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Lorenzo Milani, educación y amor por encima de todo
Iván Parro
Mañana 26 de junio se cumplirán cincuenta años de la muerte de un sacerdote y de uno de los grandes pedagogos del siglo pasado. El 26 de junio de 1967 el cáncer que sufría Don Milani logró vencerle en su lucha con la vida. A sus niños y alumnos de Barbiana les dejó escrito en su testamento: “Os he querido más a vosotros que a Dios”, frase que resume esa pasión y auténtica y verdadera vocación que desarrollaba Don Milani con los niños y jóvenes de la pequeña ciudad toscana de Barbiana. Desde aquí invito a todos aquellos que no conozcan la figura y el mensaje de Don Milani acercarse a él, leer Cartas a una maestra, Experiencias pastorales o La obediencia no es más una virtud, a entender esa obsesión casi enfermiza por educar en el más amplio término de la palabra, en construir personas, en edificar hombres y mujeres de provecho, en sentir como propio todo aquello que nos rodea, en aprender a leer entre líneas las noticias de los medios de comunicación y amar, sobre todo en amar hasta a los propios enemigos, a todos aquellos que buscan el mal, a todos aquellos que provocan división o violencia y a ser, a ser personas en el sentido humanista del término y a creer, a trabajar por cambiar las situaciones injustas porque un chaval que no sabe ni la jota puede convertirse en el más adecuado modelo, guía y ejemplo para otros, ¿por qué no?
Y para todos aquellos que ya sabían de la existencia de Don Milani aconsejamos reeler sus obras, intentar captar sus mensajes ocultos, leer entre líneas y poner en práctica algunas de sus recomendaciones como esta que proponía en su libro Experiencias pastorales: “hay que tener las ideas claras respecto a los problemas sociales y políticos. No hay que ser interclasista sino que es preciso tomar partido. Hay que arder del ansia de elevar al pobre a un nivel superior. No digo ya a un nivel igual al de la actual clase dirigente sino superior: más humano, más espiritual, más todo”.
En mi artículo “Don Lorenzo Milani: su vida, sus obras, su mundo en San Donato y en Barbiana”, disponible para su lectura en el enlace: http://goo.gl/KaePkH, proponía un recorrido por la vida y las ideas de este sacerdote italiano que aún en nuestros días sigue hablando, educando, enseñando. El Grupo Milani español (Movimiento de Educadores Milanianos – http://www.amigosmilani.es) tiene su sede precisamente en Salamanca, en la Casa-Escuela Santiago Uno, lugar desde donde siguen poniendo en práctica y educando siguiendo la metodología un tanto atípica pero en buena parte efectiva de Lorenzo Milani, un hombre que peleó a través de las palabras con las instituciones de su momento para llevar sus ideas y convicciones hasta la máxima expresión. Fue un renovador pedagógico como Paulo Freire o Emmanuel Mounier que sentó nuevas bases laicas (a pesar de ser un sacerdote) para una nueva pedagogía social en la cual se daba mucha más importancia al ser que al saber. En mi artículo ya citado resumo la vida de Lorenzo Milani de esta forma: “En el ambiente sociopolítico de la Italia de la posguerra, donde hay mucha miseria y donde existen claras diferencias entre las clases sociales, entre campo y ciudad, Lorenzo Milani se inventa un espacio novedoso donde niños y jóvenes pobres son acogidos y escuchados, donde reciben una educación completa y eficaz, donde abren sus ojos y su mente al mundo y a la sociedad que les rodea. Surge entonces la Escuela Popular como respuesta a la injusticia y a la marginalidad que vivían buena parte de la sociedad italiana surgida tras el final de la Segunda Guerra Mundial. Hasta su muerte Lorenzo Milani no paró de trabajar por su auténtica pasión: dar voz a los que no tenían voz, dotar del don de la expresión a los que no podían o no sabían expresarse”.
La vida de este joven sacerdote fue una vida apasionada, encarnada en la Historia y en su ambiente, una vida con muchas luces que pueden iluminar la oscuridad en la cual muchas veces nos encontramos. La historia de Don Milani es una historia de superación, de querer y de poder, de auténtico cambio y transformación social, de clara victoria contra las injusticias y la desigualdad, de educar en un amplio y verdadero sentido. Su legado aún perdura hoy, aún vive hoy. Podemos conocerlo u olvidarlo pero lo que sí es seguro es que su mensaje es un mensaje de cambio, de renovación, de compromiso total, de decir “si quieres claro que puedes”. Y entre sus obras para conocerle mejor destacamos aquí Cartas a una maestra, Experiencias pastorales y Carta a los jueces, auténticos documentos de renovación donde se expresa el Milani más social, más reivindicativo, más educador. Leerlos es acercarse a un pensamiento revolucionario para la época pero aún vigente en nuestros días que sigue dando sus frutos. Para apoyar esto y animar aún más a su conocimiento quiero terminar esta reseña con unas palabras extraídas de la Carta a los jueces: “La escuela es el difícil arte de guiar a los muchachos por un filo de navaja: por un lado formar en ellos el sentido de la legalidad (y en esto se parece a su función de jueces); por otro la voluntad de leyes mejores, es decir, el sentido político (y en esto se diferencia de su función)… Así que el maestro debe ser en lo posible profeta, escrutar los signos de los tiempos, adivinar en los ojos de los muchachos las cosas bellas que ellos verán claras mañana y que nosotros sólo vemos confusamente”.
En tiempo ya vacacional para muchos, en tiempo de ocio y de descanso pero a la vez de preparación, releamos los escritos de este joven sacerdote que puso a sus alumnos por encima de todo y de todos, y sigamos aprendiendo, sigamos educando y sigamos siendo capaces de interpretar lo mejor posible los signos de los tiempos.
“Barbiana no me pareció una escuela cuando llegué. Ni tarima ni pizarra ni pupitres. Sólo grandes mesas en las que se aprendía y se comía. De cada libro no había más que un ejemplar. Los chicos se apretujaban sobre él. Era difícil darse cuenta de que uno de ellos era algo mayor y enseñaba. El más viejo de aquellos maestros tenía 16 años. El más pequeño 12 y me tenía admirado. Decidí desde el primer día que yo también tenía que enseñar”. (Carta a una maestra)
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