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29 Bejaranos ilustres: Aquellas bejaranas que se fueron a Alemania en los años sesenta (y 3)
Javier Ramón Sánchez Martín. Profesor y miembro del Centro de Estudios Bejaranos
La etapa posterior al cierre
Desde 1997, a poco de producirse el cierre de la empresa, una Asociación compuesta por antiguos empleados de ésta se puso a trabajar para construir el Museo Wülfing. Uno de sus objetivos fue conservar el edificio principal, de piedra y ladrillo, las chimeneas, el puente de acero, el laboratorio, el gran archivo de muestras de tejidos, algunas de las máquinas textiles y, por supuesto, la magnífica máquina de vapor que fue durante años el corazón energético de la fábrica. Este generador de vapor funcionó desde principios del siglo XX hasta 1946 y se conserva todavía en la ubicación original. Existe también una turbina Francis de 1922 que, modernizada, sigue en funcionamiento. Por ello, con el tiempo se pretende también musealizar la historia de la producción de energía en la fábrica durante el largo período de su funcionamiento.
Estas acciones postreras demuestran que la Wülfing no fue para los habitantes de la zona una fábrica más de las que comienzan su andadura, funcionan durante algunos años y finalizan su ciclo vital sin pena ni gloria. Al contrario, la empresa fue todo un símbolo de progreso industrial para los ciudadanos de Remscheid-Lennep-Dahlerau y, por supuesto, también para los españoles, austríacos, italianos y de otras nacionalidades que encontraron su destino laboral en la Wülfing y que convivieron en absoluta armonía con los naturales de la zona durante muchos años.
El Museo lo llevan antiguos empleados de la empresa.
Además, la vetusta fábrica se encuentra en un lugar privilegiado, en el entorno del río y rodeada de verdes laderas arboladas, como si fuera una pequeña isla industrial centrada en la antigua fábrica-villa, todo ello constituyendo un conjunto bien conservado. Hoy día, parte de los antiguos edificios se encuentran ocupados por empresas vivas dedicadas a actividades que no tienen que ver con el textil.
Nuestra visita a la Wülfing
Alquilamos un coche en Bremen, donde teníamos nuestra base en este viaje, y una fría mañana de enero de 2009 recorríamos los 240 km que nos separaban de Remscheid. Me había empeñado en llegar hasta la Wülfing. Nos costó bastante esfuerzo localizar la fábrica, pues no está fácil de encontrar. Las personas a las que preguntábamos nos respondían amablemente, pero en alemán, con lo que no había forma de entendernos. Sabíamos que estábamos cerca, pero hasta que una señora nos dio las indicaciones adecuadas en un inglés rudimentario no dimos con ella.
Una vez traspasado el peculiar puente de hierro sobre el río Wüper nos encontramos con una serie de edificios industriales de buena planta. Al llegar a este lugar no pude por menos de pensar en qué sentirían nuestras paisanas al atravesar el mismo puente a principios de la década de los sesenta -posiblemente en un día tan frío como ese de 2009-, y ver los mismos edificios que veía yo en ese momento…, cincuenta años después. Las edificaciones se conservan más ó menos igual, pero la gran fábrica textil que ellas conocieron ya no existe como tal.
Por fin llegamos a la puerta que tiene a un lado la placa que indica el Museo. Nos atendió un señor mayor, muy amable, que hablaba sólo cuatro palabras de inglés y, por supuesto, nada de español. Pero éramos su única visita en ese momento y nos atendió muy bien. Lo que nos enseñó fue más bien poco, pero es que tampoco había mucho que enseñar por el momento. La gran máquina de vapor con su inmenso volante de inercia (del orden de cuatro metros de diámetro), una continua de hilar, un telar Jacquard y otro convencional bastante antiguos (principios del siglo XX) y que funcionaban. Y el laboratorio, que seguía más ó menos igual que cuando cerró la fábrica y que, cuando accedías a él, te daba la sensación de que los operarios iban a volver en cualquier momento. También vimos que estaban haciendo obras para adaptar alguna sala a la nueva función museística, pero que estaban totalmente vacías.
Foto 8.- Con nuestro guía, antiguo empleado de la Wülfing, visitando el Museo.
A modo de final
Entre el 19 de marzo de 1960 y el 15 de diciembre de 1962 llegaron a trabajar a la Wülfing un total de 672 españoles, la mayoría mujeres, aparte de austriacos, italianos, polacos y, por supuesto, alemanes. Sin duda una forma de construir Europa con personas de diferentes nacionalidades pero unidas en torno a un denominador común: su trabajo en una gran factoría textil.
