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Visiones de Béjar (102): Una de fotos-denuncia: El abismo del tiro al plato y las humedades del museo Mateo Hernández
No soy muy dado a estos menesteres, de denunciar cosas, pero como quiera que llevo ya sin escribir “mis visiones de Béjar” algún tiempo, lo voy a hacer y además de forma contundente y rotunda, pensando en que los dos asuntos son de interés e importancia para lograr una mejor imagen para Béjar.
Para empezar me voy a centrar en un asunto, que espero traiga cola, o por lo menos eso es lo que a mí me gustaría, pensando en que el ayuntamiento hace caso omiso y se pasa por el forro de los caprichos, hechos, circunstancias y demás desaguisados, que yo no sé si es que por alguna norma, acuerdo o ley por lo que se permiten dichos desaguisados, o destrozos paisajísticos en su máxima expresión de de la palabra, ¿o es que somos los bejaranos y demás personas quienes no queremos ver dichos desaguisados? Les estoy hablando, en este caso, de un hecho ya denunciado por mí en este semanario, y no es otro que el lugar donde ya hace años se tiraba al plato en las cercanías del paraje de La Fuente del Lobo. Como digo, fue denunciado por mi persona en la anterior legislatura, allá por el 2010 (ver enlace de la denuncia: http://bejar.biz/visiones-bejar-27-fotos-denuncia-una-autentica-ver). Con solo leer el enlace, pienso que no hay más que hablar del asunto, ya que quedaba bastante explícito, aunque allí -en “Visiones de Béjar (27)”, también denuncié otro dislate que no voy a comentar ahora. Me centraré en el primero, por parecerme de suma importancia, y si quieren ustedes les invito a que sigan leyendo; sobre todo para ver la imagen que damos de cara al turismo en Béjar: es una auténtica vergüenza. Ya no sólo por el peligro que entraña el antiguo foso de tiro al plato, sino por el hecho de que, hablando con el concejal liberado –para más señas- y a la vez encargado de obras del ayuntamiento, Alejandro Romero, y casi “abordándole” un día en las proximidades de Llano-Alto, le expliqué y expuse con detalles el hecho que ahora nos ocupa, contestándome (y son palabras textuales suyas): -sí, si lo vamos a tapar, ya lo teníamos pensado-, palabras pronunciadas ante un testigo.
Le comenté a Alejandro en ese momento la posibilidad de que, con la famosa escombrera que están realizando o llevando a cabo cerca de ese paraje, en la curva de La Fuente del Lobo, a escasos metros del “entuerto”, desaguisado o dislate, podrían algún día tirar el techado del tirador de platos y rellenarlo de tierra, aprovechando la circunstancia. Hoy (25-6-2013) cuando escribo estas líneas, acabo de darme un paseo hasta el Castañar y he podido apreciar cómo una excavadora o pala estaba allanando los vertidos de la escombrera. Era por la mañana a eso de las 9:00 h cuando subía; a la vuelta, es decir, a la bajada, ya no estaba; igual que no estaba evidentemente eliminado el desaguisado del que le vengo hablando con pelos y señales, tanto en este artículo de denuncia como en el que remarco más arriba con el enlace. Como les decía, apreciados/as lectores, y ya definitivamente para terminar este primer asunto de denuncia que hoy quiero expresar, cuando subí por la mañana al Castañar de Béjar, donde obviamente por la hora en que lo hice, había pocas personas por el paraje de La Fuente del Lobo, pero les puedo asegurar que otros días en los que aprovecho también el frescor ya del atardecer estival para subir al Castañar, el paraje de La Fuente del Lobo está lleno de niños, campando y corriendo a sus anchas por el lugar, con el consiguiente peligro, como decía en el enlace, para que en cualquier momento pueda producirse una “catástrofe inmediata”, ¡Dios no lo quiera!, y espero que tampoco lo quiera el Ayuntamiento. (Ver fotos recientes 1, 2, 3, 4, 5, y 6). Esperemos que se proceda al “sellado definitivo” de dicho tirador de platos y si me apuran y ya que estamos con la polémica de los huesos aparecidos o no aparecidos en la escombrera famosa (fotos 7 y 8) que se viene ejecutando en la curva próxima al tirador, que por lo menos éste sirva de tumba para los mismos, y con su relleno queden zanjados definitivamente los dos asuntos, el de los huesos y el del tirador, “matando así dos pájaros de un tiro”.
Pasando a otra cuestión de fotos-denuncia, voy a darle un repaso a otro “hito” de nuestra querida Béjar, algo así como el buque insignia, al menos para mí, en lo que se refiere a lo cultural y turístico: el Museo de Mateo Hernández. En él, en este museo, y hablando ya claramente sin más dilaciones, se está realizando un auténtico “terrorismo cultural”.
