Bajo licencia de Creative Commons.
36 La Cometa: Inteligencia artificial
Amalia Hoya
En estos tiempos muchos nos preocupamos por los logros infinitos de la inteligencia artificial que, según dicen, podría suplantar e incluso sustituir al ser humano, si es que estamos dispuestos a creer en la posibilidad de una distopía estilo Hollywood. A pesar de que no soy experta en el tema ni conozco bien el alcance de las posibilidades de la IA, no dudo de su eficacia ni de que, manejada a capricho y sin control, pueda llegar a ser un arma muy poderosa e incluso terrorífica, especialmente, en el campo de la ciencia y de la tecnología.
Ya estamos viendo en la guerra de Ucrania el uso de drones y robots-soldado capaces de hazañas increíbles, cuya ventaja es que evitan pérdidas humanas, lo que es de agradecer, aunque su utilidad podría ser cuestionable e incluso tenebrosa si la analizamos con más profundidad. Las guerras sin excepción son crueles, sanguinarias, injustas y despiadadas y, con demasiada frecuencia, los soldados cometen barbaridades siguiendo las órdenes de la cadena de mando o bien, amparados en el anonimato del grupo da igual la bandera que los cobije. Sin embargo, queda la esperanza de que alguno de ellos no secunde las acciones reprobables que las circunstancias le obliguen a seguir y se comporte como un ser humano capaz de sentir empatía, piedad, solidaridad y el dolor ajeno igual que si fuera propio, porque en las guerras también se han dado y se dan casos así, aunque no sea lo más usual. En cambio, esos robots o drones que llevan en su programa la orden de aniquilar jamás serán capaces de desobedecer las órdenes o de experimentar un ápice de humanidad, con lo que la devastación que causarían podría ser total.
La capacidad de sentir, dudar, cambiar de opinión, elegir entre diferentes alternativas y desobedecer las órdenes es lo que nos hace humanos e imprevisibles, alejados de la perfección y de la frialdad de la máquina. y mi deseo es que este sea el punto en el que falle la IA.
Por ceñirme a un solo campo, el de la literatura, no dudo que la IA sea capaz de escribir libros con facilidad pasmosa y en poco tiempo, pero inventar una historia o rimar un poema no consiste en poner una palabra detrás de otra. Escribir es fácil, pero la creatividad es muy distinta.
Desde el momento en que aparecieron las primeras escrituras, entre el 6000 al 1000 a. de C. en Mesopotamia y más tarde en Egipto, se pone de manifiesto la necesidad del ser humano de dejar huella gráfica imitando los sonidos del habla. Al principio, estos registros incipientes se usaron con el fin de llevar la contabilidad de las cosechas y del ganado, pero no tardaron en utilizarse para narrar las hazañas de dioses y reyes como ejemplo, uno de los registros más antiguos, el Poema de Gilgamesh (2500-2000 a. de C).
La escritura comenzó en forma de pictogramas, pequeños dibujos que imitaban a la realidad, lo que dio lugar a la escritura cuneiforme escrita sobre tablillas de barro secadas al sol. Poco a poco, estos signos se volvieron más abstractos y dieron lugar a los ideogramas, que a su vez evolucionaron y se agruparon hasta constituir un sistema silábico como el de los jeroglíficos, entre otros.
En el siglo XI a. de C. los fenicios inventan el primer sistema alfabético, formado solo por veintidós consonantes y signos diacríticos al que los griegos añadirán las vocales y, a partir de ahí, todos los pueblos y culturas se esforzaron por dejar huella escrita de su historia, creencias, pensamientos, ideas y manifestaciones del espíritu. Un proceso continuo e imparable constituido por millones de palabras, recogidas en infinidad de soportes y conservadas a salvo de la barbarie y de la destrucción en las bibliotecas, tanto públicas como privadas, y también, en la mente de los lectores, a los que las palabras escritas influyeron y dejaron huella para siempre.
La IA puede acceder con facilidad a todo este conocimiento almacenado y clasificado, y reutilizarlo a su vez para “crear” nuevas obras con mayor rapidez de lo que podría hacerlo un ser humano. Pero no creo que, para la IA, sea tan sencillo escribir como redactar textos administrativos, jurídicos, científicos, publicitarios, manuales de instrucción, libros de texto, etc.
La literatura creativa no se nutre únicamente de palabras o del conocimiento almacenado, tampoco plagia, copia, mezcla, ni imita obras de autores del pasado; sino que, además de hacer uso de los conocimientos adquiridos y de una fantasía infinita, bajo la trama de cada novela, poema, relato y obra teatral percibimos palpitar las vivencias, experiencias, sentimientos y razonamientos de sus autores; es decir, la sustancia íntima y el latido del alma de cada escritor y da igual que el libro no sea autobiográfico. Por eso la buena literatura es capaz de emocionarnos, de atraparnos y, al mismo tiempo, estimula la imaginación y saca a flote los deseos, emociones y sueños que anidan en el subconsciente de los individuos y que son privativos de los humanos. Algo muy alejado y difícil de conseguir para cualquier máquina o software por sofisticado que sea, ya que solo podrá nutrirse de lo que ya existe, pero nunca será capaz de desarrollar nuevas ideas capaces de experimentar y comprender sentimientos profundos ni provocar emociones.
Madrid, abril 2024
- PERO COMO SE VA HA RESPETAR
hace 1 semana 7 horas - ¿Quién quiere fundar un
hace 1 semana 7 horas - A qué estos tres comen
hace 1 semana 20 horas - A usted le escuece algo que
hace 1 semana 2 días - Da verdadera grima comprobar
hace 1 semana 2 días - En un comentario anterior
hace 1 semana 3 días - Sr. Dominguez: Las personas
hace 1 semana 3 días - Estos ecologistas de salón
hace 1 semana 3 días - No quiero nada suyo, gracias.
hace 1 semana 3 días - Lo que usté diga. Quédese
hace 1 semana 4 días
Enviar un comentario nuevo