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22. Bejaranos ilustres: Don Florentino Hernández Girbal (II). Periodista y crítico de cine. Los años dorados.
Rosario López de Prado, Jefe de la División de Documentación de la Filmoteca Española, en un informe que escribió sobre el archivo de este organismo, señaló que “el tránsito del cine mudo al sonoro entre 1929-1932, supuso un bache traumático, sobre todo para la producción, debido a la inexistencia de infraestructura industrial en España. El número de títulos rodados en el país se redujo hasta lo intangible. Los exhibidores fueron los primeros en acogerse a los nuevos sistemas sonoros, en tanto que el sector productivo optó por el rodaje foráneo o la postsincronización. Directores, guionistas y dramaturgos viajaron a diversos puntos del mundo donde se rodaron versiones múltiples de cada película, ya que aún no se ha había asentado el doblaje”.
Esta aventura de los directores, técnicos y artistas españoles que salieron del país a realizar películas sonoras en español para la industria americana, la narra precisamente Florentino Hernández Girbal en una de sus mejores obras: “Los que pasaron por Hollywood”. Así es el título que incluye la recopilación de las veinte entrevistas publicadas por Florentino Hernández Girbal entre febrero de 1935 y julio de 1936 en la revista “Cinegramas”, ampliadas posteriormente para una reedición que se hizo de todas ellas en 1992, con motivo de la cual el mismo Florentino, muy en su estilo, se entrevistó a sí mismo como sigue:
Florentino Hernández Girbal entrevistado por Florentino Hernández Girbal (que no estuvo en Hollywood). 1992.
"¿Por qué razón has decidido exhumar aquella serie de entrevistas que publicaste antes de nuestra guerra y el estruendo de las armas interrumpió?
-Te lo voy a decir: porque el amigo J. B. Heinink lo ha querido. Tal vez haya creído conveniente reunirlas en este tomo con destino a los futuros historiadores de nuestro cine y que de algo sirvan. Todo comenzó cuando la industria del cine tuvo que transformarse para pasar del mudo al sonoro. Hacia 1929, los estudios norteamericanos comenzaron a diseñar su estrategia para elaborar producciones habladas en español, en un tiempo en que aún no se había inventado el doblaje. Tales filmaciones se llevarían a cabo en Joinville, no lejos de París, y en Hollywood, adonde se trasladó un buen número de profesionales hispanos, todos ellos dispuestos a intervenir en las versiones castellanas de los éxitos del momento.
Yo pude ir a Hollywood, pero no quise correr aventuras. De todos modos, me unían estrechos lazos de amistad con casi todos los que cruzaron el océano, y además pude entrevistarlos en repetidas ocasiones, de modo que conozco casi todo lo que pasó a quienes marcharon a América. Por otro lado, debo aclarar que aquello no sólo afectó a los españoles y a los hispanoamericanos. Lo cierto es que las compañías norteamericanas contrataron a todos los actores eminentes que había en Europa: franceses, italianos, alemanes... En España, quien se hizo cargo de coordinar aquel tinglado fue mi buen amigo Edgar Neville. Decididamente, él era un tipo formidable. Fue él quien me invitó a marchar a Estados Unidos, pero como ya dije, rechacé la oferta. Por fortuna, Neville tuvo mucho trabajo en Hollywood e hizo buenas películas allá.
Pero la serie de «Los que pasaron por Hollywood» no sólo la escribiste tú, sino que también colaboró el periodista Joaquín Zaldívar.
- Sí. Joaquín era un buen aficionado al cine. Y le conocía muy bien, ¡como que era yo mismo! Pero esto tiene su explicación. Había números de “Cinegramas” en los que coincidían varios artículos míos, y para no dar la sensación de que la revista estaba escasa de plantilla, firmaba unos con mi nombre completo, otros con mis iniciales, y algunos como Joaquín Zaldívar; es un nombre supuesto que se me ocurrió.
¿Tú tenías una lista de los españoles que estuvieron en Hollywood?
- Naturalmente, y siguiéndola fui localizando a unos y a otros a lo largo de las semanas. Con los que volvieron a Madrid la cosa fue fácil. Otros se hallaban fuera, trabajando en el cine o en el teatro, y en tal caso tuve que buscar una oportunidad. Pero, en fin, la cosa no presentó demasiados obstáculos.
¿Y dónde te veías con ellos?
-Donde se terciaba. A Jardiel Poncela en su casa de la calle Gonzalo de Córdoba, próxima a la mía, y en el Café Gijón, que ha perdido parte del ambiente que entonces tenía; a Martínez Sierra en su domicilio de la Plaza de la Independencia; a Fortunio Bonanova en la sala de fiestas donde actuaba como cantante, porque había sido un buen barítono de zarzuela; a Edgar Neville en su casa; a Juan de Landa mientras rodaba con Lina Yegros en los estudios Orphea de Barcelona; a Catalina Bárcena en su precioso hotelito en la Avenida del Valle del Parque Metropolitano, que fue arrasado por la morisma en diciembre de 1936; a José López Rubio en el hotel donde entonces vivía; a Rafael Rivelles en los estudios de Aranjuez; a Julio Peña mientras comíamos juntos en un restaurante de la Cuesta de la Perdices; a Ana María Custodio en su camerino del Teatro Lara, donde estaba representando una comedia de los Quintero; a Rosita Díaz Gimeno (nota de de AV: esta actríz se casó con el hijo del Dr. Negrín y tuvo que exiliarse posteriormente) compartiendo un almuerzo cerca de Madrid, y así el resto................ También hice amistad con Carlos Gardel, a quien traté en Madrid y en los estudios de Joinville. Yo había viajado a esa localidad francesa porque allá trabajaba un entrañable amigo, José Luis Salado, que era director de diálogos. Uno de los primeros directores que llevó a término versiones españolas en ese lugar fue Rex Ingram. En lo sucesivo, Joinville adquirió pujanza, porque era más razonable filmar allí que en Hollywood, pues California estaba demasiado lejos de Europa. Durante mi estancia, tuve la oportunidad de reunirme con Imperio Argentina, compañera de rodaje de Gardel, y también con este último............... Lo recuerdo como un hombre muy cordial y afectuoso.
¿No te tentó después, en la posguerra, la idea de completar esta serie de entrevistas?
-No; porque, como sabes, tuve que vivir en la clandestinidad después de abandonar las prisiones franquistas. Mi nombre había sido proscrito y las puertas de todas las publicaciones me fueron cerradas. Aunque me las hubieran abierto, yo, por fidelidad a mí, como antes dije, no podía ni debía traspasarlas. Por eso estuve quince años sin escribir una línea, dedicado a mil cosas, según tú conoces. Se imponía el "primum vivere" clásico. Luego, me olvidé del cine y continué la serie de biografías de personajes españoles iniciada en 1931, que ahora, en estos momentos, acabo de completar con el tomo dedicado al gran músico madrileño Federico Chueca.......................”
En la siguiente dirección de internet, que corresponde a la biblioteca virtual cervantes, pueden acceder al texto completo de las entrevistas realizadas por Florentino, en concreto entrarán directos a la que realizó a Enrique Jardiel Poncela: http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/cine/1282640088017373...
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