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La pérdida
Ando arrellanada en la higuera debatiendo internamente las diferencias existenciales entre el trinchero, la mesa del pobre, el trinchante ó sea la relevancia del ser individual, y lo trinchado, como ya dije, ese pollo entomatado que vuela encima de mi economía familiar...
Lo cual no-quita, que en la horquillita que me muevo transversalmente, muy por encima de mis descolgados pies, baile un cartel que considero sea leído para delimitar explícitamente quienes son bienvenidos o amablemente rechazados a este arresto mental que me impongo placidamente. El texto en cuestión se encuentra divinamente referido en “Gargantua y Pantagruel” de François Rabelais solicito modestamente su lectura intemporal.
En estas cavilaciones recibí un correo de Pablo, alertando de que en el otoño suele perder la hoja, la higuera..., y me dio por pensar si me quedaré infinitamente más desnuda tras la perdida de la fronda, fue entonces y sólo entonces que vino a rescatarme desde el eco de la radio en los primeros noventa, en voz de Ceferino García Martínez, la figura pretérita de “Juan Biclarense”, el primer exiliado bejarano derivado de este cenobio a Cataluña; de Juan no se sabe a ciencia cierta donde empieza la leyenda y donde termina la verdad... pero siempre queda la duda.
Es la gama fría de la pérdida la que me desmaya a ratos,
Miseria de la razón, razón del mito, escribía Rubert de Ventós en el País...
“La razón nos hace libres-si, pero también miserables-. La técnica nos permite controlar el mundo sin tener que experimentarlo- si, pero incitándonos a mitificarlo-.El desarrollo de las luces parece así asociado a un aumento de los mitos y ritos necesarios para enfrentar el mundo desencantado que de ellas resulta.
El duende ya no está en las cosas, y somos ahora nosotros los responsables de echarles cuento.------.
Convenido que la lucidez puede ser un buen guía o volante, pero le falta motor; convenido que, al parecer, los hombres nunca soportaron el saber lo que se hacía, celebremos, celebremos pues todos los hitos, efemérides, ritos de pasaje, festivales, ceremonias saturnales, juvenales, foros, centenarios, y demás solemnidades que al caso vengan y convengan. Pero no olvidemos en el ínterin que con todo ello no hacemos sino dar testimonio de un ancestral destino y continuar piadosamente la vocación de nuestros antepasados.”
Este paisaje cada vez más distante no hace más que preocuparme,
...por si estoy en transito a la miseria.
Temo quedarme sin cuento, sin ángel, por haber amado en demasía el mito.
Confieso tener tentaciones de volver a la piedra con la certeza que lo hacía Mateo sabiendo de antemano que su águila, su búho, su gacela siempre estarían en posición de movimiento, listos para correr, listos para volar pero que nunca lo harían...
Sí, ese es probablemente, el destino de este duende mío, la posición eternamente quieta de empezar un movimiento,... el hastío de la pérdida, el reposo angustiado de la fronda de menos lo que me llena los ojos en este otoño en el que mi risa está cada vez más intensamente desnuda; con una pobreza oportuna que quizás condicione de por vida, hasta los días secos que paso en “la higuera”.
Gel Borrajo
Noviembre 16 de 2007
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