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De cuán poderoso y valioso es el dinero y de cómo éste influye en las personas (Parte II)
Iván Parro
Ya compartí algunas reflexiones en una colaboración anterior (http://bejar.biz/cuan-poderoso-valioso-es-dinero-como-este-influye-) sobre el dinero y su importancia e influencia en las personas y en las sociedades. En esta colaboración quiero finalizar estas consideraciones apuntando nuevas ideas referidas al dinero y que son las siguientes:
• El dinero otorga una identidad, una posición social diferente a la de otras personas
El dinero (o mejor dicho la posesión o carencia del mismo) es un indicador de valoración social, de demostración ante los demás de quiénes somos y lo que tenemos, ostentación que puede provocar en algunos casos alejamiento o acercamiento al poseedor según las necesidades o las intenciones de cada uno. El tener dinero y demostrar que se tiene es una forma de vida y un estilo genuino y particular de cada persona, es mostrar y demostrar al mundo cierta superioridad en comparación con otros individuos y colectivos que malviven o malsubsisten con poco más de un euro al día.
Esta brecha económica tan colosal es síntoma del mal reparto de la riqueza, lo cual no quiere decir que el que tenga dinero no se lo gane sino que en muchas circunstancias (y todos sabríamos enumerar al menos una decena de ellas con seguridad) el que trabaja no recibe una remuneración o compensación económica adecuada, o ni siquiera recibe nada, por lo que cada vez los ricos son más ricos y los pobres cada vez más pobres.
• El dinero será en el futuro un elemento accesorio: será fruto más de la conmoción o de la compasión y no habrá distinciones entre triunfadores ni perdedores
Si bien en la colaboración anterior explicaba cómo la sociedad actual ha cambiado los modos de considerar y catalogar la riqueza y la distinción entre triunfadores y perdedores, en este caso tomo como ejemplo la paradoja de Easterlin para indicar que el dinero no es siempre sinónimo o condición para la felicidad. Según la paradoja citada incrementos de renta (ganar o tener más dinero) no generan siempre incrementos equiparables de felicidad. Nosotros podemos asegurar por nuestra parte (y quizá así lo hemos experimentado) que el dinero no trae la felicidad pero ayuda a conseguirla, aunque sea sólo un poquito. Lo que sí parece más claro demostrado con las investigaciones de Hagerty o Veenhoven es que países con más dinero son países más felices, y se nos podrían ocurrir cientos de motivos para ello.
• El dinero es la herramienta ideal de la persuasión
El recurso al dinero, a la chequera o a los maletines tan utilizados para logar un objetivo determinado no es algo moderno sino que lleva realizándose hace muchos siglos de formas y maneras diferentes. Si otras artes persuasorias no funcionan como debieran para conseguir información, realizar un trabajo o vender al compañero o al vecino siempre se puede acudir al recurso fácil y bastante efectivo del dinero porque muchas personas tienen su precio, queramos o no, personas sin escrúpulos ni moralidad capaces de saltarse todos los códigos y conductas con tal de cumplir su misión por dinero, quizá trabajos que en otras circunstancias nunca harían, pero el influjo del dinero es tan poderoso… Ya lo señalaba el insigne maestro Quevedo en su famoso poema: “Es tanta su majestad/ aunque son sus duelos hartos/ que aun con estar hecho cuartos/ no pierde su calidad/ Pero pues da autoridad/ al gañán y al jornalero/ Poderoso caballero/ es don Dinero.
Hoy parece claro que el dinero es un medio de acceso a muchos objetos, bienes o servicios, y que la carencia o ausencia de dinero provoca situaciones y circunstancias cuando menos preocupantes y que invitan a reflexionar sobre el papel que juega el dinero en nuestras vidas y en las vidas de los otros. El dinero también influye en la justicia social cuando éste no se redistribuye equitativamente entre todos para garantizar las necesidades mínimas, o bien cuando el dinero se concentra en una sola o en varias manos con los problemas que de ello derivan. La pobreza material depende en buena parte de esto, de cómo el dinero puede llegar a todas las personas con garantías y con unas mínimas condiciones de igualdad. Y es que del dinero dependen muchos sectores y servicios y tiene una poderosísima influencia en muchos ámbitos.
Eduquemos más y mejor en la cultura del compartir y en la cultura del compromiso para logar un mejor mañana, de modo que podamos disminuir o mitigar los efectos de las escandalosas diferencias que hoy matan o destruyen muchas vidas. Aprendamos más a ser y consideremos en su justa medida el tener para que así quien tenga mucho pueda ser mucho y que así pueda ser más consciente de una realidad que quizá desconozca pero que puede ser del todo enriquecedora, recordando que el dinero es solo un medio y no un fin, que es una vía para conseguir algo pero que no debería influenciar ni modelar ni configurar en ningún caso nuestra forma de ser ni de sentir ni de estar en el mundo. Dinero justo y necesario, felicidad multiplicada por el infinito, más vida, más salud, más humor, menos tristeza, cero muertes.
“No pienses que el dinero lo hace todo o acabarás haciéndolo todo por el dinero” (Voltaire)
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