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11 La farmacia de la selva amazónica
Lo primero que te dice el guía cuando se entra en la selva amazónica es que extremes la atención y las precauciones. No es recomendable entrar en la selva sin guía; sin guía lo más fácil es perderse y esa es una buena manera de pasarlo mal.
Enrique Sánchez es el nombre del guía que nos acompaña. Enrique es peruano y parece un indígena de la selva peruana, que es similar a la brasileña. Enrique inspira confianza no sólo porque transmite sabiduría y experiencia sino, sobre todo, porque con sus explicaciones y consejos te da tranqulidad. Nos cuenta que en cierta ocasión se perdió en la selva con un grupo de turistas y sobrevivieron durante una semana. Esa es sin duda una situación extrema pero indica claramente que en la selva hay recursos para sobrevivir, esos recursos están al alcance de cualquiera.... que sepa.
Hay tres tipos de selva amazónica, la capoeira, que es una selva reciente con infinidad de plantas que lo ocupan todo y algunos árboles. Esta selva tiene menos de 10 años. Luego está la selva secundaria con árboles de más porte y edad entre 10 y 100 años. Finalmente está la selva primaria con grandes árboles de más de 30m y edad por encima de los 100 años.
Enrique se va deteniendo de vez en cuando, se vuelve y con el machete (instrumento imprescindible en la selva) nos va contando algo.
Lo normal en un paseo por la selva es detenerse con las plantas, los animales son más escasos y no resulta fácil verlos.
Hay muchas plantas y árboles con propiedades medicinales. Por ejemplo, el Mulatero o árbol siempre joven, que renueva su corteza cada año. Este árbol sirve para preparar un remedio para limpiar el hígado. Dando un corte a la palmera Zorba, se obtiene un látex que mezclado con leche es un excelente remedio para las diarreas, tan frecuentes en estas tierras. Enrique corta una rama como una liana de una planta por ambos lados y de ella saca 200 centímetros cúbicos de un agua que sirve para hidratarse en caso de necesidad. Del látex de otra planta obtiene Abreu branco, una resina que al quemarse huele a incienso. La resina quemada se licúa y se hace una pasta negra que sirve para calafatear una cubierta. Si esa pasta negra se convierte en polvo se obtiene una especie de pólvora que arde y explota con facilidad.
Rascando la corteza de otra palmera, Enrique saca un polvo que perfuma la piel y sirve como repelente de los mosquitos. Rascando más profundamente obtiene una fibra magnífica para prender fuego con apenas una chispa.
Machacando la raíz de otra planta se obtiene una sustancia que al meclarla con agua se produce un liquido que tiene propiedades narcóticas. Los indios lo usan para pescar. Echan ese líquido al rio y recogen los peces.
El curare, un veneno muy utilizado para la caza, se obtiene mezclando el látex de una raíz con la piel de un sapo.
Hay otras plantas para curar las heridas, el dolor de estómago, el catarro de pecho, la canela, o sea, para casi todo. Esa es una de las grandes riquezas de la selva y una de las grandes pérdidas si se destruyera. Enrique lo sabe bien.
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