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13 Bejaranos ilustres: Don Jesús Izcaray Cebriano (I). Nuestra ciudad durante su infancia.
La mayoría de los datos que figuran en los artículos dedicados a don Jesús Izcaray, están tomados de obras escritas por doña Josefa Báez y don Jesús López. También han contribuido con aclaraciones y consultas en Béjar a distintas personas y familiares del personaje, doña Josefa García y doña Casilda Maillo. A todos ellos les doy las gracias desde estas líneas.
En los inicios del siglo XX, cuando Jesús Izcaray nació (1908), Béjar era una ciudad de casi 10.000 habitantes que se extendía a lo largo de dos kilómetros sobre el cerro que todavía condiciona su fisonomía. A pesar de sus títulos, presentaba un aspecto de “villorrio” (según se describe en la prensa local de la época), bastante “rural” en los hábitos de los vecinos. Esta situación se debía, entre otras cosas, a la miseria del presupuesto municipal y al abandono estatal, circunstancias comunes para las poblaciones de menos de 20.000 habitantes en todo el país.
La escasez de recursos municipales se manifestaba, por ejemplo, en la falta de un plan de urbanismo que regulara y facilitara su crecimiento. No se exigía siquiera normas elementales, como la alineación de los edificios en la misma calle y se permitió la invasión desordenada del monte de El Castañar. A este caos organizativo contribuyó la existencia de una clase hegemónica muy fuerte, con intereses muy concretos relacionados con la instalación y desarrollo de su industria.
La situación de las arcas municipales no permitió que existieran servicios básicos de higiene pública, como redes que garantizaran la captación suficiente de aguas, la acometida doméstica, el alcantarillado o un sistema de recogida de basuras. La mayoría de la población se surtía en las distintas y numerosas fuentes públicas, llegando a convertirse en mentidero alguna de ellas por la afluencia de gente. La ropa también se lavaba en los pilares de estas fuentes, en lavaderos públicos o en el río. A pesar de que eran abundantes, en la época estival se alcanzaba la escasez del suministro, que también llegaba a provocar el paro de la industria al bajar el caudal del río.
Muchas de las casas del núcleo urbano tenían patios y corrales en donde aún se criaban aves y cerdos, llegando a haber algunas calles y callejas que se evitaban por los transeúntes debido a sus fuertes malos olores. A pesar de los bandos y multas municipales, la situación no se consiguió cambiar durante esos años.
No había un barrio obrero propiamente dicho, este sector de la población vivía hacinada sobre todo en los sótanos, pisos bajos o en las buhardillas, en los que las condiciones higiénicas eran algo más que deficientes o simplemente nulas, al igual que en bastantes casas de la clase media, con los retretes comunes instalados en los rincones de los zaguanes o de los portales.
El alumbrado municipal se ceñía sólo a las calles principales, las barriadas más lejanas carecían por completo de iluminación. El suelo de todas ellas era de tierra o de una superficie de rollos muy irregular, debido a un mal mantenimiento. Hasta 1935 no se realizó la pavimentación de la calle Mayor, Libertad, Filiberto Villalobos, Mansilla, Armas, Plaza Mayor, Atrio de San Juan y Rodríguez Vidal.
En los archivos del INE se puede ver que la población de nuestra villa estaba en un periodo decreciente durante esa época, de 9.793 habitantes en 1900, se llegó a 9.164 en 1930; es decir, que hubo un descenso del 6,4%, mientras que la población de Salamanca capital creció un 82,6% en esas mismas décadas.
Las escuelas públicas eran insuficientes para la población bejarana de entonces y la instrucción de sus habitantes por lo tanto escasa. Durante estos años, 1900–1930, se pasó aproximadamente (los porcentajes están corregidos en un 15% sobre los dados en el censo, según indica López Santamaría) de un 41% de analfabetos a un 19%, llevando las mujeres la peor parte porque de ese 41%, el 27% correspondía a ellas, y del 19% de 1930, las mujeres constituían el 17% (todavía en 1960 se censaron un 16,9% de analfabetos, de los que el 9,2% eran mujeres y, aún más asombroso, en 1996 se registró un 5,8% de analfabetos en nuestra ciudad, ¡960 personas!).
