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El verdadero precio de los medicamentos
La “Farmafia” es algo con lo que todos contactamos sin verla. Como toda entidad motivada por el dinero y no por las necesidades de la gente. Los farmafiosos de esa inmensa e imprescindible industria para el bienestar, están apretando en el cuello de los enfermos la soga de los altos precios de los medicamentos, que sí, valen, pero son una mercancía relacionada con la salud, la vida y la muerte de las personas. Y, aunque tenga costos y sea un gran negocio más, en éste en particular los gobiernos no pueden hacerse de la vista gorda y permitir, por muy grandes empresas privadas que sean, que se lucre con la salud y la vida de las personas.
Si los gobiernos nacionales existen es para moderar en casos como éste y ponerse del lado de los gobernados de dos maneras: asegurando un precio justo para los medicamentos y disminuyendo el hueco que hacen en sus presupuestos los excesos del costo de las medicinas subvencionadas.
El verdadero precio de los medicamentos
Publicado por la Coordinadora Anti-Privatización de la Sanidad Pública de Madrid.
Todo esto ocurre porque los sistemas sanitarios están enfocados para garantizar los intereses del complejo médico-industrial, no los intereses generales. Por ejemplo, en Francia, la enseñanza post universitaria médica ha sido abandonada por los poderes públicos y está financiada al 95 % por la industria. En España ocurre exactamente lo mismo.
Aunque el 65 % de los europeos está a favor de que la investigación farmacéutica no esté controlada por las multinacionales, sino por organismos públicos, en la práctica, políticos de todos los colores defienden lo contrario, lo que impide garantizar al acceso universal a los fármacos. Hay que partir de que un enfermo no es un consumidor tipo, sino una persona que necesita un fármaco por su enfermedad. Su necesidad no es una decisión consumista individual.
Los casos de los medicamentos antineoplásicos y para la hepatitis C son los más sangrantes. Así, en Francia cada pastilla de Sovaldi cuesta 500 € (41.000 € el tratamiento de 12 semanas, cuando su producción no pasa de 110 €). ¿Por qué los políticos permiten esta situación en toda Europa?
Senadores norteamericanos descubrieron un estudio interno de Gilead para conocer el “precio socialmente aceptable” que podría exigir por el Sovaldi. Gilead estudió concienzudamente la “capacidad máxima” de los estados para pagar”, es decir, hasta donde exprimir los presupuestos públicos sin romper la cuerda: entre 84.000 dólares en EEUU y entre 40.000-5000 € en Europa, lo que le ha permitido a Gilead encabezar a nivel mundial el ranking de los líderes de “Farmafia”, garantizando a sus accionistas unos márgenes de beneficios de entre el 30 y el 50 %
La estrategia desplegada por Gilead es diabólica: primero pacta un precio ficticio para los países más ricos de Europa (el precio real es secreto) a los que ofrece descuentos (que tampoco son públicos). A continuación, partiendo de esos precios falsos, negocia con el resto de los países europeos (los más pobres) otro precio, a los que no aplican descuentos. De forma que esos medicamentos son más caros en Bulgaria o Rumania que en Gran Bretaña, por ejemplo.
Esto explica en parte la absoluta falta de interés a nivel de la Unión Europea para plantar cara a Gilead. Pero por otra parte, existe base legal para revocar la patente en toda Europa (o en España) y fabricar el genérico, pero solo se aplican las leyes que son beneficiosas para la industria, las beneficiosas para los pacientes solo existen sobre el papel. Fabricar el genérico seria “declarar la guerra a las farmacéuticas”, pero la U.E. y todos los partidos políticos, prefieren declararles la guerra a sus enfermos.
Curiosamente, en 2016 Argelia ofreció el genérico a Francia a un precio 30 veces más barato, pero gracias a que los políticos europeos trabajan para garantizar los intereses de los accionistas de Gilead, manteniendo la patente hasta 2024 (tiempo suficiente para hacerse de oro), no es posible comprar dicho genérico a Argelia.
Por otra parte, un grupo de 110 oncólogos franceses ha suscrito un manifiesto contra el alto precio de los medicamentos contra el cáncer, advirtiendo de que si esa dinámica sigue, la Seguridad Social puede desaparecer, o dar lugar a dolorosas medidas como las aplicadas en Gran Bretaña, donde a partir de un precio determinado, los fármacos no se financian públicamente, de forma que solo los ricos pueden pagarse de sus bolsillos los fármacos que han sido excluidos de la financiación pública.
Todo esto ocurre porque los sistemas sanitarios están enfocados para garantizar los intereses del complejo médico-industrial, no los intereses generales. Por ejemplo, en Francia, la enseñanza post universitaria médica ha sido abandonada por los poderes públicos y está financiada al 95 % por la industria.
En España ocurre exactamente lo mismo. De esta forma las multinacionales de “Farmafia” extienden sus tentáculos entre los profesionales.
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