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Reflexiones políticas del momento: ¿El bien o el interés?
Por Pedro Manuel López Romero DNI nº 23.186.648-A
Pocas fechas posteriores a las elecciones del 20 de Diciembre escribí unas líneas bajo el título: “La Ocasión la pintan calva”, interpretando que el resultado electoral nos daba la oportunidad de construir con solidez determinadas facetas de la sociedad española deficitarias en sí mismas y con pocas esperanzas de enmienda. No pretendía en aquel artículo actuar a favor de ninguna opción o criterio político, aunque algunos así lo hayan entendido, sino aprovechar el resultado electoral para que los partidos mayoritarios dieran una solución conjunta, esto es, no partidista a los problemas que están lacerando a nuestra sociedad, porque ningún partido, y digo ninguno, ha buscado hacer una ley objetiva e intachable científicamente en temas como educación, sanidad, hidrología, etc., sino fruto de una ideología subjetiva, en la seguridad de que iba a tener la permanencia de la mayoría del partido autor, lo que no es legislar para los administrados, sino un abuso de poder, que dudo mucho sea democrático, porque las mayorías pueden convertirse en dictaduras.
Aquel artículo, hasta aquí condensado, lo remití a muchos conocidos, algunos de los cuales cooperaron en su difusión, en tanto otros se sintieron ofendidos porque no querían recibir en suscorreos electrónicos artículos de similar catadura. No han sido pocos, de entre los primeros, máxime viendo el discurrir de las tensiones negociadoras, los que me han reprochado no continuar difundiendo el pensamiento motivador de “La Ocasión la pintan calva”, con la propalación de nuevos artículos, lo que no se me había ocurrido, ya que el primero lo escribí para desarrollar mi aportación, pero, un poco, para “lavar mi conciencia política y ciudadana” sin mayor vinculación. Dada la insistencia de algunos y para que no falte del montón mi grano de arena, voy a incidir en estas líneas en lo que fue mi pensamiento e impulso inicial.
Con acierto o con error, no deseo que esto sea un posicionamiento político, sino que mi convicción se asienta en la necesidad de variar el punto de inflexión impulsador de nuestros movimientos, en este caso de los políticos al uso. En todos los políticos en liza no he encontrado una sola postura generosa a favor del bien común, sino que todos se encuentran en el interés, en unos, descarado por gobernar, en otros más disimulado y en los que ven se les escapa la oportunidad, en mantenerse en “su razón”, aunque nadie la reconozca, por ello, según el lugar en que les ha tocado jugar, unos hablan mucho y otros menos de lo debido, pero en todos los casos cada uno juega su partido, como si los interesados en el resultado final no fueran 45 millones de españoles, sino su torticero actuar que le lleva a creerse el rey del universo, circunscrito al horizonte de su visión personal, en algunos casos cargada de miopía.
Para mí, la cuestión esencial es donde colocamos el punto determinante o esencial, el nudo gordiano (*) de esta situación: ¿En el bien o en el interés?. Cuando nuestros políticos buscan formar gobierno, encuentra el punto que les mueve a ello en su propio beneficio, su propio interés o el bien general de los ciudadanos, de todos los ciudadanos, no el de buscar los votos de los indecisos o cambiantes. Algunos pueden encontrar legítima esta actitud, pero todo tiene una medida y en estos momentos, a mi modo de entender, se han pasado de medida, porque no puede ser buena una actitud o decisión y la contraria, dependiendo solo de la existencia o no de un resultado que te lleva a la presidencia del gobierno.
Si en lugar de poner nuestra fuerza en el interés, menos legítimo cuanto más personal se contemple, lo ponemos en el bien general o común, el resultado será otro, porque el primer paso será buscar aquello que se necesita para que repercuta como bien para todos, no lo que tengo hacer para asegurar mi poltrona. Decididos a poner el acento en el bien común, tenemos una clara hoja de ruta:
1.- Ver cuales son los puntos de interés general de preferente solución con el acuerdo conjunto para que queden resueltos de modo estable.
2.- Establecer elementos o criterios objetivos para la concreción de las personas que van a ostentar los cargos de gobierno.
