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Extraño comienzo de día
Todavía algo adormilado a pesar de la ducha, comenzó a prepararse el desayuno. Cada mañana ponía la radio a esa hora enterándose así de cómo se despertaba el mundo. El mundo, pero sobre todo Europa y en particular su país, estaban fatal desde hacía un tiempo. Cada día un poco peor, ya no se sabía donde estaba el fondo. Palabras como “al borde del abismo”, “tragedia económica” y “desastre inmediato” las mojaba en el café cada día acompañando a las madalenas. Pero aquella mañana el locutor de la radio lo ponía todo aún peor. Estuvo paralizado un minuto y después de eso, sintió un impulso que provenía sin duda de una zona poco utilizada de su ser, pero al parecer con mucha energía. Dejó todo como estaba, fue a la habitación, en la que todavía dormía su mujer, se desnudó y entró en la cama, de donde había salido solo media hora antes. A ella le despertó el roce de los dos cuerpos y el perfume que proveía de él y que era el que le había regalado por Reyes. ¿Pero qué haces?, ¿estás bien?, preguntó extrañada. Estoy harto, respondió, vamos a dormir de nuevo. Casi sin moverse, con los ojos abiertos en la oscuridad, se quedó profundamente pensativa, pero sin preguntar más.
Solo la sociología sabe explicar estas cosas, pero esa misma mañana, sin necesidad de que todo fuera obra de Dios, ni de que hubiera un llamamiento colectivo a la huelga por parte de los sindicatos, miles y hasta millones de personas sintieron esa misma sensación reaccionando igual, oyeran las radios que oyeran y madrugaran más o menos. La gente se levantaba, oía las noticias y, hundida por una realidad de la no comprendían nada, ni sabían cómo manejar, se volvían impotentes a la cama. Algunas parejas incluso hicieron el amor con una pasión que ya tenían casi olvidada desde poco después de la luna de miel y luego se quedaron dormidos abrazados, como refugiados en la belleza, ya que la realidad fuera de aquella cama no parecía concederle a ésta ninguna oportunidad.
Las calles de las ciudades pequeñas estaban desiertas a una hora en la que todo el mundo acudía al trabajo. De entre la gente normal solo se veía por la calle a algunos chinos, que como viven aquí en otro mundo no sabían mucho de la realidad general y acudían a sus trabajos como cada mañana. En un momento dado se vio cruzar la calle a un señor con el gesto turbado y, en una pared recién pintada de blanco escribió con spray: “¡Iros a tomar por culo!”. Y acto seguido se metió de nuevo en la cama, de donde había salido movido por un impulso, también digno de ser analizado desde la sociología. Las ciudades importantes registraban en sus calles principales únicamente el tráfico de coches con porte pilotados por brokers y gente de las finanzas, que circulaban como descolocados, puesto que eran solo ellos y nadie les miraba desde otro coche peor cuando se detenían en los semáforos, supuestamente envidiando su estatus. A lo sumo se cruzaban con coches en los que se veían caras conocidas de la política, gente que por lo visto estaba entre los pocos que no habían sentido aquello de levantarse y luego volverse a la cama. Unos y otros, descolocados completamente, miraban hacia los lados sin explicarse lo que pasaba. Alguno incluso creyó estarlo soñando pero le ratificó la realidad de todo otro broker que le llamó diciendo que a ver si es que se iba a terminar el mundo y con él todos sus chollos. “Nosotros a lo nuestro”, le respondió el primer broker. “Eso, a lo nuestro”, le respondió el otro.
Lo más preocupante de todo es que la misma situación se dio entre el personal de servicio de La Moncloa con lo que no fue despertado el presidente del gobierno a la hora prevista de cada día. Eran las once y media y estaba todavía encamado. Cuando a eso de las diez se levantó para ir al servicio y miró la hora, pensó que eran las diez de la noche y se volvió a dormir tan tranquilo.
Los brokers y gente de las financias, con mirada un tanto desconfiada, entraron a sus entidades con muebles de diseño y vista a los rascacielos de las citis financieras y no encontraron a nadie por allí. Pero lejos de mosquearse fueron a sus despacho, tomaron el teléfono y se conectaron a Internet poniéndose a lo suyo de la compraventa de activos y esas cosas tan incomprensibles, puesto que es gente que vive en otro mundo distinto y el de los demás lo ven solo por la televisión, cuando llegan a casa rendidos, aflojan el nudo de sus corbatas y se dejan caer desmadejados en el sofá de cuero, después de una jornada agotadora en la que han conseguido ganar mil millones de euros de nada. (La madre que los parió).
A esta hora, la hora de comer, no se sabe qué va a pasar. Nadie se ha levantado y el futuro parece incierto. Muchas parejas han hecho el amor por segunda y hasta por tercera vez apostados en sus lechos y en la belleza, pero no quieren saber nada de lo demás. Parece que los brokers y la gente de las finanzas han empezado a mosquearse cuando han querido pedir comida de encargo y nadie les ha respondido al teléfono en el sitio habitual. Al parecer una gazuza estomacal se está apoderando de esta gente, que han empezado a comentar por wasap entre ellos que esto no puede ser y no saben qué hacer, es decir exactamente lo mismo que millones de ciudadanos tan solo unos días antes, pero por otras razones. Las cámaras de seguridad han recogido a algunos ciudadanos más haciendo pintadas, que sin coordinarse entre sí escriben en algunas tapias lo mismo: “¿Por qué no os vais a tomar por culo?” También esto lo tendrá que estudiar la sociología. (Tiempos interesantes estos).
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Genial!!! voy a mandar el link a mi agenda, me encanta
Inquietante relato, a pesar de la coña que lo mueve. (Me gusta). Tendríamos que hacer eso mismo para ver si dejan de jugar con nosotros. Y asi de paso espabilar, que tienen lo que tiene porque se lo hemos donado nosotros con nuestra poca inteligencia y con estar siempre a lo nuestro.
Cojonudo. MF
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