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La crisis según el cristal con que se mire
El cristal a través del cual el Gobierno de España valora la crisis es eso, exactamente: su cristal. Ni más ni menos una la visión calibrada de acuerdo a sus propios intereses electorales y sus compromisos europeos y con los poderes económicos. La situación de desastre, como todo lo que llega a un clímax, puede haberse atenuado en determinados índices básicamente macroeconómicos. Y no puede ser de otra forma porque la gente es el motor de la economía, los que producen y consumen. Sin ciudadanos no hay economía que valga. En cualquier caso, la curva de la crisis apunta hacia abajo gracias a lo que le ha tocado vivir al común de los mortales.
El punto de vista del Gobierno no es el mismo punto de vista de las mayorías, como mismo no es posible decir que el punto de vista de las grandes compañías energéticas es el de todos. Un gran río revuelto sólo puede ser ganancia para los pescadores. Pero en la imagen que se observa a través la lente del Gobierno posan juntos todos aquellos para los que la crisis ha generado, o generó en algún momento, dos problemas diferentes: una vida peor o malos negocios.
La idea de que la crisis ya pasó es irreal; pero el papel aguanta lo que le pongan y los televisores lo que se transmita. Las palabras dan para mucho, pero no tanto como para ocultar el sol con un dedo. Si una crisis terminó es la de los bancos, que están rompiendo récords después de asimilar el rescate realizado por carambola desde el bolsillo de los españoles.
Es de mal gusto llenarse la boca para exponer la ejemplaridad de la vía española para salir de la crisis y mantener índices absurdos que lo contradicen. Por ejemplo, la idea de la desigualdad del impacto de la crisis en las personas se pone de relieve en una noticia publicada por El Mundo en el mes de junio: “El mercado del lujo se erige, en tiempos de crisis, como una fortaleza que capea con relativa calma el temporal. Este sector experimentará un crecimiento de entre el 2-4% en España”- Y añade: “Las austeras circunstancias económicas de los últimos años no han hecho mella en el potencial que encierra el comercio de artículos de alta gama en territorio español. El valor del comercio de bienes de lujo alcanzó los 223.000 millones de euros en 2014”.
¿Tendrá ese dato algo que ver con las difíciles circunstancias de las familias española durante estos años? Si algo tuviera que ver sería para indicar cómo la crisis puede ser también su propio antónimo y tener dos caras antagónicas.
En estos tiempos, cuando España “deja atrás los malos tiempos”, el país conserva una serie de récords estadísticos que niegan lo que el propio Gobierno alega a favor de lo bien que todo marcha. Y aquí, para relajarnos, podríamos introducir el “Créalo o no lo crea” de Ripley.
España es el primer país europeo que aparece en el Índice Mundial de Miseria (WMI, por sus siglas en inglés), que valora la situación de 109 países. Este índice, que fue creado en 2014 por Steve H. Hanke, profesor de Economía Aplicada en la Universidad Johns Hopkins en Baltimore y ex miembro del Consejo de Asesores Económicos de EE.UU., se calcula sumando la inflación, el desempleo y los tipos de interés de los préstamos, y restando luego al resultado el aumento porcentual del Producto Interior Bruto per cápita.
Con esta forma de medir el grado de empobrecimiento de los ciudadanos de un país, España obtiene una puntuación de 36,9 puntos, situándose en el undécimo puesto de la lista, a dos décimas del décimo país (ocupado por Armenia) y a 110,5 puntos del primero (Siria).
Asimismo, la tabla elaborada consta de un apartado que indica el mayor factor que contribuye a que un país ocupe el correspondiente puesto, siendo en el caso de España la tasa de desempleo.
Los trabajos parciales son de pocas horas, en general de 15 horas semanales, y con una paga mensual aproximada de 400 euros. España se encuentra a la cabeza en empleos temporales, por encima de Italia y Grecia, según los informes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE)
Desde la OCDE advierten que "dada la escasez de ofertas de empleo en España, muchos jóvenes prefieren aceptar cualquier trabajo disponible si la alternativa es no tener ningún trabajo", y que el subempleo "puede provocar una autoestima significativamente más baja, una menor productividad y el riesgo de padecer pobreza aunque se disponga de empleo".
Con respecto a los salarios, éstos descendieron un 35% en 5 años, desde 2008 a 2013, concretamente pasando de 1.210 euros mensuales a 890. Esto lleva a que los jóvenes no sean capaces de independizarse, y según la OCDE, el 70% de los hombres españoles jóvenes con contratos fijos viven con sus padres, cifra exponencialmente mayor a la que presentan los jóvenes de Alemania (21%), Francia (16%) o Reino Unido (30%). De hecho entre quienes se independizan, el alquiler supone más de la mitad de los ingresos disponibles, por encima del 23% en Alemania o el 35% en Francia.
Pero estos datos y otros tantos que nada cuesta obtenerlos, son difíciles de conocer en España, donde el Gobierno anda caliente y se ríe de la gente y deja que sean otros lo que hablen del mundo y sus monarquías.
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