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La igualdad desigual y la política de los menos
El panorama de las elecciones va tomando sus tintes característicos, que es el de un enfrentamiento en el que cada uno tira de la brasa hacia su propia sardina. Es lo normal, porque cada partido o entidad política con derecho a ser votada responde a un esquema ideológico, que antes de serlo fuera un esquema económico. Desde que en una tribu de un lugar perdido en las sombras del paleolítico alguien decidiera ser el jefe, apareció la política como un modo de dejar claro que no todos eran iguales y que unos estaban hechos para mandar y otros para obedecer. Eso por aquí nos queda claro cada vez que vemos el Palacio Ducal. Desde entonces hasta ahora mismo no ha sucedido otra cosa: unos deciden las opciones de los otros en la sociedad. Los primeros en exigua minoría y los segundos como masa amorfa.
No se puede negar. Cada cual responde a una clase social y no a todas. Ningún ser potentado, con un lugar entre los que atesoran millones, puede pensar ni necesitar las mismas cosas que un fontanero o un jamonero de Guijuelo. Unos viven y los otros sobreviven. No somos iguales ni por el forro.
El interés de quienes se esfuerzan ante las elecciones por proyectar una imagen popular, de beneficio de todos, nunca será una verdad y es lamentable que en ocasiones sea una sombra tan densa que muchos no sean capaces de mirar a través de ella y verle el corazón, latiendo por el poder económico y jamás por el poder de las inmensas mayorías, las que para ellos son las masas a tener bajo control. De otra forma sería populismo.
No se puede estar con Dios y con el Diablo al mismo tiempo. Sería preferible que aquellos entes políticos que hacen su trabajo solapado entre las mayorías para abrirle las puertas del control social a los poderes económicos fuesen más claros y no les resultara imprescindible ponerse el mono azul para expresar sus falsos pareceres y sus manipuladas buenas nuevas, para ganar las voluntades crédulas de quienes ni saben que viven para sostener a otros y con ello servir de piezas para armonizar lo que es una contradicción que no tiene medias tintas: se está en una orilla del río o en la otra.
La democracia, salvando tal vez a los romanos igualados por la infamia de la esclavitud, nunca se ha traducido en su sentido de gobierno del pueblo. No seamos ingenuos, para el núcleo de los poderes económicos el pueblo sólo es la fuerza de trabajo que genera sus riquezas. Las concesiones que hacen para mejorarles la vida, tratando de dar la sensación de que todos tienen los mismas posibilidades y opciones en la sociedad, son apenas un método para el control de las mayorías súbditas y una forma de llevar a la práctica la máxima que les asegura esa posición: “Ser buenos es buen negocio”. Y mientas más “mejores” haya, menos peores habrá que controlar. Y ésa es la razón por la cual una estrategia más clara que el agua puede verse por algunos, y hasta por muchos, como una sociedad de igualdad de oportunidades.
Las oportunidades de las mayorías son la anestesia con la que se les hace insensibles a los latigazos del esclavismo contemporáneo. Y ya podemos celebrar lo bien que vivimos si nos comparamos con los que viven peor aún, dentro o fuera del país. Ciegos a lo que es una escala social que descansa sobre los que trabajan, generalmente incapacitados para comprender que el poder no radica en los que elegimos sino en aquellos que nuestros elegidos sostienen conociendo que el que a buen árbol se arrima buena sombra lo cobija. Y los que trabajan no dan sombra porque viven en ellas.
Por esa razón, que se oculta bajo muchos ropajes y diferencias entre las propias mayorías, hay que tomar con reservas a los que igualan a toda sociedad con palabras y lo desmienten con sus actuaciones comprometidas con los supra poderes. Omniscientes y todopoderosos. Hechos para mandar desde aquel lejano episodio del paleolítico, cuando apareció un preocupado por su pueblo y se nombró jefe para llevarlo hacia un mundo mejor.
- Aqui estamos con los
hace 7 horas 50 mins - Seguid calentando "a las >
hace 9 horas 44 mins - Aquí hay mucho Koldo.
hace 9 horas 53 mins - No entiendo muy bien lo que
hace 11 horas 33 mins - En esta historia el listo
hace 1 día 1 hora - Que esperas de una personas
hace 1 día 10 horas - Trabajadoras las tristes??
hace 1 día 11 horas - sospechosos de cometer
hace 1 día 11 horas - Seguid calentando "a las
hace 1 día 12 horas - Se nota que la universidad
hace 1 día 21 horas
Estoy totalmente de acuerdo ,pero llegados a este punto y teniendo en cuenta todo esto mi problema es¿qué podemos hacer los ciudadanos ,en quién confiamos ya ? Si los partidos están al servicio de los que manejan realmente todo ,los dueños del dinero, le damos nuestro voto a las formaciones nuevas , votamos en blanco,o nos vamos de cañas.......
Mejor las cañas, que se den cuenta de que no tenemos ningun interes
en que nos sigan engañando ni unos ni otros (es que no termine el comentario)
El mejor esclavo,es aquel que no sabe que lo es.
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