Bajo licencia de Creative Commons.
33 La Cometa: Vivían Maier y la teoría del espejo
Desde 2016 he colaborado también con la revista Moon Magazine enviando artículos de fotógrafos famosos y, hasta el momento, he reseñado dos trilogías: la anglosajona (dos americanos y un inglés) y la española, que aún no he completado.
El primer trabajo se tituló Bruce Davidson, un fotógrafo humanista (oct. 2016); el segundo, Terry O’Neill: el fotógrafo que encontró su destino junto a las estrellas (febr. 2017) y ese mismo año envié otro más, quizá animada porque entonces exponía mis propias fotografías en diversas salas de Madrid, (ahora solo me dedico a escribir libros), Este se tituló: Philippe Halsman: La sorpresa y el ingenio como estilo de vida. (abr. 2017).
La trilogía española comenzó con el titulado Isabel Muñoz: entre la sofisticación y la antropología. (sept. 2018), luego la pandemia interrumpió los envíos hasta noviembre 2022 que retomé los artículos con el dedicado a Chema Madoz: fotógrafo conceptual. Tengo previsto completar la trilogía española con Cristina García Rodero, algo que haré en otro momento.
Hoy voy a escribir acerca de VIVIAN MAIER, pues al repasar mi archivo de fotos, me he dado cuenta de que tengo una gran cantidad de autorretratos, lo que no es nada original, puesto que la he imitado y me ha inspirado en ella. Y la predilección de Vivian Maier por el autorretrato me ha llevado a establecer una especulación sobre la simbología del espejo que expondré al final, antes diré brevemente quién era esta fotógrafa que fue desconocida mientras vivió.
3VIVIAN MAIER (Nueva York, 1926 – Chicago, 2009). Una fotógrafa autodidacta de origen judío que ejerció de niñera en Chicago, la ciudad donde vivió la mayor parte de su vida. Alternó la profesión con su pasión por la fotografía, que nunca aprendió de manera oficial, aunque llegó a hacer más de cien mil negativos que no enseñó a nadie, porque su situación económica era muy precaria y jamás las reveló.
Murió en la indigencia y parte de su archivo se encontró por casualidad en una subasta: el contenido procedía de un guardamuebles en el que nadie pagaba las cuotas. Lo compró una persona que quería escribir un libro de la historia de Chicago y, al ver lo que contenía, decidió revelar algunas fotos y venderlas en Internet. Allí las vio un historiador de la fotografía que le alertó de la importancia y calidad del hallazgo y le impulsó a investigar su procedencia. Gracias a la tienda que vendía el material fotográfico, encontró a la familia para la que trabajaba Vivian Maier, lo que le permitió recuperar dos cajones con 100.000 negativos sin revelar, perfectamente ordenados y clasificados. Las fotografías, algunas hechas en Francia, donde vivió cuando era más joven, o en Egipto y la India, sus únicos viajes, mostraban en la mayor parte escenas callejeras de Chicago y Nueva York, entre 1950 y 1990 y, a pesar de que todo este material no se dio a conocer hasta 2010, hoy se exhibe en muchos museos.
4Desgraciadamente, ella no vivió para verlo, pero inmediatamente se convirtió en un referente de la fotografía callejera. Además de retratar a cualquier tipo de individuos que veía en la calle: mujeres, hombres, ancianos, mendigos, niños, etc. también fotografiaba edificios, relieves y elementos arquitectónicos, mobiliario urbano, estructuras, formas geométricas y cualquier cosa que llamara su atención en su continuo deambular por las calles de Chicago, siempre acompañada por su cámara de fotos Rolleiflex. Destaca especialmente, la gran cantidad de autorretratos que se hizo, captados en escaparates, retrovisores de automóviles, espejos y superficies brillantes, e incluso, su propia sombra proyectada en el pavimento o en los muros.
Vivian Maier fue una mujer solitaria, sin amigos, pobre y no muy agraciada, y quizá por eso buscaba en su reflejo la esencia de su naturaleza verdadera. Puede que se preguntara quién era en realidad o, simplemente, deseara que un duplicado de ella misma certificara su existencia real en el mundo.
