Bajo licencia de Creative Commons.
Nemesio Sánchez: las curas milagrosas
Octavo capítulo de las memorias de D.Nemesio Sánchez García, nacido antes del amanecer del 20 de diciembre de 1889 en El Cerro. Emigrante. Nunca regresó.
Estando en mi sandial, yo iba a beber agua todos los días a un arroyo que corre en la misma dirección del camino. Ese arroyo pasa a unos diez metros del sandial. Un día, al saltar la pared para ir a beber agua fresca, sentí un dolorcito en la cadera izquierda, pero no le di importancia. Así, pasaron unos días y al volver a cruzar otra vez la pared, el dolor se había intensificado, al punto de que al regresar, lo hice arrastrando la pierna.
Esa noche, cuando vino mi tío Nicolás, le conté lo sucedido y al otro día me montó en el mulo rumbo a casa. Mi madre llamó al médico y al día siguiente vino a verme. Me revisó y le dijo a mi madre que era reumatismo. Recetó unos remedios que mi madre compró, y empecé el tratamiento.
Pasaron días, meses; pero yo no tenía ninguna mejoría. El doctor hizo un certificado para que mi madre me llevara a los baños termales, ubicados a un kilómetro de El Cerro. Y allá fui con mi madre al establecimiento que pertenece al pueblo de Montemayor.
Nos hospedamos en la casa de un matrimonio conocido de mi madre, por ser la señora oriunda del pueblo natal de mi madre. Entregamos el certificado al jefe del establecimiento y sin revisarme, le dijo al ordenanza que me bajara al subterráneo, a un baño particular. Todos los baños están bajo nivel, los hay colectivos y privados. Estuvimos unos cuantos días y regresamos sin obtener ninguna mejoría. Así me sentía entonces…
MADRE
Tú estás sufriendo muchos dolores,
Pero yo no tengo la culpa, te ruego, no llores…
Estoy castigado, eso tú lo sabes.
Yo me pregunto, ¿quién es el responsable?
Primero me rompí una pierna, luego la otra,
Tengo una gran pena, pero tu vida me honra
Esas rosas, esas flores, me ayudan a vivir mejor,
¿Por qué no nos vamos a vivir a un jardín?
Cuando estoy en la montaña, y me subo a lo más alto
Me parece que yo soy, el dios de los que están abajo.
La falta de ortografía, denuncia el poco saber,
La desgracia fue causante, de lo poco que aprendí.
Al regreso de los baños, cuando me volvió a ver el médico, éste no sabía qué hacer. Alguien le dijo a mi madre que me frotara la cadera con un cepillo de limpiar la ropa y que luego me pasara yodo. Ella lo puso en práctica con el único deseo de ponerme bien, pero resultó todo lo contrario al sumarse al dolor las ampollas que me produjo la frotación.
Así me encontré, por muchos días, hasta que curaron las quemaduras. A pesar de este fracasado intento, mi madre insistió con otra “milagrosa cura”. Le habían dicho que cuando hiciera pan, al sacarlo del horno, me lo colocara sobre la cadera, que el calor me haría bien. Craso error. Mi madre me tendió en el suelo y me puso una sábana limpia sobre la cadera y sobre ésta el bendito pan caliente. Yo empecé a los gritos y retiré el pan entre llantos y alaridos. Total, otra vez a curarme las quemaduras.
Cuando por fin sanó la piel, mi madre me llevó a una “tía”, ya sabéis que allá, a nadie le decían señor o señora. Esa tía era una curandera del pueblo, viuda con una hija joven. Cuando me revisó le dijo a mi madre que todos los remedios que me hizo no sirvieron para nada porque lo que yo tenía era el hueso de la cadera fuera de su lugar. Le aconsejó que me llevaran a Madrid, a un hospital que me viera un especialista, que ella no estaba capacitada para curar esas cosas. Mi madre consultó con mis abuelos y como ellos daban más importancia a lo que decía el médico, todo quedó en la nada.
Pasó casi un año, ya casi no me dolía, pero esto ocurría porque, el vacío que había dejado el hueso al salirse de lugar, se había completado de carne y así fue que me quedó el defecto para caminar para siempre…
Desde que nací, tengo la muerte encima
Pero es mi fortaleza, fuerte como una encina
Cuando busco trabajo y no lo encuentro
Ganas de robar me asaltan,
¿Me queda otro recurso?...
¿Quién me robó la herencia de Adán y Eva?
Todo el planeta era de ellos, ¿y mi cincuenta por ciento?
Acaso, ¿hicieron testamento y legaron a los tránsfugas?
Yo creo que no fue así, que fueron los más pillos
Que aprovecharon la ignorancia de los pueblos desunidos
En nombre de la democracia nos tienen abandonados
En nombre de la libertad, nos tienen aprisionados.
Todos pedimos justicia. Todos pedimos libertad.
Pero todo esto lo venden, como si fuera una propiedad.
Todos estamos de acuerdo, en que vamos a morir
¿Por qué no ponernos de acuerdo, para obligarlos
A que nos dejen vivir?...
Texto transcrito del original por Doña Inés Ruiz Quiroga.
Continuará…
- Por fin el ayuntamiento
hace 9 horas 48 mins - Y yo le paso este enlace,
hace 9 horas 50 mins - Parece una noticia del Mundo
hace 10 horas 43 mins - Y a los verdaderos
hace 12 horas 22 mins - Lo de la guía de
hace 17 horas 19 mins - Sííí, apuntandonos a este
hace 19 horas 20 mins - Curso para aprender a poner
hace 20 horas 19 mins - Un curso para aprender a
hace 20 horas 42 mins - Igualmente, el pueblo que
hace 22 horas 12 mins - Ya les pega mucho a los
hace 22 horas 19 mins
Enviar un comentario nuevo