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La inmigración masiva desde África: un reto a la conciencia
La emigración es un fenómeno viejo. Muy viejo. Desde que los primeros hombres aparecieron como especie sobre la faz de la tierra emigraron. En realidad, muy al principio, no tenían sitios fijos donde asentarse: eran nómadas y aparecían allí donde encontraban la comida y la seguridad. De hecho, era el modus vivendi de los primitivos habitantes del planeta y hasta que fueron sedentarios e identificaron una tierra como la suya no comenzaron a emigrar por dos razones: económicas o sociales. A veces ambas unidas en una sola.
Las oleadas migratorias desde el continente africano hacia Europa son las mismas de todos los tiempos. España lo sabe. Y desde hace ya algunos años eran predecibles por las dos mismas razones: económicas o sociales más que evidentes y catalizadas por la violencia extrema. Sólo hay que imaginar –circunscribiendo el tema migratorio a un espacio reducido– lo que harían los habitantes de Béjar si desde Candelario nos estuviesen disparando con cohetes; aunque es más ilustrativo pensar en la emigración de los jóvenes de la ciudad por causas económicas y de perspectivas de futuro.
Los españoles han emigrado a lo largo de su historia más reciente. Desde la colonización forzosa de los territorios americanos que adquirieron por la fuerza, facilitada por la superioridad tecnológica; la Guerra Civil, huyendo de la represión del golpista que se hizo con el poder y también ahora mismo por lo ya expresado. No obstante, casi todos los pueblos del mundo contemporáneo –para no ser absoluto– han tendido su momento para irse de su tierra y continuar la vida en otra.
Un ejemplo fue la emigración española a Cuba. En 30 años, de 1903 a 1933, emigraron 723,381 españoles sólo a la Cuba recién independizada. La población de la Isla era entonces de un millón y medio de habitantes y ese flujo migratorio supuso, aproximadamente, un tercio de la toda la población. Y lejos de lo que se pudiera pensar, fue un incentivo para el desarrollo económico.
Todo lo anterior es aplicable a la actualidad, pues es algo consustancial al espíritu de sobrevivencia de la especie. Por tanto, que grandes grupos de personas intenten salvarse debe ser visto con una perspectiva más amplia que un problema más que nos viene encima. Y en el caso del Occidente Cristiano, debe ser visto como una obligación moral por obvias razones.
No obstante, al parecer, en Béjar no ha habido una respuesta, una posición, pública o no, sobre ese delicado asunto. Tal vez el Ayuntamiento esté incubando alguna declaración o alguna asociación preparando un proyecto. No obstante, éste es un tema que no se puede desconocer y que requiere de la buena voluntad de los gobernantes y de los bejaranos en general, que ser cristiano no es participar en la procesión del Corpus sino amar al prójimo, lo no conoce límites ideológicos ni confesionales. Y ser solidarios no es una idea sino una mano tendida a todo el que lo necesite.
La magnitud de la inmigración en Europa es ya un fenómeno enorme y complejo para toda Europa, a la que Béjar pertenece. El diario El País, en su edición del 2 de septiembre estimaba que “la llegada masiva de refugiados a Europa, el mayor flujo migratorio que registra desde la II Guerra Mundial, ha enfrentado a las autoridades europeas a la realidad de una tragedia con dimensiones astronómicas. Solo entre el 1 de enero y el 1 de septiembre de 2015, al menos 351.314 personas han llegado a las costas europeas, principalmente a Grecia (234.778 personas) e Italia (114.276), seguidas muy de lejos por España (2.166) y Malta (94). Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), al menos 2.643 personas que intentaban llegar a Europa han perdido la vida en el Mediterráneo, aunque el organismo no descarta que esta cifra sea muy superior.
Si cristianos, judíos, musulmanes y ateos, muchos o pocos, creen que la ciudad debe estar preparada para acoger a los que emigran y echarle una mano a la difícil tarea de amar al prójimo, pues habrá que trabajar para lograrlo. ¿Opinamos?
- Aqui estamos con los
hace 14 horas 9 mins - Seguid calentando "a las >
hace 16 horas 4 mins - Aquí hay mucho Koldo.
hace 16 horas 12 mins - No entiendo muy bien lo que
hace 17 horas 52 mins - En esta historia el listo
hace 1 día 7 horas - Que esperas de una personas
hace 1 día 17 horas - Trabajadoras las tristes??
hace 1 día 17 horas - sospechosos de cometer
hace 1 día 17 horas - Seguid calentando "a las
hace 1 día 18 horas - Se nota que la universidad
hace 2 días 3 horas
¿Siria está en África?
