Bosque en Montemario y el Tomillar de Navahonda, también en Montemario. Tales propuestas, desarrolladas por escrito y acompañadas de abundante información gráfica, figuran en un voluminoso dossier que ha sido entregado a aquellos responsables técnicos y políticos que han accedido a entrevistarse con representantes de San Gil y de Hispania Nostra, como los directivos de Turespaña, el alcalde de Béjar y el Director General de Patrimonio de la Junta de Castilla y León. Seguimos a la espera de poder hacer lo mismo con el ministro Caldera y con la Consejera de Cultura Clemente, que todavía no se han dignado a recibirnos.
En conclusión: no nos precipitemos, hagamos bien las cosas sin tener en cuenta las particulares prioridades de los políticos de cualquier color y pelaje. El interés público -en este caso el equipamiento turístico y la conservación del Patrimonio- debe estar por encima de ellas.
José Muñoz Domínguez
- que desesperación Dios
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