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El perro de la discordia
La discordia tiene una manzana encajada en la génesis. Pero a lo largo del tiempo, casi cualquier cosa ha servido para sostener la acepción brutal de esa palabra hundida en alguna parte del Homo Sapiens, de los Cromañones con corbata que somos. No importa que le hayamos proporcionado sinónimos de ocasión: desavenencia, oposición, desacuerdo, divergencia, desunión, división, conflicto, descontento, pugna y otras muchas palabras con las que dividimos el mundo entre los que creen tener toda la razón y los que creen exactamente lo mismo.
Ni siquiera el Diccionario de la Real Academia Española ha podido definir el significado de la palabra “discordia”. Los académicos la ven por fuera, lo mismo que nosotros. Para ellos se traduce como “Oposición, desavenencia de voluntades y opiniones”. No la explican, le dan la vuelta con otras palabras.
Discordia, en la vida real, que es donde el lenguaje cobra sentido, podría conceptualizarse mejor como el fermento donde crecen las pasiones que desatan la violencia y el enfrentamiento humanos. Es el abono de la intolerancia y deja heridas que tardan en sanar, a veces más de lo razonable.
Una vieja fábula de la mitología africana, haciendo gala de la sabiduría que alguna vez tuvo el hombre, explicaba toda desunión humana de la manera siguiente:
“Dos hermanos vivían uno frente al otro, se querían y se ayudaban en el campo. Viendo esto, el rey, que les temía porque siempre decían la verdad, cogió un perro blanco y le pintó un lado de negro. El perro pasó entre las dos casas y el rey preguntó a los hermanos: ¡A ver, ¿de qué color es ese perro?! El mayor respondió que era blanco y el otro, que era negro. Y los hermanos empezaron a acusarse de mentirosos.
Pero el perro dio la vuelta y volvió a pasar. Entonces, el mayor dijo que era negro y el menor, que ahora lo veía blanco, no pudo resistir que su hermano tratara de engañarlo, tomó un cuchillo y se lo clavó en el pecho. El que quedó vivo se volvió loco y el rey ya no tuvo preocupaciones”.
La moraleja es muy clara: cada vez que dos hermanos se enfrentaron hubo entre ellos un perro de dos colores pintado por alguien.
La discordia se abatió sobre España en 1931 y terminó en guerra civil fratricida, hermano contra hermano. Y el espíritu de aquella trágica discordia parece aún flotar sobre la península y permanecer incrustado en quienes deben velar por la democracia española. No prima entre ellos la libre opinión constructiva sino la negación incitante, la pugna, la división, la discrepancia y los muchos sinónimos del lenguaje de la discordia.
La población se polariza, los políticos no muestran sino el lado feo de su ansiedad por ejercer el poder y se niegan a encontrar lo que pueda obrar a favor de un país que demanda soluciones y no una bronca tras otra. Con toda certeza, el ciudadano común, que es la inmensa mayoría de la población, ve con escepticismo la capacidad de la clase política para un diálogo de unidad nacional, que garantice un futuro sin las angustias del presente.
El perro de la fábula sigue suelto. Esta vez en forma de toro. Y la discordia, que tuvo su manzana encajada en la génesis, tiene ahora un cuerno alojado en el culo de los españoles.
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Reynaldo, como siempre, un pensamiento lleno de razón y originalidad.
Hasta que no aprendamos a luchar por nosotros y no contra nosotros, jamás saldremos de este agujero.
Como siempre, un placer leerte.
Reynaldo, a veces el desanimo nos inunda a quienes vemos como los chapuzas(Que no reyes) toman la brocha y todo lo pintan con señales de dirección contraria, para que nos estampemos y ellos recojan los cadáveres con sus pertenencias.
Es un placer leerte en estas paginas, donde generalmente no se exponen e intercambian ideas, si no que se toma la pintura, y todo embarrado para que no se aclare el fondo. Fredi.
Don Reynaldo además de escribir muy bien es un obstinado especialista en templar gaitas.Cuando como consecuencia de los turbios debaneos de estos golfos que hemos colocado en nuestro ayuntamiento nos vemos atrapados en lo más profundo del cenagal,aparece él ejerciendo de Vate Oficial Primado del Excelentísimo Ayuntamiento de la Ruinosa Ciudad de Béjar para echar balones fuera y tratar de convencernos con milongas caribeñas sobre guerras fraticidas e increíbles leyendas perrunas.¿Y qué propone?Nada.Si el perro de la discordia anda suelto quizás haya que caparle,desalojarle del ayuntamiento y reenviarle a redimir a los de su pueblo.
Estimado invitado:
Gracias por los elogios a mi redacción. Yo no podría decir lo mismo de su comprensión del comentario. En primer lugar, las milongas son argentinas y no caribeñas. En segundo lugar, cualquier fábula es increíble de por sí y no se aprecia su contenido sólo con la razón, requiere de una sensibilidad para las cuestiones humanas que no todos llegan a tener. Por último, no sé dónde ha leído usted que Béjar se encuentre en el centro del texto. Es obvia la referencia, explícita por demás, a España. Y absolutamente neutral, sin compromiso con nadie y como reflejo de una realidad que es imposible ignorar. Si su mentalidad bejarcentrista pone los límites de su capacidad para entender la política en el Puerto de Vallejera, no es mi culpa. Por último prefiero no referirme a su agresiva expresión final, no valdría la pena teniendo de interlocutor una mente reducida como la suya. Mejor se lee la historia de España y allí encontrará lo que no puedo explicarle en tan corto espacio.
Atentamente, Reynaldo Lugo
Ya están aquí los de la brocha, "...convencernos con milongas caribeñas sobre guerras fraticidas e increibles leyendas perrunas..." A éste de no le gusta la descripción del cuento, porque se debe ver reflejado en el. Habla de los que estan dentro del Ayuntamiento, "... y reenviarle a redimir a los de su pueblo." En este entramado de conceptos donde de forma farragosa el invitado de las 17:47, mezcla al autor con el Ayuntamiento, y trata de decir que se vaya a su pueblo, no es más que seguir con la tarea que le han encomendado de embarrar todo lo que pueda clarificar la situación de esta Ciudad.
Reynaldo, de lo que trata el invitado de las 17:47, es como muy bien explica el invitado de las 8:55. Callar todo lo que de una forma u otra, directa o indirectamente, les afecte en su estrategia de campaña política. En este caso queda claro que su afiliación esta en el nido de las Gaviotas. Esta tribu al igual que la otra, aprovecha que el Pisuerga pasa por Valladolid, para vender las sandias de D. Benito.
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