Según Kubiak, cuyo papel fue sin duda mucho más allá de su cargo de jefe de personal de la Wülfing, la mayoría de estas chicas no vivían el presente, sino que trabajaban duramente para construir un futuro en España que en la mayoría de los casos nunca llegó o, al menos, no como esperaban.
Ellas contribuyeron, puede que sin darse cuenta, a la reconstrucción alemana, que todavía estaba recuperándose de los estragos de la 2ª Guerra Mundial, finalizada sólo quince años antes. Pero sobre todo, y de eso sí fueron conscientes, a que España dispusiera de divisas suficientes para equipar una industria incipiente que en pocos años se convirtió en floreciente.
Cuando se fueron, predominaba en ellas un sentimiento de provisionalidad, de estar un par de años, trabajar muy duro, ahorrar el máximo y luego volver a España. Pero la vorágine de la vida, que nunca sabes a donde te lleva, hizo que la casuística fuera tan grande como el número de mujeres que llegaron a Alemania. En efecto, unas -las menos- regresaron al poco tiempo, otras estuvieron diez ó doce años, otras agotaron allí su vida laboral y regresaron a vivir su jubilación. Otras sólo volvieron de visita, porque su vida la tenían hecha allí. Unas se casaron con españoles o con italianos, emigrantes como ellas. Y otras con alemanes.
Las que regresaron después de muchos años, encontraron que el sol, el ruido y el desorden innato de los españoles ya no les atraían tanto como cuando lo añoraban desde Alemania. Echaban también de menos el orden, el silencio e incluso la melancolía de los alemanes. La España y el Béjar que habían conocido, el que dejaron atrás hace tantos años, ya no existían, y ellas…, se sentían un poco desubicadas. Con una sensación de no ser ni de aquí ni de allí. En Alemania eran las españolas y así lo sentían en su corazón, pero en España eran las “alemanas” y eso les hacía sentirse en cierto modo extranjeras en su propio país. Y esa sensación de no ser de ninguna parte les persiguió durante años.
Al final el río de la vida, unas veces amable y otras cruel, pero siempre caprichoso, marcó el camino de cada una de ellas. Pero hicieron historia y posiblemente fueron pioneras en el establecimiento de una conciencia europea. Por todo ello, el reconocimiento de la ciudad de Béjar hacia estas valientes mujeres es de estricta justicia.
Agradecimientos
A Antonio Sánchez Sánchez, por proporcionarme las fotos 1 y 2. A Berta Hernández, que me proporcionó las fotografías 3 y 4 que ilustran este artículo. El resto de las fotos son del autor, excepto el esquema de la foto 7, que está sacado de Internet.
Bibliografía utilizada
- Semanario Béjar en Madrid: ejemplares de 14/01/1959 (pág. 7), de 21/05/1960 (pág. 9), de 13/05/1961 (págs. 8 y 9), de 08/07/1961 (pág. 11), de 21/10/1961 (pág. 7), de 20/01/1962, págs. 8, 9 y 10), de 03/04/1982 (pág. 11), de 17/04/1982 (pág. 6), de 01/05/1982 (pág. 8), de 15/04/2005 (pág. 4), de 03/02/2006 (pág. 2).
- Diario ABC de 27/03/2005 (págs. 48 y 49).
- Diario La Gaceta de 16/11/2008 (págs. 1, 2, 4, 5 y 6 del especial “Domingo a fondo”).
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- Esto que dice el anterior
hace 1 hora 34 mins - #Todoelquenovotaloquetuquiere
hace 2 horas 56 mins - Realmente eran muy
hace 3 horas 10 mins - SE ha jartado ha decirlo el
hace 3 horas 30 mins - NO tienes razón y lo
hace 5 horas 51 mins - Estoy en contra de la
hace 5 horas 54 mins - TOTALMENTE DE ACUERDO!!!
hace 6 horas 2 mins - Para el invitado anterior:
hace 6 horas 13 mins - DEROGACION DEL SANCHISMO
hace 6 horas 17 mins - He tenido que leer el
hace 7 horas 57 mins
Muchas gracias Javier Ramón por tu amabilidad y sensibilidad. Me has sacado las lágrimas. Mucha salud de todo corazón. Un bejarano ausente.
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