5Y es que la fascinación de Vivian Maier por la imagen en el espejo es algo que muchos compartimos: nos miramos en el espejo y el espejo nos mira en un afán por encontrarnos a nosotros mismos, o al otro que también somos, intentando captar nuestra esencia y la imagen que damos a los demás. Para lograrlo, nos escudriñamos a hurtadillas cuando pasamos delante de los escaparates, en los cristales o superficies pulidas e incluso, igual que Narciso, también en el agua, aun a riesgo, no tanto de morir como le ocurrió a él, pero sí de perder la noción de lo que somos a fuerza de buscarnos en un reflejo distorsionado de la realidad.
Según el psicoanalista Jacques Lacan, entre los seis y los dieciocho meses de vida aparece lo que él llama el estadio del espejo, es decir, el niño es consciente de su corporeidad mediante la identificación que hace de sí mismo con la imagen proyectada en el espejo, símbolo de la representación de una realidad ficticia y aparente, ya que, las superficies pulidas ofrecen una imagen no idéntica, sino invertida de nosotros mismos, de nuestro entorno y hasta puede que de la vida misma.
En la literatura hay muchas obras y poemas que tratan sobre los espejos. Para Jorge Luis Borges, que solía dejarse retratar en ellos, o con ellos, son una ventana abierta a la perpetuidad, donde objetos y personas se repiten de manera infinita. Además, él creía en la existencia de los espejos oscuros que devienen en sombras al reflejar la conducta negativa que habita en el interior de cada ser humano y solo el espejo puede desvelar. Por poner otro ejemplo, también Enrique Vila Matas, en su libro Mujer en el espejo contemplando el paisaje, propone que el interior desde donde se mira y el exterior que se refleja producen una serie de imágenes reales e invertidas capaces de reproducirse hasta la saciedad.
Pero como no creo estar a la altura de ninguno de ellos y tampoco se trata de estarlo, mejor llevaré estas teorías a obras de menor importancia, como pueden ser los cuentos infantiles, donde la idea del espejo y lo que simboliza suele estar muy presente. Por ejemplo, en Alicia a través del espejo, continuación de Alicia en el país de las maravillas, la protagonista ve en el espejo el reflejo de un mundo real, pero totalmente deformado, apenas una representación de lo que la realidad es. Igual sucede en otros cuentos infantiles menos sofisticados. En Blanca Nieves, cuando la madrastra se mira en el espejo para saber si hay una mujer más bella, la pregunta la dirige en realidad a su propio ego que, en el cristal, se ha convertido en un ente ficticio producto de su imaginación, (otra vez el espejo oscuro de Borges); sin embargo, ella intuye que el ser maligno que habita en el vidrio es equiparable a la fuerza de su deseo y tiene el poder suficiente para revertir una realidad que no la beneficia en absoluto.
El artículo no pretende profundizar en la simbología del espejo, sino deducir, según mi criterio, el motivo de la pasión y la necesidad que Vivian Maier sentía por la duplicidad de su imagen.
Terminaré diciendo que, desde que vi la obra de esta fotógrafa hace ya muchos años, cuando yo cursaba las clases de fotografía profesional, enseguida me contagió su obsesión y también he hecho del autorretrato mis señas de identidad; especialmente, en mi perfil de Facebook donde lo cambio con frecuencia.
Septiembre 2023
- Otra estupidez de quien no
hace 11 horas 18 mins - Ante la noticia del cierre
hace 11 horas 30 mins - ¡Aaaaamiigooo! Nuestro
hace 16 horas 43 segs - Si claro, porque el geranio
hace 17 horas 45 segs - Si mezclamos geranios con
hace 18 horas 13 mins - Con este tipo de comentarios
hace 18 horas 50 mins - Si, desgraciadamente la
hace 20 horas 52 mins - Eso es, y cuando queramos
hace 21 horas 5 mins - No nos espera nada, un gasto
hace 1 día 6 horas - Vaya simpleza de comentario!
hace 1 día 11 horas
Precioso artículo
Muchas gracias Amalia
El espejo es una metáfora de la vida donde nos buscamos sin encontrarnos
Y que decir de los espejos deformados que nos devuelven imágenes inquietantes
Enviar un comentario nuevo