Fuente: Ruperto Fraile Alvarez
En la Calle Reinoso 24, vivía un matrimonio. Al esposo le llamaban los bejaranos el Tío Calero, porque vendía cal.
Mientras el Tio Calero estaba en la taberna, tomándose unos perros, su mujer, un día a eso de las 9 de la noche escuchó un ruido extraño en el desván. Era un ruido de cadenas que se arrastraban y poco después se oía un suspiro. La mujer dejó de hacer punto y se santiguó.
Al día siguiente sucedió lo mismo, así que la mujer se bajó a la calle a esperar a su marido. Esa noche no le dijo nada, pero el suceso se repitió en las noches siguientes, así que una de esas noches, el Tío Calero se enteró de lo que pasaba al ver un corro de mujeres a las puertas de su casa, a las que su señora les estaba contando lo sucedido.

El Tío Calero al ver ese grupo de personas, pensó que a lo peor lo que pasaba era que en su casa había fuego, pero le dijeron que no que no era fuego, que eran Brujas.
"Con que brujas eh?", "mi mujer esta mas loca que una cabra", dijo el Tío Calero que no creyó una sola palabra.
Un día llegó el Tío Calero y escuchó el ruido de las cadenas y elsuspiro, con lo que se fueron a dar parte al juez y a la policía.
Hubo varios registros, pero las brujas no aparecieron, aunque en los días siguientes continuaron. Entonces Béjar tenía 6000 habitantes, con los que se corrió la voz y la gente pasaba con miedo frente a la casa del Tío Calero.
La policía siguió investigando, hasta que un día descubrieron la cusa del suceso. Era el hijo del matrimonio, que subía al desván, arrastraba unas cadenas y daba el suspiro. Cuando su madre se iba a la calle asustada, aprovechaba para sisar a su madre el dinerito que necesitaba para sus gastos.
Así quedó en Béjar la frase: Las brujas del Tío Calero.