Mi pregunta es: ¿dónde ponemos el límite?, o dicho de otro modo, ¿admitimos al que venga sin límites?. La tragedia humana es innegable. La necesidad de apoyo también. Pero yo tengo mis dudas de quien para huir de la muerte quiere llegar a Alemania. Me explico. Los Judíos que escapaban de Alemania querían llegar A CUALQUIER SITIO, a América, a Israel, a España, a Inglaterra, etc. Un sirio que "huye de la muerte" está a salvo en Grecia, está a salvo en Hungría, está a salvo en Serbia. Pero no. Masivamente dicen ¡GERMANY!. Por eso no son creíbles. Por otra parte toda esta oleada de solidaridad a golpe de foto de niño muerto en playa me parece hueca. Esa criatura (pobrecito mío)no es mas niño ni mas inocente que cientos de niños sirios DECAPITADOS por el ISIS. Pero claro..esos videos no ocupaban la portada del telediario, de hecho era difícil encontrarlos por youtube porque se denunciaba su contenido. La foto de la playa es mas..."soportable". Es curiosa nuestra adaptación a la bilis...soportamos cierta cantidad, pero no demasiada. Mientras tanto colaboramos con 10 eurillos a alguna ONG y dormimos mejor. Ah, y de paso damos alguna lección de moralidad a los que salgan en el corpus...ya se sabe: católicos, fachas, de alta cuna y bajos sentimientos. Bien. Admitamos pues toda la inmigración que venga. Pongamos 3 millones. Sería soportable. No. Mejor 5 millones. O aun mejor 10. Quizá 20. Bien. Ya somos Nigeria... ¿y ahora qué?. Porque Pitágoras no miente. 2+2=4. Y el que tiene 3 siempre querrá tener 4. Es decir, jamás se detendrá la inmigración. Y ahora, teóricos de la solidaridad, y del mundo sin fronteras espero vuestra solución al problema. Porque cuando levantéis el muro, Y LO LEVANTARÉIS, os llamaré fariseos.
Ah por cierto...que no tenga que ver con que Europa es la culpable de todos los males de Asia y África, no vaya a ser que la crisis de España sea culpa de los Fenicios.
Soy hijo de emigrantes y por pocas semanas pude nacer en Alemania, la tierra prometida para aquellos españoles de finales de los '50 y principios de los '60. Mis padres me recuerdan cómo los alemanes lo tenían todo perfectamente organizado para acogerles y cuánto cambió su vida entonces; también habría que poner en la balanza lo mucho que contribuyeron esos españoles, italianos y turcos -principalmente- al desarrollo de aquella Alemania que acababa de salir de la segunda gran guerra que ella misma había provocado, beneficio que también contribuyó a la balanza del país de origen en forma de divisas y, tras el retorno, en ideas civilizadas y buena formación (mis padres trabajaron allí con enormes máquinas de hilatura que en Béjar eran desconocidas). El Plan Marshall y el carácter serio y trabajador de los alemanes sacaron muy pronto al país de la miseria de la guerra (mucho antes que en la larga postguerra española, de ahí nuestra emigración). Más recientemente, apenas hace una década, España fue el país receptor de emigrantes desde países de la América hispana y de los llamados países del Este, contribuyendo enormemente a nuestra economía y al rejuvenecimiento de este geriátrico llamado España. Pero los miles de personas que llegan a Europa desde Siria y otras partes no son sólo emigrantes, sino, sobre todo, refugiados, expulsados de países en guerra (como aquellos españoles recibidos con los brazos abiertos en México tras nuestra última guerra in-civil), y el Occidente al que decimos pertenecer ha establecido normas muy claras en relación con el respeto por los Derechos Humanos en casos como estos, así que no hay otra opción que ser consecuentes con lo acordado y acogerles dignamente: no sólo se trata de solidaridad, sino de legalidad internacional. Alemania lo está haciendo (hay quien dice que en provecho propio, pues los sirios que llegan están generalmente bien cualificados y tienen abundante familia: buenos productores y consumidores para alimentar al sistema), y también España parece haber reaccionado (curiosamente, justo a los pocos días de la entrevista del dócil Rajoy con frau Merkel). El problema, sin embargo, no es la voluntad de acogida, pues me temo que los flujos de expulsados superarán incluso la capacidad económica de Europa: es necesario restablecer las condiciones de dignidad en los países de origen, acabar con la guerra en Siria y en otras partes, crear un nuevo tipo de relaciones entre países basados en la equidad, algo que repugna a ese minúsculo porcentaje de potentados prepotentes que, gracias a las guerras y a otras estrategias vampirizan los recursos del mundo hacia sus rebosantes cuentas bancarias. José Muñoz Domínguez / DNI nº 8.104.629-G
Estoy de acuerdo con usted. Pero hasta que consigamos que la situación de esos países mejore (lo que se me antoja difícil viendo el percal de aquí), habrá que ir pensando en poner cierto límite. Que debe ser consensuado. Que debe ser amplio. Pero sobre todo que debe ser razonable. Y razonable quiere decir también inflexible, o no sería límite. Lo contrario, es abocarnos a todos al suicidio. En la mesa de San Francisco donde comen cuatro, no comen cinco. Eso era antes. Decían en una obra de la desaparecida Lina Morgan (Sí. La ví. Y me reí), que hoy, en la mesa de San Francisco, donde comen cuatro, si se arrima otro...pasan hambre los cinco. Y no diría yo que pasaremos hambre...pero desde luego no será lo que tenemos. Ni de lejos.
Claro, se trata de moverse en el frente de lo inmediato y resolver ya mismo la situación de los recién llegados y, a la vez, poner fin a la tristemente larga y sangrienta guerra en Siria: no es momento de "jugar a remediar" (y vuelvo a citar aquella excelente canción de Cecilia) ni de hacerse los remolones, como siguen haciendo algunos países, es preciso poner en marcha políticas nuevas -o no tan nuevas- en ambos niveles y de forma potente y conjunta de todo ese "Occidente" al que nos gusta pertenecer, o la situación será desastrosa para todos, aunque no estoy tan seguro de que la mesa de San Francisco sea tan parca, con lo que derrochamos en este opulento primer mundo, y más concretamente en Spain: miles de pisos vacíos, miles de litros de leche tirados por los campos o las calles (y conste que estoy de acuerdo con las reivindicaciones de los productores), toneladas de comida en los contenedores, en fin, se ve que San Francisco está un poco miope últimamente. José Muñoz Domínguez / DNI nº 8.104.629-G
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