En el primer punto a desarrollar mi aportación expresa y concreta, sin considerar lo que sea políticamente correcto, es la siguiente:
a).- Necesidad de regeneración democrática y para ello no veo mejor vía que la de demostrar por parte de los políticos, su capacidad para llegar a cuerdos dirigidos al bien común. Después de más de tres meses de aguantarlos, muchos ciudadanos se están planteando no votar más, lo cual es un punto de enfermedad de nuestro sistema de gobierno. Extremo lógico, porque si tu político, que vive de esto, no era nada generoso, yo tampoco lo voy a ser perdiendo un tiempo en votarle.
b).- La enseñanza: aprobar una ley de educación que sea para enseñar, no para adoctrinar. Hasta ahora ningún partido ha querido acordar con el otro en esta materia, es más, ha quitado la anterior sin considerar elementos positivos que tuviera, solo por poner la de la mayoría de turno, con mis solas ideas. La Ley de Educación debe ser para enseñar a todos ciencias y letras, no ideologías, porque es para educar a personas a ser libres, no dóciles y adoctrinados corderos.
c).- Plan Hidrológico Nacional, por el que el agua que hay en España pueda ser usada por todos los españoles, sin que haya abusos en el uso o en la negativa de su utilización.
d).- Después del tiempo pasado, la experiencia existente y las nuevas realidades. Ahora estamos en Europa, lo que no sucedía cuando se aprobó la constitución. Es conveniente adoptar medidas para el bien de todos en relación con las autonomías, su financiación, la labor del Senado, de los parlamentos autonómicos, etc.
Y algunos más, que recogía en el primer artículo, y los que vean quienes están elegidos por los ciudadanos, que tienen mayor información que el que suscribe, podrán determinar, además de que si piensan un poco y trabajan en esa línea, empezarían a ganarse el sueldo.
Una vez superado el anterior punto, el resto creo que será fácil y acordarán que deben participar en el Gobierno en la medida y con la intensidad que las urnas han dicho, aunque para mí, dado la poca elevación de miras que están demostrando, me vale tanto uno como el otro, hasta podría ser a determinar por el que saque la pajita más larga, solo que eso diría muy poco de los políticos y de su generosidad, al negarse a sacrificar el interés personal por el bien general.
Llegado a este momento y tras los distintos argumentos expuestos, se me suscita una conclusión ajena al pensamiento existente al inicio, a saber: Si nuestros políticos fueran capaces, porque en este momento yo solo los veo egoístas, hasta la neurosis, de acordar algo similar a lo hasta ahora escrito, serian ellos los primeros beneficiados, porque demostrarían ser personas que cometen errores, pero que no es menor su deseo y capacidad para rectificarlos.
Este sería el modelo que ilusionaría a los ciudadanos, que empezarían a considerar el voto como algo ilusionante y beneficioso para quien vota y para el conjunto. No me gustaría más que estar en un error y que nuestros políticos tuvieran la categoría personal que aquí les niego. Sirvan estas líneas de reto para que me lo demuestren.
Murcia, a 4 de Abril de 2016
Gordio era un labrador de Frigia (actual Anatolia, en Turquía) que tenía por toda riqueza su carreta y sus bueyes. Cuando los frigios decidieron que necesitaban un rey consultaron al oráculo y éste les respondió que se escogieran al primer hombre que vieran subido en un carro. Aquel hombre fue Gordio. Proclamado rey de Frigia, fundó la ciudad que lleva su nombre y, en señal de agradecimiento, ofreció al templo de Zeus su carro y ató la lanza y el yugo con un nudo cuyos cabos se escondían en el interior, tan complicado según cuenta la leyenda que nadie lo podía soltar. Cuando Alejandro Magno se apoderó de Frigia, supo que una antigua tradición prometía el imperio universal al que desatara aquel nudo. La leyenda popular cuenta que cortó el nudo con su espada. El término "nudo gordiano" ha permanecido en el lenguaje para dar nombre a una dificultad que no se puede resolver, a un obstáculo difícil de salvar. Y "cortar el nudo gordiano" significa resolver tajantemente y sin contemplaciones un problema.
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