Por qué digo esto. Verán, si les soy sincero hacía ya tiempo que no visitaba dicho museo. Tengo que reconocer que ha cambiado ostensiblemente, para mejor, sobre todo lo que es la zona de recepción y habitáculos para los “operarios” del museo. Lejos quedan atrás los tiempos en que, bajo mandato directo del por entonces edil de turno de cultura del Ayuntamiento de Béjar, Luis Francisco Martín, trabaja de “operario” o encargado de dicho museo, mi amigo de correrías adolescentes y no tan adolescentes, Álvaro Hernández. Ya por aquel entonces, creo recordar, se había instaurado la “bienal Mateo Hernández”, gracias a Luis Francisco, sobre todo. Eran tiempos difíciles como ahora para aventurarse y adentrarse en aventuras tales. Recuerdo a mi amigo Álvaro “pegarse” con los responsables más directos del ayuntamiento en esta materia, pegarse casi literalmente o, cuando menos, dialécticamente para que el museo tuviera unas condiciones mínimas de habitabilidad para albergar sus esculturas y obra que a modo de trofeo parecían estar por allí, al mismo tiempo dispuestas sin ningún orden ni concierto, al igual que el “cuchitril” que, gracias a Álvaro, consiguió para recepcionar a los turistas y transeúntes curiosos por conocer la obra de Mateo Hernández.
Recuerdo los días que iba a echar un “parlado matutino”, cuando yo era medio incapaz de levantarme de la cama. Recuerdo, también, haber coincidido con varias gentes, personas de Béjar del mundo del arte y de lo intelectual, como pudiera ser Óscar Rivadeneyra, con el que a la postre nos uniría y nos une una gran amistad. Mi conversación por supuesto no era tan brillante y creo sinceramente que no estaba a la altura de todos ellos, sin querer desmerecerme y ni mucho menos infravalorarme, pero era la pura realidad, yo apenas podía haberme levantado de la cama, cuanto más para opinar de temas culturales en los que no estoy puesto y si no hubiera sido por la amistad que me unía y me une con mi amigo Álvaro no hubiera estado presente allí.
Eran tiempos en que Álvaro luchaba por el museo y por sacar al mismo tiempo sus oposiciones. Recuerdo igualmente, en una de esas veces en que Álvaro me explicaba algo de la obra y vida de Mateo Hernández, haber visto humedades por todas partes, yo diría que la obra del gran escultor estaba en serio peligro, con filtraciones de agua, hongos por doquier y toda una serie de desaguisados estructurales en la edificación o continente del museo. Poniendo en serio peligro su contenido, es decir las esculturas, manuscritos y demás obras de arte de "nuestro” gran Mateo Hernández.
Empezaba este segundo tema de denuncia hablando de “terrorismo cultural”, no ya antes de las intervenciones llevadas a cabo en la recepción que he comentado antes, desapareciendo el “cuchitril” de dicha recepción –para mí, para bien, desde luego-, por el que tanto luchó mi amigo. Y viene todo a cuento porque he tenido la oportunidad de visitar el museo de nuevo en fechas recientes con motivo de la visita de mis amigos y excompañeros del CRPS (Centro de Rehabilitación psicosocial) de Salamanca; y he podido comprobar que, en lo que concierne a la primera planta del museo, éste tiene buena apariencia por lo menos en principio, con el ya más que amplio habitáculo del “operario” del museo y con sus esculturas expuestas y dispuestas de una forma más coherente.
Pero en lo que concierne a la segunda planta, y aquí es donde quiero hacer hincapié, es en ella donde sigue habiendo humedades por casi todas su paredes, poniendo en serio peligro las esculturas allí expuestas, teniendo dicha planta un olor característico de humedad, del que enseguida se percataron muchos de mis compañeros poniendo énfasis en ello. De verdad que es un auténtico “terrorismo cultural”. Lástima no tener imágenes del interior del recinto, en especial de las humedades en cuestión. Sí las tengo de su exterior: (foto 9, Museo por su entrada principal; foto 10, El Mateo Hernández visto por detrás; foto 11, puerta por un lateral del museo). En la foto 10 se pueden apreciar yo diría que daños en la estructura del edificio, en su parte más alta, puestos de manifiesto de una forma más ennegrecida, como si de humedad también se tratase.
Espero, quiero y deseo que este artículo sirva de algo y que alguien se dé por aludido en ambos casos, yo desde luego me doy por aludido e intento aportar mi modesto granito de arena en estos dos asuntos que me han ocupado hoy en mis “visiones de Béjar”, sacándolos a la “luz pública”.
Atentamente,
Paulino Aliseda Hoya
Paalho68@hotmail.com
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Este cuando estaba Cipri gobernando no era tan critico no?¿jajaja,se te ve el plumero
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