Estos porcentajes de analfabetos bejaranos a principio de siglo, son más altos que los valores medios de toda la provincia de Salamanca, a pesar de ser el segundo núcleo en número de habitantes detrás de la capital. Según el mismo autor citado anteriormente, los bajos niveles de instrucción fueron el resultado del desentendimiento que tuvo el Estado por la escolarización pública durante esos decenios. El Gobierno dejó en manos de particulares o de la iglesia el peso de la educación, lo que resultó en que las clases con mayores ingresos, fueron a la postre también las más ilustradas, mientras que la educación de las capas menos favorecidas se redujo a su formación para que se integrara en las fuerzas laborales de producción. Durante esos años en Béjar, hubo tres centros educativos religiosos, otro de carácter particular laico, las escuelas públicas y la Escuela Superior de Industrias.
En la ciudad había básicamente dos grupos sociales, con desigual capacidad de acción y poder. Por una parte estaba el grupo formado por la patronal (con sus prolongaciones en la alcaldía y prensa local) y el sector comercial, reunido en su Cámara, que solían actuar juntos para que el resto de la población aceptara su modelo. Por ejemplo, en un momento determinado (1919) vieron peligrar sus intereses económicos por lo que ellos denominaron “falta de disciplina en la ciudad” y creyeron ver la solución en la instalación de un regimiento militar en el centro histórico urbano para garantizarla. Con este fin, promovieron toda una campaña, exigiendo su presencia, que exaltaba y alababa las ventajas económicas para toda la población de que esto sucediese. El sector obrero (que formaba el grueso del otro grupo social), por medio de sus federaciones y los concejales republicanos, consiguió en este caso rechazar y desarmar la propuesta.
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hace 1 día 2 horas - En estos momentos le escucho
hace 1 día 14 horas - NO. NO debe debe de
hace 1 día 14 horas - Te respondo que ya he
hace 1 día 16 horas - Sería bueno que las dos
hace 2 días 3 horas - Siendo defensor del
hace 2 días 5 horas - Algo de eso tiene que haber,
hace 2 días 10 horas - Pero si es lo que quieres,
hace 2 días 14 horas - Sigue usted sin progresar
hace 3 días 16 horas - Ya que aprovecha para decir
hace 4 días 3 horas
Que interesante la recreacion que hace del marco cotidiano y social de Bejar durante la infancia de Jesus Izcaray. Yo soy hijo de su primo hermano Eduardo Izcaray y he estado haciendo una investigacion de la historia de mi familia e incluso un proyecto Cultural con el nombre de Jesus . Poseo tambien en mi archivo fotografico , imagenes de Jesus cuando niño , adolescente y joven, asi como reportajes del Diario Ahora durante la guerra civil.
Mi correo es jesusizcaray@hotmail.com
Jesus Ignacio Izcaray
Creo no equivocarme al afirmar que la calle Libertad, no fué pavimentada hasta bastante despues de la fecha que se cita, pues yo nací en dicha calle el el 1946 y la recuerdo de royos, no recuerdo la fecha en que fué echada de cemento, pero si recuerdo al Sr. Matas, padre de los antiguos constructores, hermanos Matas, dirigiendo la obra que bien pudo ser a últimos de la decada del los 50.
Gracias al invitado del lunes por el comentario sobre la calle Libertad. El dato sobre la pavimentación lo he tomado del libro "Las Cinco Abejas. Béjar en el siglo XX", pag.57, de Jesús López Santamaría. Es cierto que el autor dice que en 1935 "se aprueba la pavimentación" y no "que se realiza". Yo he interpretado que lo uno era sinónimo de lo otro, pero pudiera ser que la desidía, cambio de intereses o la paupérrima situación municipal causara que realmente no se llevase a cabo dicha pavimentación hasta el año que usted dice. Aunque me inclino, más bien, a que se realizara a principios de los 50 porque yo ya tengo memoria personal sobre los últimos años de esa década y la recuerdo pavimentada, no la he conocido de royos. De todos modos, si usted la recuerda de royos, quiere decir que al menos tardaron unos 15 años en realizar la obra, lo que no dice mucho en favor de nuestra situación municipal. A lo mejor algún otro lector nos puede ayudar a centrar más la fecha de la obra. Saludos a todos. Ana Verdejo.
No desearía que diera la sensación de que la falta de participación en comentarios sea reflejo de falta de interés.
El trabajo que con periodicidad nos presenta Ana Verdejo es muy interesante y está bien documentado; me consta que hay personas interesadas que lo ven con asiduidad .
Desde aqui les animo a hacer sus comentarios .
Agradecco y animo a ANA por ayudar a conocernos mejor, "solo lo que se conoce se ama".
Saludos.
Gel Borrajo
Es agradable leer este tipo de trabajos, con comentarios constructivos. Enhorabuena Ana.
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